El otro montaje

El otro montaje

Guadalupe Vallarta Cisneros lleva ocho años trabajando por la libertad de los suyos. Su hermano Israel —el ex novio de Florence Cassez— y otros cinco miembros de su familia han sido acusados de secuestro, torturados y condenados por la opinión pública.  Detrás de esta “familia de secuestradores” se esconde una historia silenciada por la agitación del caso Cassez.

Tiempo de lectura: 18 minutos

Guadalupe Vallarta iba comprando nuevos libreros a medida que las autoridades detenían a sus hermanos y sobrinos; los usaba para almacenar sus expedientes judiciales. Su casa de la colonia Doctores, una vivienda húmeda y de una sola planta, está llena de papeles. Casi no hay otra cosa: expedientes que desbordan los estantes, invaden el sofá, la mesa y las sillas de plástico; cuando no queda espacio, se apilan en el suelo. Montones de documentos con las causas penales contra su hermano Israel, detenido en 2005 y acusado de liderar la banda de secuestradores de Los Zodiaco junto con Florence Cassez, y contra varios hermanos y sobrinos: René, Juan Carlos y Alejandro, capturados en 2009, y Mario y Sergio, en 2012. Hasta ahora, todos siguen encarcelados, con excepción de Cassez, que salió libre en enero 2013.

La noticia de la detención de Israel sorprendió a Guadalupe en la cama, enferma de dengue. Era la mañana del 9 de diciembre de 2005 y ella estaba dormida. “Mi hermana Yolanda irrumpió en mi cuarto y me dijo que habían detenido a Israel y a Florence”, dice. En la televisión estaban las imágenes de su hermano y su novia esposados en el Rancho Las Chinitas, el domicilio de Israel, una pequeña propiedad en Topilejo, en la carretera libre México-Cuernavaca. Los reporteros decían que la pareja había sido sorprendida en flagrancia por la Agencia Federal de Investigación (AFI) mientras retenía a tres personas, entre ellas un niño de once años, contra su voluntad en una cabaña del jardín.

Guadalupe vivía en Iztapalapa con su hermana Yolanda y sus padres, Jorge Vallarta y Gloria Cisneros, de 79 y 72 años, respectivamente. “Se veía a Israel, agachado, con el rostro golpeado. Me impactaron tanto estas imágenes que no pude pensar. Creí que se trataba de un error, porque sé que mi hermano no es así. No sabíamos cómo hablar de eso con mi mamá porque pensamos que no iba a soportar la noticia —a media mañana, la familia se fue juntando, los hermanos llegaban a cuentagotas a la casa de Iztapalapa—. Todos repetíamos: ‘No es cierto, no es cierto’, y luego: ‘¿Será cierto?’, porque era muy fuerte. En la televisión todo el mundo decía que eran secuestradores. Por un lado, sabíamos que era falso, pero, por otro, no teníamos información. Mi mamá insistía en que había algo extraño en estas imágenes”.

Llamaron a Héctor Trujillo, un amigo abogado con quien Guadalupe había trabajado varios años antes. La prioridad era encontrar a Israel y Florence. La familia los buscó en agencias de la Procuraduría General de la República (PGR). René y Mario, dos de los hermanos, pasaron un par de días sentados debajo del monumento a la Revolución, frente a la entrada de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO). Después de dos días, les dijeron que estaban detenidos ahí pero no pudieron hablar con ellos.

Se les acercaron unos policías que decían ser de la AFI y les pidieron doscientos mil pesos a cambio de la libertad de Israel, pero la familia se negó a pagar. “Pensábamos que de todas formas sería liberado rápidamente”.

Las autoridades ordenaron el arraigo de la pareja el 10 de diciembre, pero se negaron a informar a la familia. Un día después los padres de Israel acudieron a la Comisión Nacional de Derechos Humanos para presentar una denuncia por la detención y el maltrato de su hijo.

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