Hoy México debe ahorrarse especulación y demostrar, de nuevo, que tiene más para preocupar adelante que para contener atrás. En la expectativa tras la increíble victoria contra el campeón del mundo, regresa el nerviosismo. Los buenos momentos en la cancha se traslapan con las tragedias nacionales de antes, con las de siempre, y nos reiteran cómo la justicia deportiva le ha fallado en reciprocidad a nuestra tenacidad para ilusionarnos. Eso y mucho más se revive y se revuelca en nuestros estómagos gracias a La breve historia del ya merito, un libro que recorre la historia del futbol mexicano a través de las plumas de Luigi Amara, Bef, Guillermo Fadanelli, Julián Herbert y Juan Villoro, entre otros.
Con el clima político mexicano actual y a pocos días una de las elecciones más determinantes de la historia reciente, Rodrigo Márquez Tizano, editor y escritor de uno de los textos del libro, nos recuerda que, “cada campeonato arranca de vuelta en nuestra infancia, y que a veces es mejor envejecer en mundiales que en sexenios”, aunque ninguno tenga segundas vueltas. Ambos fenómenos tienen la capacidad de echar amargas raíces en los mexicanos, que con el tiempo se riegan de nostalgia.
En pleno mundial, el libro nos acerca a vivir lo no vivido y a repasar lo empolvado en la estantería de la memoria colectiva. Aunque sus anaqueles no guardan trofeos de relevancia (de selección mayor varonil), sí conservan al menos una que otra pincelada de osadía, de aplomo, de defensa casi castrense de la playera.Este bien logrado vistazo al pasado de nuestra afición futbolera nos hace caer en cuenta que algunas cosas han cambiado, pero la mayoría se mantiene inmune al tiempo. Podrán cambiar las formas, pero no los fondos. Nuestra selección ha prolongado deliberadamente su adolescencia futbolística, como señala Pablo Duarte. Los directivos que priorizan el negocio y los jugadores que optan por los eventos de integración, entre muchas otras cosas, nos hacen terminar con los resultados de siempre. De eso hemos y habremos de adolecer, sabrá Messi cuánto tiempo más.[caption id="attachment_212720" align="aligncenter" width="715"]
James Willamor, vía Flickr.[/caption]Vivimos tiempos donde la selección nacional ha logrado una de las derramas económicas más fuertes de su industria, y el “mole tour” (partidos amistosos en Estados Unidos) pareciera influir en nuestros seleccionados (en su mayoría de talla europea) para convertirse en “Jamaicones” del hot dog y la hamburguesa, de los malls y de los nightclubs, y así, se estarán yendo probablemente, los mejores años de una generación marcada.En charla con el editor le pregunté cómo se materializa el ‘ya merito’. El que nos sorprende cada cuatros años. ¿Ocupa algún espacio físico o abstracto? ¿Dónde podríamos encontrarlo si quisiéramos ir a reventarlo a pedradas?“El ya merito es más bien un estado de excepción, una rasgadura del tiempo-espacio, temporal indeterminada. Es una especie de flotación en el vacío, pero también es un lugar donde podemos reposar, donde podemos parar la pelota, voltear a ver lo que ocurre y después escribir sobre ello”, dice. “ El ya merito es a veces una manera de combatir la visión binaria, donde sólo hay quien gana y quien pierde, y en medio, no hay absolutamente nada. Lo que nos da el ‘ya merito’ es la posibilidad de estirar el tiempo para combatir esa visión”.
***
También les puede interesar:
Juan Villoro: El escritor que no se volvió cobarde ni caníbal
México, EE.UU., Canada serán sede del Mundial 2026
Hablando de Agendas Nacionales: #NiUnaMás
***
Como es propio de un texto aterrizado y honesto, son de esperarse posicionamientos crudos y afilados, como los de Juan Pablo Villalobos, quien apunta que “hay pueblos que inventan, como hay hombres que inventan; y hay pueblos que imitan, como imitamos los individuos”. Y con la esperanza en declive, concluye: “mientras no resolvamos nuestros problemas sociales, antropológicos, históricos, políticos, raciales y espirituales, no vamos a ganar el Mundial. Ni ese ni ningún otro”.Habrá quien se identifique en cambio con las visiones de los que, como yo, anhelaron ponerse los guantes y el traje fluorescente; de quienes, terminado un partido del seleccionado tricolor salían al jardín y jugaban a meter las que se fallaron; de quienes optaron por eso, para no quedarse a escuchar a los negativos analistas de pipa y guante que seguían en la cocina terminándose la botana.
“Las palabras siempre son las mismas, falta de garra, espíritu, idea futbolística. La incapacidad para traducir el dominio del balón en oportunidades concretas y favorables en el área rival, y la falta de técnica individual para convertir algunas de estas oportunidades”, señala Pablo Duarte en su ensayo.Si bien esas son pesquisas en todo futbol inoperante -que podríamos achacarle igual al Tri del Chepo, que a la albiceleste en su fallido intento de Maracanazo-, parece, al menos en nuestro caso, que esos calificativos son inmanentes. Se han desmenuzado también, a lo largo de la historia, triunfos y fracasos a la luz de los planteamientos de sus timoneles. “Ven acá Mejía Barón”, me decía mi papá cuando regresaba de la tiendita, intentando quedarme con el cambio; aludiendo al cambio que nunca llegó frente a Bulgaria en 1994, cuando “el macho” Hugo Sánchez se quedó afuera, calentando, mientras la selección perdía uno de los partidos más importantes de su historia.[caption id="attachment_212718" align="aligncenter" width="715"]
Greg Walters, vía Flickr[/caption]
¿En algún periodo, en algún torneo, o de menos en un partido, fuimos alguna vez eficaces en el ejercicio metafísico de ‘hacer tiempo’, del que habla Juan Villoro? En esta soberbia del planteamiento, ¿está José Antonio Roca repitiendo cuatrienio?, ¿estamos, con Osorio, repitiendo nuestro voto por la soberbia? “Las épocas son distintas. Antes se hablaba mucho menos con la prensa. Si el futbol moderno a veces nos puede parecer asqueroso, lleno de negocios, de cosas que importan más que el juego, el periodismo deportivo es tres veces más asqueroso”, dice Tizano. “Es invasivo, no toma en cuenta la intimidad del futbolista. No estoy seguro de que tengamos que saber tanto de tantas cosas intrascendentes para disfrutar el juego. Hay todo el tiempo una especie de juicio sumario de la prensa, de las redes. El juicio fácil, el meme, la patadita pasando”, apunta el editor, añadiendo para las quinielas, que tanto en la escena electoral como en la mundialista, seguiremos quedando en los octavos.
En el último partido amistoso antes del mundial, México perdió 2-0 contra Dinamarca, recibiendo un gol con jugada de saque lateral. Si como menciona Ochoa, uno de los objetivos era no ‘mostrar las armas’, el objetivo se cumplió, las ocultaron y muy bien.[caption id="attachment_212721" align="aligncenter" width="715"]
Greg Walters, vía Flickr[/caption]Para los bienaventurados integrantes de la lista de 23, lo mejor que les pudiéramos decir como afición, lo ha dicho Tizano ya:“La historia no la escriben los que ganan ni los que pierden. La reescriben los que renuncian al tiempo. Si cada año mundialista es una escenificación de la épica al alcance de todos, cabe aclarar que lo sobrenatural y lo inesperado juegan un papel fundamental en la construcción de esa heroicidad lírica, que en algún momento dejó de preguntarse quién ganó, para comenzar a cuestionarse qué significa ganar”.