En el nombre del padre

En el nombre del padre

¿A quién se parece Hank Rhon?

Tiempo de lectura: 39 minutos

Gélido es el viento que sopla sin clemencia sobre Tijuana la noche del 30 de noviembre de 2004. Lo peor no son los cuatro grados centígrados de temperatura ni la lluvia, sino ese aire machacón e incesante que parece infestado por puntas de acero frío. Vestida con un largo abrigo rojo, María Elvia Amaya de Hank enreda una bufanda negra en el cuello de su esposo, a quien la salud está jugando una mala pasada en uno de los días más importantes de su vida. Los estornudos constantes y el dolor en el pecho parecen ir más allá de un simple resfriado. Jorge Hank Rhon se está enfermando de bronquitis justo en la noche que tomará posesión como presidente municipal de Tijuana.

Para su desgracia, la ceremonia solemne se llevará a cabo al aire libre, en la explanada de Palacio Municipal, a un costado del Puente Independencia, donde varios miles de personas aguardan el momento de la toma de posesión. De la coronación. Jorge Hank viste sobrio y formal. Alterando por vez primera sus rituales de invierno, llega recién rasurado al evento y no con la larga barba que tradicionalmente luce en diciembre. Su esposa revisa una vez más el nudo de su corbata, pues hace varios años que su marido no utiliza una. Se cerciora de que el saco le cubra bien el pecho y le pide que no alargue demasiado su exposición al viento. Jorge Hank está serio y pensativo. Toca la tela de su saco, siente la bufanda entre sus dedos y aspira su olor pegándola a su cara. No lleva puesta su ropa, sino la de su padre, el profesor Carlos Hank González, fallecido tres años antes. En las fechas importantes, Jorge Hank utiliza las prendas heredadas que le trasmiten seguridad y aplomo.

En la primera fila de invitados están su madre, Guadalupe Rhon de Hank, y su hermano mayor, Carlos Hank Rhon. Ahí está también su coordinador de campaña, Fernando Castro Trenti, que esa noche será nombrado secretario de Gobierno y que tres años después se transformará en el traidor del hankismo y principal adversario. Si Jorge Hank Rhon pudiera pedir un solo deseo en esa noche helada, sería que su padre el profesor también estuviera ahí.

No sólo es extraño que Jorge Hank Rhon vista un traje de su papá, sino que sea precisamente él quien esté tomando posesión como alcalde de una de las ciudades fronterizas más cruzadas del mundo. ¿Podría creerlo su padre? Se trata del mismo joven que entraba a la casa por la puerta de atrás para evitar saludar a los invitados a las cenas familiares y que decía rechazar la política activa; el mismo a quien el semanario Zeta acusa de ser el autor intelectual del asesinato de su codirector y principal columnista, Héctor el Gato Félix Miranda, el 20 de abril de 1988; el mismo que avergonzó a la familia cuando pisó la cárcel en mayo de 1995, después de ser detenido en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México al regresar de China, acusado de contrabandear pieles exóticas y marfil.

Dos años antes de morir, su padre le escribió una carta que Jorge Hank lee todas las noches. En ella le dice lo orgulloso que se siente de él, al verlo convertido en todo un padre de familia y en empresario de éxito, y le habla de la gran satisfacción de poder servir a los demás desde la función pública. Sin embargo, el profesor muere sin ver que su hijo tome un día la decisión de dedicarse a la política. Hasta hace menos de un año, Jorge Hank Rhon no hacía vida pública y afirmaba que él nunca se dedicaría a la política. Nunca pasó por una brigada juvenil priista ni coqueteó con alguna candidatura, pues él siempre dijo sentirse más feliz entre sus animales que entre la gente.

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