Demián Bichir, pata de perro • Gatopardo Reportajes

Demián Bichir, pata de perro

Una mañana de 1980 en una preparatoria de la ciudad de México, el profesor de Literatura interrumpió la clase de Historia y pidió permiso para hablar con un alumno de apellido Bichir. Cuando lo tuvo enfrente, le preguntó: “¿Eras tú?”. La noche anterior se había presentado la obra Ah, soledad, de Eugene O’Neill, interpretada por […]

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Una mañana de 1980 en una preparatoria de la ciudad de México, el profesor de Literatura interrumpió la clase de Historia y pidió permiso para hablar con un alumno de apellido Bichir. Cuando lo tuvo enfrente, le preguntó: “¿Eras tú?”. La noche anterior se había presentado la obra Ah, soledad, de Eugene O’Neill, interpretada por la Compañía Nacional de Teatro; el profesor reconoció a su estudiante en el papel del joven Richard Miller y quedó impresionado con su actuación. “Sólo vine a decirte una cosa: si puedes hacer eso, puedes hacer lo que se te antoje en la vida, lo que tú quieras”. Ese Bichir se llamaba Demián.

Más de treinta años después, Demián va por la vida con la certeza de que puede hacer cualquier cosa. Lo mismo interpreta al Marlboro, el héroe de barrio popular de Fuera del cielo, que al padre de la patria en Hidalgo, o al comandante Fidel Castro en Che. Hoy, a sus cuarenta y ocho años, se puede dar el lujo de seleccionar meticulosamente la obra y el personaje que va a interpretar. Lo que busca es el reto; y mientras más difícil se la pongan, mayor es el interés.

“Es cuando no sé qué hacer con el personaje que digo que sí”, dice pensando antes de responder, entrecerrando los ojos hasta que se le hacen arruguitas. Relata cómo es que ha llegado al punto en el que el público estadounidense lo reconoce en la calle por su papel de Esteban Reyes —el pulcro y controvertido político mexicano de la serie Weeds—, y al mismo tiempo lo saludan sus paisanos que viven en Los Ángeles porque lo vieron como el jardinero indocumentado de A Better Life. “A veces me ofrecen papeles que son muy atractivos; papeles que son blockbusters, con mucha lana de por medio, pero digo que no porque tengo que seguir creciendo como actor”.

Demián va por la vida con la certeza de que puede hacer cualquier cosa.

Demián va por la vida con la certeza de que puede hacer cualquier cosa.

Este proceso le ha tomado toda una vida marcada por el apellido. Demián es el segundo hijo del director de teatro Alejandro Bichir y de la actriz Maricruz Nájera. La casa infantil de los Bichir se encontraba en la colonia Prohogar, en la delegación Azcapotzalco del Distrito Federal. De ahí, la familia se mudó a Tlatelolco, donde años después Demián y Bruno, su hermano menor, filmarían Rojo amanecer, una de las películas con mayor éxito de taquilla en México, que sirvió para catapultar la carrera de los Bichir. Una tercera mudanza llegó cuando Demián aún era adolescente, esta vez a la zona de Arboledas, en el Estado de México. El movimiento continuo cobró su cuota en su rendimiento académico y de plano tuvo que repetir tercero de secundaria. Luego terminó la preparatoria, la única condición impuesta por su padre para permitirle actuar a temprana edad. Lo demás ha sido, como él la llama, la constante presentación de tesis en una carrera en la que nunca se deja de estudiar.

Odiseo, su hermano mayor, recuerda a un Demián que era amiguero y “aventado”, que veía poca televisión pero que poseía un gran ingenio. De niño solía crear personajes a los cuales les inventaba una historia, una nacionalidad e incluso una voz: se volvió tan bueno para imitar acentos que una de sus travesuras favoritas era llamar por teléfono a sus hermanos o a su mamá y fingir con éxito que era otra persona, para terminar atacado de la risa. Su vida familiar y la formación en el oficio se confunden: pateaba una pelota en los pasillos de Canal Once cuando acompañaba a su padre a recoger a Odiseo, y más tarde corría al salir de la secundaria para llegar al ensayo de una obra, y de ahí a dar una función. El trabajo paralelo, y en ocasiones conjunto, con Odiseo y Bruno, ha dado como resultado que los Bichir sean una presencia constante en la escena histriónica mexicana.

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