Carlos Aguiar Retes y las elecciones de 2018

Carlos Aguiar Retes y las elecciones de 2018

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Tiempo de Lectura: 00 min

¿Quién es Carlos Aguiar Retes, nuevo arzobispo primado de México, y qué significa su nombramiento rumbo a las elecciones del 2018 en México?

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Se va. Norberto Rivera Carrera deja la Arquidiócesis de México por la puerta trasera. El Vaticano sólo le concedió seis meses más después de que, por ley canónica, presentara su renuncia por edad avanzada el 6 de junio de 2017, la cual fue aceptada ayer 6 de diciembre. En los usos y costumbres del Vaticano, seis meses es un mensaje: “no te aguantamos”. Lo normal es dejar al obispo uno, dos años más después de los 75. Algunos tienen mucha suerte, como Juan Sandoval Íñiguez, que se quedó casi cuatro años más al frente de Guadalajara después de la edad de retiro. A Onésimo Cepeda, primer obispo de Ecatepec, apenas le dieron 44 días. A Norberto, 180.Norberto Rivera Carrera tenía un antagonista en el episcopado mexicano. Se llamaba Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla. Aguiar Retes ahora pasa a ser el cardenal primado de México por los siguientes ocho o diez años (tiene 67 de edad), a menos, claro, que ocurran tres cosas: la muerte, un cargo en la curia romana o el papado, pero por ahora parecen remotas.Aguiar Retes es el obispo mexicano con más oficio y roce político. En 2006, como secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), organizó una pasarela con los candidatos presidenciales, a quienes emplazó a comprometerse con las reformas estructurales. Unos meses después fue elegido presidente de la CEM, y ahí permaneció los seis años del sexenio de Felipe Calderón. Su llegada a la Arquidiócesis de México en vísperas de las elecciones de 2018 confirma el interés del papa en la sucesión presidencial mexicana y lo sitúa como el interlocutor de la Iglesia con los candidatos y el poder civil.A diferencia del papa Francisco, su amigo personal, Aguiar Retes no es un obispo de barrio. Recorrió un camino más tradicional: rector del seminario de Tepic, estudios en Roma, obispo de diócesis cada vez más relevantes (Texcoco, Tlalnepantla, México) y sobre todo cargos en las conferencias de prelados: secretario general y luego presidente de la CEM, vicepresidente y luego presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Es un obispo de oficinas, no de calles. Su trayectoria es una carrera, y esa mera palabra, “carrera”, se mira con suspicacia. En el Vaticano de Francisco no hay peor insulto que carrerista, que se lanza contra sacerdotes y obispos más preocupados por los cargos que por seguir el Evangelio.

Carlos Aguiar Retes arzobispo, int

A Aguiar Retes le gustan la pintura, la lectura y la conversación, y tiene amigos en todos los partidos políticos -- más entre panistas y priistas. Hoy además despertó papable. Aunque pareciera remoto que un latinoamericano releve a otro latinoamericano, después de la elección de Bergoglio todo puede suceder. Pero no la tendrá fácil: deberá gobernar una diócesis (la segunda más poblada del mundo después de Manila) con una sangría permanente de creyentes, que se van a otras convicciones religiosas o dejan la fe. Convivirá con un gobierno local que, muy probablemente, simpatice con el matrimonio igualitario y la interrupción del embarazo, derechos ya ganados en la Ciudad de México.Ante el bajo perfil de Francisco Robles Ortega, actual presidente de la CEM, creo que Aguiar Retes se asumirá como la voz más presente de la Iglesia católica en la vida pública. Impulsará su agenda, tradicional y conservadora, al tiempo que le tocará defender a una institución que viene de los escándalos de la Legión de Cristo, el sacerdocio pederasta, y el presunto encubrimiento de su antecesor, Norberto Rivera, de curas abusadores.Norberto Rivera Carrera encabezó la Arquidiócesis de México durante 22 años. Llegó con el respaldo de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y del nuncio Jerónimo Prigione. Su brinco meteórico, de la diócesis de Tehuacán a la Arquidiócesis de México, fue un premio por haber clausurado el Seminario Regional del Sureste (Seresure), un seminario interdiocesano donde sobrevivía la Teología de la Liberación. Desde la Arquidiócesis se hizo amigo de los hombres más ricos del país: Carlos Slim y, sobre todo, Olegario Vázquez Raña. Procuró estar cerca siempre del poder político. Como pastor, dicen los expertos, fue un fracaso.No hay sorpresas con la elección de Carlos Aguiar Retes como Arzobispo de México. Era el más preparado y el más cercano a los afectos del papa. Lo sorpresivo son las formas y los tiempos: tan rápido como para mandar dos mensajes. El primero, al interior de la Iglesia: este papa no comulga con la personalidad ni el estilo de Norberto Rivera. Y otro más hacia fuera: las elecciones de 2018 son importantes para el Vaticano, que las seguirá de cerca a través de Carlos Aguiar Retes.

