La Batalla de Ciudad Mier (parte I)

La Batalla de Ciudad Mier (parte I)

Ésta es la historia de un pueblo de la frontera con Estados Unidos arrasado, en silencio, por la guerra de Tamaulipas.

Tiempo de lectura: 15 minutos

Ciudad Mier es la línea divisoria entre dos grupos en guerra.

Ciudad Mier es la línea divisoria entre dos grupos en guerra.

Ciudad Mier es la línea divisoria entre dos grupos en guerra.

La mañana del 22 de febrero de 2010, cuando Ciudad Mier se preparaba para las fiestas anuales, quince camionetas con las siglas del cártel del Golfo (C.D.G.) entraron por el acceso de la carretera de Reynosa como caballos desbocados. Los pistoleros enfilaron a la comandancia de la Policía Municipal, bajaron de sus vehículos y comenzó a sonar el tableteo de sus ametralladoras contra el viejo edificio. La gente que estaba alrededor echó el cuerpo a tierra y como pudo fue a refugiarse.

El tiroteo amainó. Seis policías municipales asustados, golpeados, jadeando con la boca abierta, rojos de sangre y con el miedo en la mirada, fueron sacados de la comandancia por los pistoleros, quienes gritaban consignas contra los Zetas. Ésa fue la última vez que se vio a los seis policías y fue también la última vez que hubo policías municipales en Ciudad Mier.

El comando instaló pistoleros en los tres principales accesos al corazón de Ciudad Mier y montó un cerco para que cuatro camionetas exploraran las calles en busca de casas y negocios a los que hombres de rostro parco entraban por personas específicas. En ese lapso, la plaza principal, ubicada frente a la comandancia, fue usada como paredón. Vaciándose de sangre, dos hombres detenidos por los pistoleros fueron llevados a la plaza. Ahí los acribillaron y después los decapitaron. Sus cabezas terminaron colocadas en un rincón de la plazoleta. Con el paso del tiempo, por el uso frecuente que se le dio, aquel rincón sería conocido como “La Esquina de los Degollados”.

Un par de horas después de que los pistoleros abandonaron el pueblo, el Ejército hizo un rondín fugaz y desapareció antes de que oscureciera. Toda la semana siguiente el pueblo vivió con somnolencia. El silencio de las noches era cortado por voces lejanas y disparos aislados. Las calles estaban sucias y ruinosas, sencillamente no hubo cómo realizar los festejos anuales del 6 de marzo, los cuales fueron cancelados en ese 2010, algo que no sucedía desde la época de la Revolución.

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Aunque no ves a nadie, sabes que hay alguien viéndote a ti. Lo sientes mientras caminas entre el metal escupido por las bocas de los fusiles, regado entre vidrios rotos que, pese a tu cautela, es inevitable hacer que crujan con la pisada de las botas. Debes apurarte a terminar de mirar las gruesas manchas de sangre seca y los miles de impactos de bala que aún quedan en las paredes de las casas. No puedes dejar que caiga la noche mientras buscas recuperar más testimonios de lo que sucedió estos meses aquí. La oscuridad de una zona de guerra no es lo mismo que la oscuridad a secas, además, no existe ningún hotel o sitio al cual meterte a pasar la madrugada. Por ahora, éste no es el Pueblo Mágico que se anuncia a la entrada: a juzgar por la destrucción existente, es la primera línea de la guerra de Tamaulipas.

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