El extranjero: El desafío de un migrante latino en la era de Trump

El extranjero

Jorge Ramos
Ilustraciones de Diego Huacuja T.

El periodista Jorge Ramos ha vivido en Estados Unidos más de la mitad de su vida. Presentamos un adelanto de su libro “Stranger”, donde reflexiona sobre el creciente sentimiento anti-inmigrante que prevalece en ese país.

Tiempo de lectura: 12 minutos

Hay veces en que me siento como un extraño en el país donde he pasado más de la mitad de mi vida. No es por falta de oportunidades ni una queja. Es, más bien, una especie de desilusión. Jamás me imaginé que después de 35 años en Estados Unidos iba a seguir siendo un stranger para muchos. Pero eso soy.

A pesar de ese sentimiento, quiero empezar en el agradecimiento. En Estados Unidos nacieron mis hijos, lo que más quiero en este mundo; aquí he ejercido mi pasión y mi profesión —el periodismo— con absoluta libertad; aquí existe una energía de cambio, deseo de innovación y una apertura difíciles de encontrar en otras partes del planeta; aquí casi todos somos inmigrantes o descendientes de extranjeros y eso siempre ayuda para saltar fronteras y para llegar al límite de lo posible; aquí sigue prevaleciendo la idea de que la democracia es el sistema político que todos aceptamos y que el concepto de igualdad está establecido desde el primer momento de independencia de esta nación; aquí se puede vivir bien y con justicia —que en su sentido original significa darle a cada quien lo que se merece.

Por eso vivo aquí. Tengo el privilegio de compartir con millones de personas la maravillosa coincidencia de querer vivir en un país y de que ese país te acepte con los brazos abiertos. Me hice estadounidense por voluntad y Estados Unidos, también voluntariamente, me aceptó.

Nada de esto, por supuesto, borra de donde vengo. Nací y crecí en México y nunca dejaré de ser mexicano. Adoro la solidaridad de los mexicanos, es una nación maravillosa donde nunca te sientes solo, con una historia mágica e incomparable. Es un extraordinario país que crece con ganas y que expande su cultura a todo el planeta —muy distinto a la corrupta imagen de sus gobiernos y a la violencia que vemos en las noticias. La mayor parte de mi familia sigue viviendo en México, visito el país varias veces al año y me preocupa, siempre, lo que ocurre en los dos lados de la frontera.

Mi vida privada y mi vida pública es binacional y transnacional. Soy, simultáneamente, mexicano, estadounidense, latino, extranjero, inmigrante, emigrante, chilango y, sin duda, muchas cosas más. Es decir, para muchos soy el otro.

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