* * *

También te recomendamos:Jorge Bergoglio, el pastor.Los millonarios de Cristo.

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¿Quién es Carlos Aguiar Retes, nuevo arzobispo primado de México, y qué significa su nombramiento rumbo a las elecciones del 2018 en México?

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Se va. Norberto Rivera Carrera deja la Arquidiócesis de México por la puerta trasera. El Vaticano sólo le concedió seis meses más después de que, por ley canónica, presentara su renuncia por edad avanzada el 6 de junio de 2017, la cual fue aceptada ayer 6 de diciembre. En los usos y costumbres del Vaticano, seis meses es un mensaje: “no te aguantamos”. Lo normal es dejar al obispo uno, dos años más después de los 75. Algunos tienen mucha suerte, como Juan Sandoval Íñiguez, que se quedó casi cuatro años más al frente de Guadalajara después de la edad de retiro. A Onésimo Cepeda, primer obispo de Ecatepec, apenas le dieron 44 días. A Norberto, 180.Norberto Rivera Carrera tenía un antagonista en el episcopado mexicano. Se llamaba Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla. Aguiar Retes ahora pasa a ser el cardenal primado de México por los siguientes ocho o diez años (tiene 67 de edad), a menos, claro, que ocurran tres cosas: la muerte, un cargo en la curia romana o el papado, pero por ahora parecen remotas.Aguiar Retes es el obispo mexicano con más oficio y roce político. En 2006, como secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), organizó una pasarela con los candidatos presidenciales, a quienes emplazó a comprometerse con las reformas estructurales. Unos meses después fue elegido presidente de la CEM, y ahí permaneció los seis años del sexenio de Felipe Calderón. Su llegada a la Arquidiócesis de México en vísperas de las elecciones de 2018 confirma el interés del papa en la sucesión presidencial mexicana y lo sitúa como el interlocutor de la Iglesia con los candidatos y el poder civil.A diferencia del papa Francisco, su amigo personal, Aguiar Retes no es un obispo de barrio. Recorrió un camino más tradicional: rector del seminario de Tepic, estudios en Roma, obispo de diócesis cada vez más relevantes (Texcoco, Tlalnepantla, México) y sobre todo cargos en las conferencias de prelados: secretario general y luego presidente de la CEM, vicepresidente y luego presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Es un obispo de oficinas, no de calles. Su trayectoria es una carrera, y esa mera palabra, “carrera”, se mira con suspicacia. En el Vaticano de Francisco no hay peor insulto que carrerista, que se lanza contra sacerdotes y obispos más preocupados por los cargos que por seguir el Evangelio.

Carlos Aguiar Retes arzobispo, int

A Aguiar Retes le gustan la pintura, la lectura y la conversación, y tiene amigos en todos los partidos políticos -- más entre panistas y priistas. Hoy además despertó papable. Aunque pareciera remoto que un latinoamericano releve a otro latinoamericano, después de la elección de Bergoglio todo puede suceder. Pero no la tendrá fácil: deberá gobernar una diócesis (la segunda más poblada del mundo después de Manila) con una sangría permanente de creyentes, que se van a otras convicciones religiosas o dejan la fe. Convivirá con un gobierno local que, muy probablemente, simpatice con el matrimonio igualitario y la interrupción del embarazo, derechos ya ganados en la Ciudad de México.Ante el bajo perfil de Francisco Robles Ortega, actual presidente de la CEM, creo que Aguiar Retes se asumirá como la voz más presente de la Iglesia católica en la vida pública. Impulsará su agenda, tradicional y conservadora, al tiempo que le tocará defender a una institución que viene de los escándalos de la Legión de Cristo, el sacerdocio pederasta, y el presunto encubrimiento de su antecesor, Norberto Rivera, de curas abusadores.Norberto Rivera Carrera encabezó la Arquidiócesis de México durante 22 años. Llegó con el respaldo de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y del nuncio Jerónimo Prigione. Su brinco meteórico, de la diócesis de Tehuacán a la Arquidiócesis de México, fue un premio por haber clausurado el Seminario Regional del Sureste (Seresure), un seminario interdiocesano donde sobrevivía la Teología de la Liberación. Desde la Arquidiócesis se hizo amigo de los hombres más ricos del país: Carlos Slim y, sobre todo, Olegario Vázquez Raña. Procuró estar cerca siempre del poder político. Como pastor, dicen los expertos, fue un fracaso.No hay sorpresas con la elección de Carlos Aguiar Retes como Arzobispo de México. Era el más preparado y el más cercano a los afectos del papa. Lo sorpresivo son las formas y los tiempos: tan rápido como para mandar dos mensajes. El primero, al interior de la Iglesia: este papa no comulga con la personalidad ni el estilo de Norberto Rivera. Y otro más hacia fuera: las elecciones de 2018 son importantes para el Vaticano, que las seguirá de cerca a través de Carlos Aguiar Retes.

