La decisión de Marcelo

La decisión de Marcelo

¿Cambió Ebrard su candidatura a la Presidencia por un plato de lentejas?

Tiempo de lectura: 34 minutos

A mediados de 2011, la editora de libros Déborah Holtz estaba completamente persuadida de que la mejor opción para la izquierda —y para el país mismo— era promover la candidatura para la Presidencia de la República del jefe de Gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard. Holtz, que normalmente no se ocupa de la política, tiene una personalidad que se activa de inmediato con los asuntos que le interesan, y estuvo promoviendo a Ebrard con el mismo entusiasmo chispeante y don de palabra que usa para animar a su audiencia en un programa de salsa que ella conduce los sábados llamado Salsajazzeando.

El domingo 31 de julio de ese año, Holtz fue oradora en un evento convocado por la dirigencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Su presidente, Jesús Ortega, aliado con otros grupos, había lanzado el movimiento Demócratas de Izquierda para apoyar la candidatura de Marcelo Ebrard frente al otro personaje fuerte, Andrés Manuel López Obrador. Demócratas de Izquierda se desplegaría por todo el país para conseguir los apoyos necesarios a esa candidatura. Y organizó una reunión en el World Trade Center de la ciudad de México, a la que asistieron más de dos mil invitados.

El podio era circular y estaba iluminado como foro de teatro. Sólo tenía un atril, donde estaba el micrófono. El podio lo circundaba una hilera de asientos reservados para las personas importantes, y luego estaban los cientos de invitados en la oscuridad. Modernas pantallas de televisión curvas, que formaban un anillo colocado encima del podio, transmitían lo que estaba sucediendo allí mismo. El maestro de ceremonias fue el periodista Ricardo Rocha; los oradores, ciudadanos simpatizantes. Por el sector de las mujeres, habló una de las fundadoras del movimiento feminista, Marta Lamas; por los empresarios y el sector económico, Luis Foncerrada, director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado; por los jóvenes, Aram Barra, especialista en drogas y activista, y por el sector cultural, Déborah Holtz.

El último en tomar la palabra fue el propio Marcelo Ebrard, que vestido con su tradicional traje negro y corbata amarilla, entre vítores y aplausos, dijo que ése no era un evento para lanzar un partido, no era un destape porque desde hace años había expresado su deseo de ser presidente y tampoco un movimiento contra nadie, en clara alusión a su contrincante, López Obrador.

Meses más tarde, Déborah volvió a expresar su simpatía por Ebrard cuando le hablaron para preguntarle si quería firmar un desplegado en su apoyo. Era la primera quincena de noviembre. Faltaban pocos días para que se dieran a conocer los resultados de la encuesta que decidirían si Ebrard o López Obrador sería el candidato de la izquierda. Los simpatizantes de Ebrard estaban convencidos de la superioridad de su candidato, y sólo temían la reacción de López Obrador ante la derrota.

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