El regreso de Twin Peaks y David Lynch

El regreso de Twin Peaks y David Lynch

Explicamos el atractivo e importancia detrás del icónico regreso de Twin Peaks y David Lynch, un maestro de lo extraño.

Tiempo de lectura: 3 minutos

No ha sido menor la reacción provocada por la llegada a Netflix de la continuación, 25 años después, de una de las producciones televisivas más referenciales de la industria del entretenimiento: el regreso de Twin Peaks, de David Lynch.

Para aquellos familiarizados con la serie (y su secuela-precuela en cine en 1992, Fire Walk With Me) y la historia, esta continuación ofrece una revisita entre lo nostálgico y la curiosidad ante lo extraño. Para otros, es la oportunidad de acercarse a una experiencia y propuesta televisiva distinta.

Mucha de la televisión elogiada en lo que va del siglo, no oculta su inspiración en la serie creada por David Lynch y Mark Frost a finales de los 80 y estrenada en abril de 1990 por ABC. Basta señalar títulos como The X-Files, Lost o The Leftovers para iniciar lo que sería una larga lista de series cuyos creadores repetidamente han señalado al show de David Lynch como la piedra angular o la inspiración inicial de estos populares proyectos televisivos. Fue un programa en muchos sentidos adelantado a su época, arriesgado y atrevido (incluso en su forma de iniciar, con un piloto que juega a ser un episodio más avanzado de un serial).

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Arte promocional para el regreso de “Twin Peaks”.

Se trata del thriller psicológico televisivo por antonomasia. También de la arquetípica serie sobre un asesinato a resolver. Un programa sobre cuestiones, en este caso algunas de índole paranormal, investigadas por un agente del FBI (toma eso, Fox Mulder). La sofisticación de la inclusión de un humor macabro y/o inteligente (según las necesidades de la escena).

Twin Peaks es una serie que a ratos, como quien se interna en el bosque que rodea a la comunidad que le da nombre, pasea entre lo supernatural y lo metafísico, lo místico, alrededor del asesinato de Laura Palmer en este pequeño poblado del noroeste estadounidense con un peculiar grupo de habitantes, a donde llega el agente especial Dale Cooper (Kyle MacLachlan).

Es inútil tratar de explicarla, casi tanto como querer resolverla o establecer hipótesis y lecturas definitivas sobre sus intenciones y significados más ocultos. Esa profunda ambigüedad, esa sensación de desasosiego por la incompresión de lo desconocido o lo complejo, pero que a la vez es atractivo, cautivante o provocador es lo que ha hecho a Twin Peaks un gusto adquirido para cierto tipo de espectador.

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La mínima noción sobre el trabajo de David Lynch permite establecer que se trata de un cine (el medio donde más ha elaborado este discurso y recurso, aunque no exclusivamente el único) que, como pocos, quiere jugar con la mente del espectador en los terrenos más profundos de su psicología. La “clavadez” y provocación profunda sobre comportamientos humanos, sobre emociones y sensaciones primitivas y viscerales, jugando con elementos paranormales o místicos con la misma precisa presencia o sugerencia que la de los elementos de humor puntual que van de la sátira a lo mórbido.

Lynch no ha buscado dar explicaciones y respuestas a través de su cine (en sus palabras, esta nueva Twin Peaks fue pensada como una larga película), sino provocar cuestionamientos y reflexiones, dudas e incertidumbres, sobre las móviles fronteras entre el mundo del sueño y el de la vigilia, sobre lo real y lo “especial-sobrenatural-paranormal”.

En esta nueva temporada, también es posible encontrar una propuesta o un ensayo de tipo visual (chequen el episodio 3) que sigue buscando reescribir los usos y herramientas para contar historias en algo que podemos llamar tanto cine como televisión.

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Arte promocional para el regreso de “Twin Peaks”.

En una entrevista reciente, a la pregunta de qué deberían saber los espectadores antes de ver la nueva temporada, Lynch respondió: “absolutamente nada”. Sin embargo, recalcó que para quienes conocen este “universo”, en particular vía algunos elementos que se explican en el filme de 1992, el regreso a Twin Peaks ofrecerá más puntos de contacto para retomar ese viaje colectivo televisivo que era observar lo que sucede en el pueblo con muchos de los mismos personajes, un par de décadas después.

Recientemente, Lynch también decía que el cine actual, en general, ya no está interesado en ofrecer o proponer contenidos u obras como las que a él le interesa ver o hacer. Y que por ello había encontrado atractiva la posibilidad de la combinación entre libertad y alcance de una plataforma como Netflix. Una situación muy distinta a lo que debió enfrentar a inicios de los noventa.

Esta nueva temporada de Twin Peaks estará compuesta por 18 episodios que se estrenarán semanalmente. La propuesta de Lynch invita a dejarse llevar por un mundo de ideas y sugerencias, de posibilidades y emociones que buscan provocar una experiencia personal, no una respuesta específica o contar una única historia con una única interpretación. Quiere meterse en la mente del espectador y dejar ahí una idea o una sensación, nunca una certeza o un concepto claro, que de vueltas dentro nuestro, alrededor de algo: un detalle, un momento, un diálogo, una escena, un personaje, un recuerdo.

Quizás no sea un viaje para cualquier tipo de espectador, pero para los interesados en tomar riesgos y oportunidades, en experimentar sobre cómo sentirse y pensar alrededor de una serie y una historia, Lynch es sin duda uno de los más vanguardistas e interesantes guías de nuestros tiempos.

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