Las narraciones de Franz Kafka son particularmente reveladoras en cuanto a la extrañeza, la ininteligibilidad, el temor y hasta el absurdo de los aparatos burocráticos de los Estados modernos; quienes deciden, o bien, se ven forzados a relacionarse con ellos se pierden al intentar comprender su lógica, aunque la vida, el patrimonio y la libertad dependen de conseguirlo.
Los rituales indígenas no han podido escapar de las apropiaciones culturales indebidas. Después de ser combatidos por el Estado y el mercado, se han creado rituales performáticos con el sólo propósito de hacer política y reforzar estereotipos.
La etiqueta “cultura mexicana” esconde muchas otras culturas de las que el país toma elementos para construirse a sí mismo. Las personas que buscan un disfraz mexicano para estas fechas ignoran el nombre de los pueblos indígenas que lo crearon y portaron durante siglos. ¿Será que ser mexicano o mexicana está realmente vacío de contenido cultural?
Muchos han muerto por no reconocer una línea, a sus ojos, invisible. Por cruzar un campo o un arroyo sin marcas. A unos días de septiembre, el mes patrio en México, ésta es una reflexión sobre la patria desde el derecho. ¿Qué es lo que le da unidad a nacimientos, muertes, personas, batallas, música y textiles? Una narrativa patriótica.
La función de la “persona” en el derecho es esencial para el actuar de la sociedad. Mediante ella, se señala nuestros límites y posibilidades en el gran juego social en el que diariamente participamos, querámoslo o no.
Las funciones del derecho en la vida cotidiana son tantas y tan comunes que pasan desapercibidas. Una de ellas es nombrar a una gran cantidad de personas, cosas y fenómenos como la actual pandemia. Nombrar es crear. Al hacerlo, se crea una materialidad desde luego jurídica, pero también social.
Hay periodistas que se enfrentan de manera heroica al poder y a los que buscan dinamitar el debate público, la reflexión disidente, para reproducir hasta la nausea el modelo que persigue la guerra contra la diversidad ideológica. A pesar de los que hemos perdido en el camino, el periodismo sigue vivo.
En Guerrero, el sistema de justicia comunitario, al margen del gobierno, lleva más de una década de existir. Pero con la violencia generada en
los últimos años por el crimen organizado han surgido grupos de autodefensa, los cuales se enfrentan no sólo a los delincuentes, sino al
desprestigio mediático, a ser absorbidos por el gobierno y, sobre todo, a su propia ambigüedad.