Ya puede verse en Netflix la adaptación de la novela exitosa sobre un pueblo infernal en Veracruz que, al no poder comunicar la interioridad de los personajes, sino solo sus acciones, termina siendo anecdótica pero sobre todo una expresión de pornomiseria.
Cuando pensamos en la literatura de terror, solemos recordar primero a autores anglosajones, sin embargo, en Hispanoamérica este género también tiene una tradición longeva y, recientemente, varias autoras han sobresalido por emplear recursos de este tipo para exponer las condiciones sociales y políticas que se viven en estos países.
Una reseña –¿ligeramente a destiempo?– sobre las reacciones ante la novedad editorial, las interpretaciones que guían o se imponen sobre la lectura del último libro de Fernanda Melchor y algunos aspectos más que todavía no se han comentado.
Es momento de que la voz masculina, que dominó durante siglos, guarde silencio, pero sobre todo de que escuche. Es momento de salir a las calles, a gritar, a exigir, a pintar paredes, a denunciar. No es venganza, es hartazgo, son ganas de visibilizar y destruir los hilos de una narrativa que pesa: la de los ganadores y las perdedoras.