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El proyecto fotográfico <i>Like an Idol</i> ofrece una mirada íntima al mundo de un grupo de adolescentes mexicanos apasionados por el <i>k-pop</i>.
En la Ciudad de México, el k-pop comenzó a echar raíces en 2002. Año tras año, con sus infinitas formas y expresiones —series de televisión, cómics, baile, conciertos y productos de merchandising—, ha ido conquistando territorio y corazones hasta convertirse en uno de los géneros musicales más consumidos en México: se calcula que son poco más de cuatro millones de fans en el país.
Cada domingo, en la Plaza de la República, en los alrededores y bajo el Monumento a la Revolución de la Ciudad de México, los adolescentes se reúnen para “retarse” y apoyarse, creando así una verdadera comunidad.
El k-pop no se trata solo de vestir y bailar de cierta forma. Es, tal cual, un estilo de vida, una herramienta poderosa de liberación para jóvenes que miran hacia otras culturas y se inspiran en sus ídolos para descubrir y expandir su identidad.
El proyecto curatorial que aquí se presenta incluye un video, producido en colaboración con el grupo A-ZONE —un conjunto de chicas y chicos de entre 17 y 24 años—. Adicionalmente, un equipo de escenógrafos, maquillistas y estilistas complementa la exploración de lo que significa para estos jóvenes bailar y vivir con pasión el fenómeno musical global en que se ha convertido el k-pop.
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Este es el documental del proyecto Like an Idol:






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Eugenia y Vanessa comparten risas y recuerdos mientras hojean sus álbumes en los que coleccionan idol photo cards.
El proyecto fotográfico <i>Like an Idol</i> ofrece una mirada íntima al mundo de un grupo de adolescentes mexicanos apasionados por el <i>k-pop</i>.
En la Ciudad de México, el k-pop comenzó a echar raíces en 2002. Año tras año, con sus infinitas formas y expresiones —series de televisión, cómics, baile, conciertos y productos de merchandising—, ha ido conquistando territorio y corazones hasta convertirse en uno de los géneros musicales más consumidos en México: se calcula que son poco más de cuatro millones de fans en el país.
Cada domingo, en la Plaza de la República, en los alrededores y bajo el Monumento a la Revolución de la Ciudad de México, los adolescentes se reúnen para “retarse” y apoyarse, creando así una verdadera comunidad.
El k-pop no se trata solo de vestir y bailar de cierta forma. Es, tal cual, un estilo de vida, una herramienta poderosa de liberación para jóvenes que miran hacia otras culturas y se inspiran en sus ídolos para descubrir y expandir su identidad.
El proyecto curatorial que aquí se presenta incluye un video, producido en colaboración con el grupo A-ZONE —un conjunto de chicas y chicos de entre 17 y 24 años—. Adicionalmente, un equipo de escenógrafos, maquillistas y estilistas complementa la exploración de lo que significa para estos jóvenes bailar y vivir con pasión el fenómeno musical global en que se ha convertido el k-pop.
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Este es el documental del proyecto Like an Idol:






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El proyecto fotográfico <i>Like an Idol</i> ofrece una mirada íntima al mundo de un grupo de adolescentes mexicanos apasionados por el <i>k-pop</i>.
En la Ciudad de México, el k-pop comenzó a echar raíces en 2002. Año tras año, con sus infinitas formas y expresiones —series de televisión, cómics, baile, conciertos y productos de merchandising—, ha ido conquistando territorio y corazones hasta convertirse en uno de los géneros musicales más consumidos en México: se calcula que son poco más de cuatro millones de fans en el país.
Cada domingo, en la Plaza de la República, en los alrededores y bajo el Monumento a la Revolución de la Ciudad de México, los adolescentes se reúnen para “retarse” y apoyarse, creando así una verdadera comunidad.
El k-pop no se trata solo de vestir y bailar de cierta forma. Es, tal cual, un estilo de vida, una herramienta poderosa de liberación para jóvenes que miran hacia otras culturas y se inspiran en sus ídolos para descubrir y expandir su identidad.
El proyecto curatorial que aquí se presenta incluye un video, producido en colaboración con el grupo A-ZONE —un conjunto de chicas y chicos de entre 17 y 24 años—. Adicionalmente, un equipo de escenógrafos, maquillistas y estilistas complementa la exploración de lo que significa para estos jóvenes bailar y vivir con pasión el fenómeno musical global en que se ha convertido el k-pop.
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Este es el documental del proyecto Like an Idol:






