“Tiempo sin pulso” y “El vigilante”: Óperas primas en Morelia

“Tiempo sin pulso” y “El vigilante”: Óperas primas en Morelia

Las óperas primas “Tiempo sin pulso” y “El vigilante” compiten en la Selección Oficial del 14º Festival Internacional de Cine de Morelia.

Tiempo de lectura: 3 minutos

La 14° edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) se lleva a cabo del 21 al 30 de octubre en Cinépolis Centro, así como otras sedes aledañas. En esta ocasión, el festival cuenta con más de una docena de estrenos internacionales con invitados especiales, así como una vibrante selección de largometrajes mexicanos en competencia. Dos de los largometrajes mexicanos de ficción en competencia son Tiempo sin pulso, de Bárbara Ochoa Castañeda, y El vigilante, de Diego Ros, ambas óperas primas.

Tiempo sin pulso

Escrita y dirigida por Bárbara Ochoa Castañeda, Tiempo sin pulso sigue a Bruno, un joven de 18 años (Andrés Lupone) con una trastocada perspectiva del placer sexual. Su curiosidad es atacada constantemente por un deseo de represión. El origen de ello está en la muerte de su hermano, ocurrida dos años atrás, y el duelo encendido de su madre (Carmen Beato), quien no ha podido superar la pérdida.

Ochoa, egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica, regresó al FICM para el estreno de su ópera prima tras haber presentado el cortometraje Marea Alta en la edición de 2010.

Bárbara Ochoa Castañeda presenta "Tiempo sin pulso"

Bárbara Ochoa Castañeda presenta “Tiempo sin pulso” en el FICM.

La cinta sucede en torno a los cumpleaños de ambos –separados por poco más de una semana– y cómo la madre insiste en celebrar al hijo fallecido y las secuelas que eso deja en la familia. Todo esto, desde la perspectiva de un joven que está por cumplir la edad que tenía su hermano al morir. Aunado a ello, está el regreso de su primera novia a su ciudad, cuya aparición le hace reconsiderar su posición ante el deseo y el amor.

Lupone, protagonista de la cinta, debuta como actor en Tiempo sin pulso. De acuerdo con él, los realizadores buscaban a alguien con una personalidad parecida para que el trabajo luciera más natural. “La personalidad de Bruno no me costó tanto trabajo, porque era como ser yo”, señala el actor.

“La muerte nos transforma como seres humanos porque es algo que está latente”, dijo la directora en una sesión de preguntas y respuestas al concluir la cinta. “Yo la relaciono con la incapacidad del personaje para vivir su sexualidad y vinculo esta dualidad entre pulsión de vida y pulsión de muerte”. Además, la directora se esforzó en contextualizar la situación del personaje principal a través de las noticias y medios impresos a su alrededor.

El vigilante

Diego Ros ha participado en la posproducción de al menos una docena de cintas mexicanas, como KM 31 (2006) y Bacalar (2011). Ahora, inspirado por el nacimiento de su segunda hija, decidió construir El vigilante, su ópera prima. La cinta cuenta la historia de Salvador –interpretado por Leonardo Alonso–, el guardia privado de una obra en construcción. En un día de fiesta, una camioneta con un cadáver es abandonada a unos metros de su lugar de trabajo, así, él y su compañero parecen ser los únicos testigos del incidente. Una serie de eventos adicionales extienden su jornada, convirtiéndose en una pesadilla.

Diego Ros presenta su ópera prima

Diego Ros presenta su ópera prima “El vigilante” en el FICM.

El vigilante brilla por su manejo del suspenso y la artesanía del desarrollo narrativo. Sin embargo, falla en atar muchos de los cabos que estructuran la obra. Por ello, Ros parece inclinarse más hacia una exploración del tema de la violencia en México y el deber ser, que hacia una cinta de género.

“Queríamos que la película fuera oscura”, dijo Ros, quien buscó abordar el tema de la violencia de forma honesta. “No es fácil hablar de un tema de lo que pasa en el país sin caer en melodramas o esperanzas. Sí, es una alegoría sobre el país y la relación que hay con uno, qué tan cómplice es uno”. Por ello, de acuerdo con el director, el camino del personaje principal está lleno de situaciones en las que él no pidió estar.

Alonso define a su personaje como alguien real, un hombre que viaja por dos horas para llegar a su jornada laboral de 12 horas. “[Salvador] es complejo, es íntegro, es bueno, quiere hacer las cosas bien”, dice el actor. “Cuando recibí el guión tuve miedo; es un personaje que sale todo el tiempo y que quiere descubrir qué pasa y decir la verdad”.

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