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Se va. Norberto Rivera Carrera deja la Arquidiócesis de México por la puerta trasera. El Vaticano sólo le concedió seis meses más después de que, por ley canónica, presentara su renuncia por edad avanzada el 6 de junio de 2017, la cual fue aceptada ayer 6 de diciembre. En los usos y costumbres del Vaticano, seis meses es un mensaje: “no te aguantamos”. Lo normal es dejar al obispo uno, dos años más después de los 75. Algunos tienen mucha suerte, como Juan Sandoval Íñiguez, que se quedó casi cuatro años más al frente de Guadalajara después de la edad de retiro. A Onésimo Cepeda, primer obispo de Ecatepec, apenas le dieron 44 días. A Norberto, 180.Norberto Rivera Carrera tenía un antagonista en el episcopado mexicano. Se llamaba Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla. Aguiar Retes ahora pasa a ser el cardenal primado de México por los siguientes ocho o diez años (tiene 67 de edad), a menos, claro, que ocurran tres cosas: la muerte, un cargo en la curia romana o el papado, pero por ahora parecen remotas.Aguiar Retes es el obispo mexicano con más oficio y roce político. En 2006, como secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), organizó una pasarela con los candidatos presidenciales, a quienes emplazó a comprometerse con las reformas estructurales. Unos meses después fue elegido presidente de la CEM, y ahí permaneció los seis años del sexenio de Felipe Calderón. Su llegada a la Arquidiócesis de México en vísperas de las elecciones de 2018 confirma el interés del papa en la sucesión presidencial mexicana y lo sitúa como el interlocutor de la Iglesia con los candidatos y el poder civil.A diferencia del papa Francisco, su amigo personal, Aguiar Retes no es un obispo de barrio. Recorrió un camino más tradicional: rector del seminario de Tepic, estudios en Roma, obispo de diócesis cada vez más relevantes (Texcoco, Tlalnepantla, México) y sobre todo cargos en las conferencias de prelados: secretario general y luego presidente de la CEM, vicepresidente y luego presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Es un obispo de oficinas, no de calles. Su trayectoria es una carrera, y esa mera palabra, “carrera”, se mira con suspicacia. En el Vaticano de Francisco no hay peor insulto que carrerista, que se lanza contra sacerdotes y obispos más preocupados por los cargos que por seguir el Evangelio.

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A Aguiar Retes le gustan la pintura, la lectura y la conversación, y tiene amigos en todos los partidos políticos -- más entre panistas y priistas. Hoy además despertó papable. Aunque pareciera remoto que un latinoamericano releve a otro latinoamericano, después de la elección de Bergoglio todo puede suceder. Pero no la tendrá fácil: deberá gobernar una diócesis (la segunda más poblada del mundo después de Manila) con una sangría permanente de creyentes, que se van a otras convicciones religiosas o dejan la fe. Convivirá con un gobierno local que, muy probablemente, simpatice con el matrimonio igualitario y la interrupción del embarazo, derechos ya ganados en la Ciudad de México.Ante el bajo perfil de Francisco Robles Ortega, actual presidente de la CEM, creo que Aguiar Retes se asumirá como la voz más presente de la Iglesia católica en la vida pública. Impulsará su agenda, tradicional y conservadora, al tiempo que le tocará defender a una institución que viene de los escándalos de la Legión de Cristo, el sacerdocio pederasta, y el presunto encubrimiento de su antecesor, Norberto Rivera, de curas abusadores.Norberto Rivera Carrera encabezó la Arquidiócesis de México durante 22 años. Llegó con el respaldo de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y del nuncio Jerónimo Prigione. Su brinco meteórico, de la diócesis de Tehuacán a la Arquidiócesis de México, fue un premio por haber clausurado el Seminario Regional del Sureste (Seresure), un seminario interdiocesano donde sobrevivía la Teología de la Liberación. Desde la Arquidiócesis se hizo amigo de los hombres más ricos del país: Carlos Slim y, sobre todo, Olegario Vázquez Raña. Procuró estar cerca siempre del poder político. Como pastor, dicen los expertos, fue un fracaso.No hay sorpresas con la elección de Carlos Aguiar Retes como Arzobispo de México. Era el más preparado y el más cercano a los afectos del papa. Lo sorpresivo son las formas y los tiempos: tan rápido como para mandar dos mensajes. El primero, al interior de la Iglesia: este papa no comulga con la personalidad ni el estilo de Norberto Rivera. Y otro más hacia fuera: las elecciones de 2018 son importantes para el Vaticano, que las seguirá de cerca a través de Carlos Aguiar Retes.

