Editorial 178: Adiós a Barack Obama

Editorial 178: Adiós a Barack Obama

En la carta editorial del número 178 de Gatopardo, Felipe Restrepo reflexiona sobre la salida de Barack Obama de la presidencia de los Estados Unidos.

Tiempo de lectura: 3 minutos

En unos años diremos que tuvimos el privilegio de vivir en la misma época de Barack Obama, uno de los grandes hombres de nuestro tiempo. Durante el cierre de esta edición presenciamos su despedida del cargo que ocupó por ocho años. Sus mensajes, en diferentes escenarios, fueron una lección de serenidad. Obama, siempre ecuánime, explicó su visión del poder, sus decisiones de gobierno y, por último, intentó trazar una ruta del camino de la democracia y la sociedad estadounidenses.

El de Obama no es un discurso prefabricado —cercano al marketing que tanto promueven los asesores presidenciales— ni complaciente. Son las ideas de un hombre que cree en la democracia. Y que entiende el ejercicio de la política como un servicio público y no como un negocio. Obama explicó, por ejemplo, que su país se ha construido sobre la fluctuación de ideas que no siguen una lógica lineal. El ahora ex presidente se refirió a la Historia como un una serie de ciclos que se concadenan. Ahí está su asombrosa inteligencia: aunque sus ideas parecen sencillas, tienen detrás un sólido andamiaje. De hecho, la critica literaria de The New York Times, Michiko Kakutani, escribió hace unos días que desde Abraham Lincoln ningún presidente estadounidense había tenido un nivel de referencias intelectuales tan refinada como Obama. De igual manera, David Remnick, editor de The New Yorker y biógrafo del presidente, alabó la originalidad de su pensamiento político.

En medio de su despedida, Barack Obama se refirió a la labor del periodismo. Recalcó la importancia de una prensa libre, crítica e informada como contrapeso del poder. Defendió el espacio que tienen los periodistas para preguntar, denunciar y disentir. Es curioso —y muy significativo— que este mensaje venga de un ex presidente. El 2016 dejó a los medios tradicionales heridos: en sus finanzas y en su credibilidad. El periodismo es acechado por los gobiernos autoritarios que están en auge y los intereses económicos: cada vez más medios desaparecen o se ven obligados a convertirse en voceros de poderes de facto.

Sus críticos dicen que Obama prometió cosas que nunca cumplió. Otros dicen que fue un militarista que deportó a muchos ilegales. Incluso lo acusan de haber dividido a su país —por el simple hecho de ser un hombre negro y progresista— y de haber propiciado el triunfo de su sucesor, Donald Trump. Es posible que mucho de eso sea verdad. Desde luego que no fue perfecto, nunca dejó de tomar las decisiones que le corresponden a un presidente que defiende los intereses de Estados Unidos. Pero al menos puso sobre la mesa discusiones que nadie en su posición se había atrevido a mencionar. Quiso acabar con la inequidad y mejorar la vida de sus compatriotas. Todo esto, además, con una decencia indiscutible. Quizás sus logros no son demasiados pero su legado es el de la honestidad. En mis casi cuarenta años de vida jamás había admirado a un presidente como he admirado a Barack Obama. Envidio a los estadounidenses que tuvieron la suerte de tenerlo como líder.

En esta edición publicamos un estupendo reportaje de Emiliano Ruiz Parra con fotografías de Felipe Luna sobre Agustina García, una indígena que ha enfrentado la injustica en Guerrero y se ha convertido en una destacada líder civil. También presentamos una potente investigación de Miguel Prenz con retratos de Félix Busso sobre la herencia de la leyenda del automovilismo, el argentino Juan Manuel Fangio. Y, por último, nuestro personaje de portada es el director Pablo Larraín. El chileno es una de las figuras más respetadas del cine contemporáneo en Latinoamérica. El año pasado lo demostró con el estreno de dos cintas soberbias: Neruda y Jackie. Estas dos biopics lo pusieron en lo más alto de la cinematografía internacional. Marcela Vargas y Regina Sienra escribieron un perfil completo de Larraín acompañado por los retratos que le hizo Corey Olsen en Los Ángeles.

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