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Eugenia y Vanessa comparten risas y recuerdos mientras hojean sus álbumes en los que coleccionan idol photo cards.
El proyecto fotográfico <i>Like an Idol</i> ofrece una mirada íntima al mundo de un grupo de adolescentes mexicanos apasionados por el <i>k-pop</i>.
En la Ciudad de México, el k-pop comenzó a echar raíces en 2002. Año tras año, con sus infinitas formas y expresiones —series de televisión, cómics, baile, conciertos y productos de merchandising—, ha ido conquistando territorio y corazones hasta convertirse en uno de los géneros musicales más consumidos en México: se calcula que son poco más de cuatro millones de fans en el país.
Cada domingo, en la Plaza de la República, en los alrededores y bajo el Monumento a la Revolución de la Ciudad de México, los adolescentes se reúnen para “retarse” y apoyarse, creando así una verdadera comunidad.
El k-pop no se trata solo de vestir y bailar de cierta forma. Es, tal cual, un estilo de vida, una herramienta poderosa de liberación para jóvenes que miran hacia otras culturas y se inspiran en sus ídolos para descubrir y expandir su identidad.
El proyecto curatorial que aquí se presenta incluye un video, producido en colaboración con el grupo A-ZONE —un conjunto de chicas y chicos de entre 17 y 24 años—. Adicionalmente, un equipo de escenógrafos, maquillistas y estilistas complementa la exploración de lo que significa para estos jóvenes bailar y vivir con pasión el fenómeno musical global en que se ha convertido el k-pop.
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El proyecto fotográfico <i>Like an Idol</i> ofrece una mirada íntima al mundo de un grupo de adolescentes mexicanos apasionados por el <i>k-pop</i>.
En la Ciudad de México, el k-pop comenzó a echar raíces en 2002. Año tras año, con sus infinitas formas y expresiones —series de televisión, cómics, baile, conciertos y productos de merchandising—, ha ido conquistando territorio y corazones hasta convertirse en uno de los géneros musicales más consumidos en México: se calcula que son poco más de cuatro millones de fans en el país.
Cada domingo, en la Plaza de la República, en los alrededores y bajo el Monumento a la Revolución de la Ciudad de México, los adolescentes se reúnen para “retarse” y apoyarse, creando así una verdadera comunidad.
El k-pop no se trata solo de vestir y bailar de cierta forma. Es, tal cual, un estilo de vida, una herramienta poderosa de liberación para jóvenes que miran hacia otras culturas y se inspiran en sus ídolos para descubrir y expandir su identidad.
El proyecto curatorial que aquí se presenta incluye un video, producido en colaboración con el grupo A-ZONE —un conjunto de chicas y chicos de entre 17 y 24 años—. Adicionalmente, un equipo de escenógrafos, maquillistas y estilistas complementa la exploración de lo que significa para estos jóvenes bailar y vivir con pasión el fenómeno musical global en que se ha convertido el k-pop.
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Eugenia y Vanessa comparten risas y recuerdos mientras hojean sus álbumes en los que coleccionan idol photo cards.
En la Ciudad de México, el k-pop comenzó a echar raíces en 2002. Año tras año, con sus infinitas formas y expresiones —series de televisión, cómics, baile, conciertos y productos de merchandising—, ha ido conquistando territorio y corazones hasta convertirse en uno de los géneros musicales más consumidos en México: se calcula que son poco más de cuatro millones de fans en el país.
Cada domingo, en la Plaza de la República, en los alrededores y bajo el Monumento a la Revolución de la Ciudad de México, los adolescentes se reúnen para “retarse” y apoyarse, creando así una verdadera comunidad.
El k-pop no se trata solo de vestir y bailar de cierta forma. Es, tal cual, un estilo de vida, una herramienta poderosa de liberación para jóvenes que miran hacia otras culturas y se inspiran en sus ídolos para descubrir y expandir su identidad.
El proyecto curatorial que aquí se presenta incluye un video, producido en colaboración con el grupo A-ZONE —un conjunto de chicas y chicos de entre 17 y 24 años—. Adicionalmente, un equipo de escenógrafos, maquillistas y estilistas complementa la exploración de lo que significa para estos jóvenes bailar y vivir con pasión el fenómeno musical global en que se ha convertido el k-pop.
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