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Se va. Norberto Rivera Carrera deja la Arquidiócesis de México por la puerta trasera. El Vaticano sólo le concedió seis meses más después de que, por ley canónica, presentara su renuncia por edad avanzada el 6 de junio de 2017, la cual fue aceptada ayer 6 de diciembre. En los usos y costumbres del Vaticano, seis meses es un mensaje: “no te aguantamos”. Lo normal es dejar al obispo uno, dos años más después de los 75. Algunos tienen mucha suerte, como Juan Sandoval Íñiguez, que se quedó casi cuatro años más al frente de Guadalajara después de la edad de retiro. A Onésimo Cepeda, primer obispo de Ecatepec, apenas le dieron 44 días. A Norberto, 180.Norberto Rivera Carrera tenía un antagonista en el episcopado mexicano. Se llamaba Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla. Aguiar Retes ahora pasa a ser el cardenal primado de México por los siguientes ocho o diez años (tiene 67 de edad), a menos, claro, que ocurran tres cosas: la muerte, un cargo en la curia romana o el papado, pero por ahora parecen remotas.Aguiar Retes es el obispo mexicano con más oficio y roce político. En 2006, como secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), organizó una pasarela con los candidatos presidenciales, a quienes emplazó a comprometerse con las reformas estructurales. Unos meses después fue elegido presidente de la CEM, y ahí permaneció los seis años del sexenio de Felipe Calderón. Su llegada a la Arquidiócesis de México en vísperas de las elecciones de 2018 confirma el interés del papa en la sucesión presidencial mexicana y lo sitúa como el interlocutor de la Iglesia con los candidatos y el poder civil.A diferencia del papa Francisco, su amigo personal, Aguiar Retes no es un obispo de barrio. Recorrió un camino más tradicional: rector del seminario de Tepic, estudios en Roma, obispo de diócesis cada vez más relevantes (Texcoco, Tlalnepantla, México) y sobre todo cargos en las conferencias de prelados: secretario general y luego presidente de la CEM, vicepresidente y luego presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Es un obispo de oficinas, no de calles. Su trayectoria es una carrera, y esa mera palabra, “carrera”, se mira con suspicacia. En el Vaticano de Francisco no hay peor insulto que carrerista, que se lanza contra sacerdotes y obispos más preocupados por los cargos que por seguir el Evangelio.

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A Aguiar Retes le gustan la pintura, la lectura y la conversación, y tiene amigos en todos los partidos políticos -- más entre panistas y priistas. Hoy además despertó papable. Aunque pareciera remoto que un latinoamericano releve a otro latinoamericano, después de la elección de Bergoglio todo puede suceder. Pero no la tendrá fácil: deberá gobernar una diócesis (la segunda más poblada del mundo después de Manila) con una sangría permanente de creyentes, que se van a otras convicciones religiosas o dejan la fe. Convivirá con un gobierno local que, muy probablemente, simpatice con el matrimonio igualitario y la interrupción del embarazo, derechos ya ganados en la Ciudad de México.Ante el bajo perfil de Francisco Robles Ortega, actual presidente de la CEM, creo que Aguiar Retes se asumirá como la voz más presente de la Iglesia católica en la vida pública. Impulsará su agenda, tradicional y conservadora, al tiempo que le tocará defender a una institución que viene de los escándalos de la Legión de Cristo, el sacerdocio pederasta, y el presunto encubrimiento de su antecesor, Norberto Rivera, de curas abusadores.Norberto Rivera Carrera encabezó la Arquidiócesis de México durante 22 años. Llegó con el respaldo de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y del nuncio Jerónimo Prigione. Su brinco meteórico, de la diócesis de Tehuacán a la Arquidiócesis de México, fue un premio por haber clausurado el Seminario Regional del Sureste (Seresure), un seminario interdiocesano donde sobrevivía la Teología de la Liberación. Desde la Arquidiócesis se hizo amigo de los hombres más ricos del país: Carlos Slim y, sobre todo, Olegario Vázquez Raña. Procuró estar cerca siempre del poder político. Como pastor, dicen los expertos, fue un fracaso.No hay sorpresas con la elección de Carlos Aguiar Retes como Arzobispo de México. Era el más preparado y el más cercano a los afectos del papa. Lo sorpresivo son las formas y los tiempos: tan rápido como para mandar dos mensajes. El primero, al interior de la Iglesia: este papa no comulga con la personalidad ni el estilo de Norberto Rivera. Y otro más hacia fuera: las elecciones de 2018 son importantes para el Vaticano, que las seguirá de cerca a través de Carlos Aguiar Retes.

