Cédric Klapisch: Un vistazo al cine de Borgoña

Cédric Klapisch: Un vistazo al cine de Borgoña

Charlamos con Cédric Klapisch, director de “El viñedo que nos une”, sobre la unión entre el buen vino y el buen cine francés.

Tiempo de lectura: 3 minutos

Francia es uno de los productores de vino más grandes del mundo, y su relación con esta bebida es uno de los pilares de su identidad. Por otro lado, los franceses, como creadores del arte cinematográfico, han destacado desde sus inicios por su singular visión y apasionantes historias. Por eso resulta sorprendente que la combinación de vino y cine no sea más común. “Yo creo que era algo que faltaba”, dice el director Cédric Klapisch, quien presenta la cinta El viñedo que nos une como parte del 21º Tour de Cine Francés.

En 1996, Klapisch ganó el Premio FIPRESCI de la Berlinale por su cinta Cuando el gato no está; además ha tenido cinco nominaciones al César –premio de cine más importante de su país–, de las cuales se llevó Mejor Guión por Un air de famille (1996). El cineasta es conocido por su obsesión con el choque de culturas. Esto es uno de los puntos clave en sus trabajos más conocidos, El albergue español (2002), donde un grupo de estudiantes de toda Europa converge en Barcelona, así como sus secuelas Muñecas rusas (2005) y Nueva vida en Nueva York (2013).

Cédric Klapisch cine francés, int1

En El viñedo que nos une, Klapisch se acerca a una parte complementaria del concepto que le apasiona: La relación entre las raíces y el viaje. “Las dos cosas están vinculadas, y las raíces no son necesariamente más fuertes que el viaje”, señala el director. Esta cinta presenta a Jean, hijo de un vinicultor. El joven vuelve de pasar 10 años fuera de su casa, en la región de Borgoña al saber que su padre está gravemente enfermo y podría morir en cualquier momento. Ahí, junto a sus hermanos Juliette y Jérémie, quienes han permanecido en el pueblo, debe resolver el futuro de la propiedad familiar. “Los tres personajes tienen una relación muy diferente cada cual con su pasado, con el pasado de la familia, con la tierra”, dice el coguionista Santiago Amigorena.

Jean, el personaje principal, es interpretado por Pio Marmaï (Le premier jour du reste de ta vie), mientras que sus hermanos son personificados por Ana Girardot (Escobar: Paradise Lost) y François Civil (Frank) respectivamente. Aunque los actores han participado en múltiples producciones, son rostros relativamente frescos en el cine europeo. Sobre su elenco, Klapisch dice que disfruta de descubrir actores. “Nuestros tres actores son de una joven generación y son realmente los actores de mañana en Francia”, afirma. “Yo creo que es mejor trabajar con muy buenos actores que con actores muy conocidos”.

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Definitivamente, uno de los mayores descubrimientos es el de Jean Marc-Roulot, quien interpreta a Marcel, asistente en el viñedo. Roulot es un vinicultor real, y ayudó a Klapisch y Amigorena, en la investigación para escribir la cinta y retratar el proceso de elaboración de vino de la forma correcta. “Él nos documentó muchísimo, nos mostró vinos, viñedos, productores de vino, nos mostró cómo hacía él el vino. Partimos de esto. Realmente teníamos la voluntad de documentarnos de cómo se hacía el vino y construir una historia a partir de eso”, dice el director.

Más allá de su importancia para la cultura francesa, Klapisch encuentra un gran parecido entre el vino y el cine. “Ambos son artesanales, y así como no se puede hacer vino en dos horas, tampoco se puede hacer una película en dos horas. En ambos casos la paciencia es muy importante, al igual que la noción de autor”, señala el director, quien también afirma que el vino es un producto mágico. “Es la única cosa que envejece bien. Queríamos positivizar el tiempo que pasa; el vino habla de que el tiempo también fabrica cosas buenas”, concluye.

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