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Se va. Norberto Rivera Carrera deja la Arquidiócesis de México por la puerta trasera. El Vaticano sólo le concedió seis meses más después de que, por ley canónica, presentara su renuncia por edad avanzada el 6 de junio de 2017, la cual fue aceptada ayer 6 de diciembre. En los usos y costumbres del Vaticano, seis meses es un mensaje: “no te aguantamos”. Lo normal es dejar al obispo uno, dos años más después de los 75. Algunos tienen mucha suerte, como Juan Sandoval Íñiguez, que se quedó casi cuatro años más al frente de Guadalajara después de la edad de retiro. A Onésimo Cepeda, primer obispo de Ecatepec, apenas le dieron 44 días. A Norberto, 180.Norberto Rivera Carrera tenía un antagonista en el episcopado mexicano. Se llamaba Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla. Aguiar Retes ahora pasa a ser el cardenal primado de México por los siguientes ocho o diez años (tiene 67 de edad), a menos, claro, que ocurran tres cosas: la muerte, un cargo en la curia romana o el papado, pero por ahora parecen remotas.Aguiar Retes es el obispo mexicano con más oficio y roce político. En 2006, como secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), organizó una pasarela con los candidatos presidenciales, a quienes emplazó a comprometerse con las reformas estructurales. Unos meses después fue elegido presidente de la CEM, y ahí permaneció los seis años del sexenio de Felipe Calderón. Su llegada a la Arquidiócesis de México en vísperas de las elecciones de 2018 confirma el interés del papa en la sucesión presidencial mexicana y lo sitúa como el interlocutor de la Iglesia con los candidatos y el poder civil.A diferencia del papa Francisco, su amigo personal, Aguiar Retes no es un obispo de barrio. Recorrió un camino más tradicional: rector del seminario de Tepic, estudios en Roma, obispo de diócesis cada vez más relevantes (Texcoco, Tlalnepantla, México) y sobre todo cargos en las conferencias de prelados: secretario general y luego presidente de la CEM, vicepresidente y luego presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Es un obispo de oficinas, no de calles. Su trayectoria es una carrera, y esa mera palabra, “carrera”, se mira con suspicacia. En el Vaticano de Francisco no hay peor insulto que carrerista, que se lanza contra sacerdotes y obispos más preocupados por los cargos que por seguir el Evangelio.

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A Aguiar Retes le gustan la pintura, la lectura y la conversación, y tiene amigos en todos los partidos políticos -- más entre panistas y priistas. Hoy además despertó papable. Aunque pareciera remoto que un latinoamericano releve a otro latinoamericano, después de la elección de Bergoglio todo puede suceder. Pero no la tendrá fácil: deberá gobernar una diócesis (la segunda más poblada del mundo después de Manila) con una sangría permanente de creyentes, que se van a otras convicciones religiosas o dejan la fe. Convivirá con un gobierno local que, muy probablemente, simpatice con el matrimonio igualitario y la interrupción del embarazo, derechos ya ganados en la Ciudad de México.Ante el bajo perfil de Francisco Robles Ortega, actual presidente de la CEM, creo que Aguiar Retes se asumirá como la voz más presente de la Iglesia católica en la vida pública. Impulsará su agenda, tradicional y conservadora, al tiempo que le tocará defender a una institución que viene de los escándalos de la Legión de Cristo, el sacerdocio pederasta, y el presunto encubrimiento de su antecesor, Norberto Rivera, de curas abusadores.Norberto Rivera Carrera encabezó la Arquidiócesis de México durante 22 años. Llegó con el respaldo de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y del nuncio Jerónimo Prigione. Su brinco meteórico, de la diócesis de Tehuacán a la Arquidiócesis de México, fue un premio por haber clausurado el Seminario Regional del Sureste (Seresure), un seminario interdiocesano donde sobrevivía la Teología de la Liberación. Desde la Arquidiócesis se hizo amigo de los hombres más ricos del país: Carlos Slim y, sobre todo, Olegario Vázquez Raña. Procuró estar cerca siempre del poder político. Como pastor, dicen los expertos, fue un fracaso.No hay sorpresas con la elección de Carlos Aguiar Retes como Arzobispo de México. Era el más preparado y el más cercano a los afectos del papa. Lo sorpresivo son las formas y los tiempos: tan rápido como para mandar dos mensajes. El primero, al interior de la Iglesia: este papa no comulga con la personalidad ni el estilo de Norberto Rivera. Y otro más hacia fuera: las elecciones de 2018 son importantes para el Vaticano, que las seguirá de cerca a través de Carlos Aguiar Retes.

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A Aguiar Retes le gustan la pintura, la lectura y la conversación, y tiene amigos en todos los partidos políticos -- más entre panistas y priistas. Hoy además despertó papable. Aunque pareciera remoto que un latinoamericano releve a otro latinoamericano, después de la elección de Bergoglio todo puede suceder. Pero no la tendrá fácil: deberá gobernar una diócesis (la segunda más poblada del mundo después de Manila) con una sangría permanente de creyentes, que se van a otras convicciones religiosas o dejan la fe. Convivirá con un gobierno local que, muy probablemente, simpatice con el matrimonio igualitario y la interrupción del embarazo, derechos ya ganados en la Ciudad de México.Ante el bajo perfil de Francisco Robles Ortega, actual presidente de la CEM, creo que Aguiar Retes se asumirá como la voz más presente de la Iglesia católica en la vida pública. Impulsará su agenda, tradicional y conservadora, al tiempo que le tocará defender a una institución que viene de los escándalos de la Legión de Cristo, el sacerdocio pederasta, y el presunto encubrimiento de su antecesor, Norberto Rivera, de curas abusadores.Norberto Rivera Carrera encabezó la Arquidiócesis de México durante 22 años. Llegó con el respaldo de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y del nuncio Jerónimo Prigione. Su brinco meteórico, de la diócesis de Tehuacán a la Arquidiócesis de México, fue un premio por haber clausurado el Seminario Regional del Sureste (Seresure), un seminario interdiocesano donde sobrevivía la Teología de la Liberación. Desde la Arquidiócesis se hizo amigo de los hombres más ricos del país: Carlos Slim y, sobre todo, Olegario Vázquez Raña. Procuró estar cerca siempre del poder político. Como pastor, dicen los expertos, fue un fracaso.No hay sorpresas con la elección de Carlos Aguiar Retes como Arzobispo de México. Era el más preparado y el más cercano a los afectos del papa. Lo sorpresivo son las formas y los tiempos: tan rápido como para mandar dos mensajes. El primero, al interior de la Iglesia: este papa no comulga con la personalidad ni el estilo de Norberto Rivera. Y otro más hacia fuera: las elecciones de 2018 son importantes para el Vaticano, que las seguirá de cerca a través de Carlos Aguiar Retes.

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¿Quién es Carlos Aguiar Retes, nuevo arzobispo primado de México, y qué significa su nombramiento rumbo a las elecciones del 2018 en México?

Se va. Norberto Rivera Carrera deja la Arquidiócesis de México por la puerta trasera. El Vaticano sólo le concedió seis meses más después de que, por ley canónica, presentara su renuncia por edad avanzada el 6 de junio de 2017, la cual fue aceptada ayer 6 de diciembre. En los usos y costumbres del Vaticano, seis meses es un mensaje: “no te aguantamos”. Lo normal es dejar al obispo uno, dos años más después de los 75. Algunos tienen mucha suerte, como Juan Sandoval Íñiguez, que se quedó casi cuatro años más al frente de Guadalajara después de la edad de retiro. A Onésimo Cepeda, primer obispo de Ecatepec, apenas le dieron 44 días. A Norberto, 180.Norberto Rivera Carrera tenía un antagonista en el episcopado mexicano. Se llamaba Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla. Aguiar Retes ahora pasa a ser el cardenal primado de México por los siguientes ocho o diez años (tiene 67 de edad), a menos, claro, que ocurran tres cosas: la muerte, un cargo en la curia romana o el papado, pero por ahora parecen remotas.Aguiar Retes es el obispo mexicano con más oficio y roce político. En 2006, como secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), organizó una pasarela con los candidatos presidenciales, a quienes emplazó a comprometerse con las reformas estructurales. Unos meses después fue elegido presidente de la CEM, y ahí permaneció los seis años del sexenio de Felipe Calderón. Su llegada a la Arquidiócesis de México en vísperas de las elecciones de 2018 confirma el interés del papa en la sucesión presidencial mexicana y lo sitúa como el interlocutor de la Iglesia con los candidatos y el poder civil.A diferencia del papa Francisco, su amigo personal, Aguiar Retes no es un obispo de barrio. Recorrió un camino más tradicional: rector del seminario de Tepic, estudios en Roma, obispo de diócesis cada vez más relevantes (Texcoco, Tlalnepantla, México) y sobre todo cargos en las conferencias de prelados: secretario general y luego presidente de la CEM, vicepresidente y luego presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Es un obispo de oficinas, no de calles. Su trayectoria es una carrera, y esa mera palabra, “carrera”, se mira con suspicacia. En el Vaticano de Francisco no hay peor insulto que carrerista, que se lanza contra sacerdotes y obispos más preocupados por los cargos que por seguir el Evangelio.

Carlos Aguiar Retes arzobispo, int

A Aguiar Retes le gustan la pintura, la lectura y la conversación, y tiene amigos en todos los partidos políticos -- más entre panistas y priistas. Hoy además despertó papable. Aunque pareciera remoto que un latinoamericano releve a otro latinoamericano, después de la elección de Bergoglio todo puede suceder. Pero no la tendrá fácil: deberá gobernar una diócesis (la segunda más poblada del mundo después de Manila) con una sangría permanente de creyentes, que se van a otras convicciones religiosas o dejan la fe. Convivirá con un gobierno local que, muy probablemente, simpatice con el matrimonio igualitario y la interrupción del embarazo, derechos ya ganados en la Ciudad de México.Ante el bajo perfil de Francisco Robles Ortega, actual presidente de la CEM, creo que Aguiar Retes se asumirá como la voz más presente de la Iglesia católica en la vida pública. Impulsará su agenda, tradicional y conservadora, al tiempo que le tocará defender a una institución que viene de los escándalos de la Legión de Cristo, el sacerdocio pederasta, y el presunto encubrimiento de su antecesor, Norberto Rivera, de curas abusadores.Norberto Rivera Carrera encabezó la Arquidiócesis de México durante 22 años. Llegó con el respaldo de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y del nuncio Jerónimo Prigione. Su brinco meteórico, de la diócesis de Tehuacán a la Arquidiócesis de México, fue un premio por haber clausurado el Seminario Regional del Sureste (Seresure), un seminario interdiocesano donde sobrevivía la Teología de la Liberación. Desde la Arquidiócesis se hizo amigo de los hombres más ricos del país: Carlos Slim y, sobre todo, Olegario Vázquez Raña. Procuró estar cerca siempre del poder político. Como pastor, dicen los expertos, fue un fracaso.No hay sorpresas con la elección de Carlos Aguiar Retes como Arzobispo de México. Era el más preparado y el más cercano a los afectos del papa. Lo sorpresivo son las formas y los tiempos: tan rápido como para mandar dos mensajes. El primero, al interior de la Iglesia: este papa no comulga con la personalidad ni el estilo de Norberto Rivera. Y otro más hacia fuera: las elecciones de 2018 son importantes para el Vaticano, que las seguirá de cerca a través de Carlos Aguiar Retes.

* * *

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Se va. Norberto Rivera Carrera deja la Arquidiócesis de México por la puerta trasera. El Vaticano sólo le concedió seis meses más después de que, por ley canónica, presentara su renuncia por edad avanzada el 6 de junio de 2017, la cual fue aceptada ayer 6 de diciembre. En los usos y costumbres del Vaticano, seis meses es un mensaje: “no te aguantamos”. Lo normal es dejar al obispo uno, dos años más después de los 75. Algunos tienen mucha suerte, como Juan Sandoval Íñiguez, que se quedó casi cuatro años más al frente de Guadalajara después de la edad de retiro. A Onésimo Cepeda, primer obispo de Ecatepec, apenas le dieron 44 días. A Norberto, 180.Norberto Rivera Carrera tenía un antagonista en el episcopado mexicano. Se llamaba Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla. Aguiar Retes ahora pasa a ser el cardenal primado de México por los siguientes ocho o diez años (tiene 67 de edad), a menos, claro, que ocurran tres cosas: la muerte, un cargo en la curia romana o el papado, pero por ahora parecen remotas.Aguiar Retes es el obispo mexicano con más oficio y roce político. En 2006, como secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), organizó una pasarela con los candidatos presidenciales, a quienes emplazó a comprometerse con las reformas estructurales. Unos meses después fue elegido presidente de la CEM, y ahí permaneció los seis años del sexenio de Felipe Calderón. Su llegada a la Arquidiócesis de México en vísperas de las elecciones de 2018 confirma el interés del papa en la sucesión presidencial mexicana y lo sitúa como el interlocutor de la Iglesia con los candidatos y el poder civil.A diferencia del papa Francisco, su amigo personal, Aguiar Retes no es un obispo de barrio. Recorrió un camino más tradicional: rector del seminario de Tepic, estudios en Roma, obispo de diócesis cada vez más relevantes (Texcoco, Tlalnepantla, México) y sobre todo cargos en las conferencias de prelados: secretario general y luego presidente de la CEM, vicepresidente y luego presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Es un obispo de oficinas, no de calles. Su trayectoria es una carrera, y esa mera palabra, “carrera”, se mira con suspicacia. En el Vaticano de Francisco no hay peor insulto que carrerista, que se lanza contra sacerdotes y obispos más preocupados por los cargos que por seguir el Evangelio.

Carlos Aguiar Retes arzobispo, int

A Aguiar Retes le gustan la pintura, la lectura y la conversación, y tiene amigos en todos los partidos políticos -- más entre panistas y priistas. Hoy además despertó papable. Aunque pareciera remoto que un latinoamericano releve a otro latinoamericano, después de la elección de Bergoglio todo puede suceder. Pero no la tendrá fácil: deberá gobernar una diócesis (la segunda más poblada del mundo después de Manila) con una sangría permanente de creyentes, que se van a otras convicciones religiosas o dejan la fe. Convivirá con un gobierno local que, muy probablemente, simpatice con el matrimonio igualitario y la interrupción del embarazo, derechos ya ganados en la Ciudad de México.Ante el bajo perfil de Francisco Robles Ortega, actual presidente de la CEM, creo que Aguiar Retes se asumirá como la voz más presente de la Iglesia católica en la vida pública. Impulsará su agenda, tradicional y conservadora, al tiempo que le tocará defender a una institución que viene de los escándalos de la Legión de Cristo, el sacerdocio pederasta, y el presunto encubrimiento de su antecesor, Norberto Rivera, de curas abusadores.Norberto Rivera Carrera encabezó la Arquidiócesis de México durante 22 años. Llegó con el respaldo de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y del nuncio Jerónimo Prigione. Su brinco meteórico, de la diócesis de Tehuacán a la Arquidiócesis de México, fue un premio por haber clausurado el Seminario Regional del Sureste (Seresure), un seminario interdiocesano donde sobrevivía la Teología de la Liberación. Desde la Arquidiócesis se hizo amigo de los hombres más ricos del país: Carlos Slim y, sobre todo, Olegario Vázquez Raña. Procuró estar cerca siempre del poder político. Como pastor, dicen los expertos, fue un fracaso.No hay sorpresas con la elección de Carlos Aguiar Retes como Arzobispo de México. Era el más preparado y el más cercano a los afectos del papa. Lo sorpresivo son las formas y los tiempos: tan rápido como para mandar dos mensajes. El primero, al interior de la Iglesia: este papa no comulga con la personalidad ni el estilo de Norberto Rivera. Y otro más hacia fuera: las elecciones de 2018 son importantes para el Vaticano, que las seguirá de cerca a través de Carlos Aguiar Retes.

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Se va. Norberto Rivera Carrera deja la Arquidiócesis de México por la puerta trasera. El Vaticano sólo le concedió seis meses más después de que, por ley canónica, presentara su renuncia por edad avanzada el 6 de junio de 2017, la cual fue aceptada ayer 6 de diciembre. En los usos y costumbres del Vaticano, seis meses es un mensaje: “no te aguantamos”. Lo normal es dejar al obispo uno, dos años más después de los 75. Algunos tienen mucha suerte, como Juan Sandoval Íñiguez, que se quedó casi cuatro años más al frente de Guadalajara después de la edad de retiro. A Onésimo Cepeda, primer obispo de Ecatepec, apenas le dieron 44 días. A Norberto, 180.Norberto Rivera Carrera tenía un antagonista en el episcopado mexicano. Se llamaba Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla. Aguiar Retes ahora pasa a ser el cardenal primado de México por los siguientes ocho o diez años (tiene 67 de edad), a menos, claro, que ocurran tres cosas: la muerte, un cargo en la curia romana o el papado, pero por ahora parecen remotas.Aguiar Retes es el obispo mexicano con más oficio y roce político. En 2006, como secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), organizó una pasarela con los candidatos presidenciales, a quienes emplazó a comprometerse con las reformas estructurales. Unos meses después fue elegido presidente de la CEM, y ahí permaneció los seis años del sexenio de Felipe Calderón. Su llegada a la Arquidiócesis de México en vísperas de las elecciones de 2018 confirma el interés del papa en la sucesión presidencial mexicana y lo sitúa como el interlocutor de la Iglesia con los candidatos y el poder civil.A diferencia del papa Francisco, su amigo personal, Aguiar Retes no es un obispo de barrio. Recorrió un camino más tradicional: rector del seminario de Tepic, estudios en Roma, obispo de diócesis cada vez más relevantes (Texcoco, Tlalnepantla, México) y sobre todo cargos en las conferencias de prelados: secretario general y luego presidente de la CEM, vicepresidente y luego presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Es un obispo de oficinas, no de calles. Su trayectoria es una carrera, y esa mera palabra, “carrera”, se mira con suspicacia. En el Vaticano de Francisco no hay peor insulto que carrerista, que se lanza contra sacerdotes y obispos más preocupados por los cargos que por seguir el Evangelio.

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A Aguiar Retes le gustan la pintura, la lectura y la conversación, y tiene amigos en todos los partidos políticos -- más entre panistas y priistas. Hoy además despertó papable. Aunque pareciera remoto que un latinoamericano releve a otro latinoamericano, después de la elección de Bergoglio todo puede suceder. Pero no la tendrá fácil: deberá gobernar una diócesis (la segunda más poblada del mundo después de Manila) con una sangría permanente de creyentes, que se van a otras convicciones religiosas o dejan la fe. Convivirá con un gobierno local que, muy probablemente, simpatice con el matrimonio igualitario y la interrupción del embarazo, derechos ya ganados en la Ciudad de México.Ante el bajo perfil de Francisco Robles Ortega, actual presidente de la CEM, creo que Aguiar Retes se asumirá como la voz más presente de la Iglesia católica en la vida pública. Impulsará su agenda, tradicional y conservadora, al tiempo que le tocará defender a una institución que viene de los escándalos de la Legión de Cristo, el sacerdocio pederasta, y el presunto encubrimiento de su antecesor, Norberto Rivera, de curas abusadores.Norberto Rivera Carrera encabezó la Arquidiócesis de México durante 22 años. Llegó con el respaldo de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y del nuncio Jerónimo Prigione. Su brinco meteórico, de la diócesis de Tehuacán a la Arquidiócesis de México, fue un premio por haber clausurado el Seminario Regional del Sureste (Seresure), un seminario interdiocesano donde sobrevivía la Teología de la Liberación. Desde la Arquidiócesis se hizo amigo de los hombres más ricos del país: Carlos Slim y, sobre todo, Olegario Vázquez Raña. Procuró estar cerca siempre del poder político. Como pastor, dicen los expertos, fue un fracaso.No hay sorpresas con la elección de Carlos Aguiar Retes como Arzobispo de México. Era el más preparado y el más cercano a los afectos del papa. Lo sorpresivo son las formas y los tiempos: tan rápido como para mandar dos mensajes. El primero, al interior de la Iglesia: este papa no comulga con la personalidad ni el estilo de Norberto Rivera. Y otro más hacia fuera: las elecciones de 2018 son importantes para el Vaticano, que las seguirá de cerca a través de Carlos Aguiar Retes.

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Se va. Norberto Rivera Carrera deja la Arquidiócesis de México por la puerta trasera. El Vaticano sólo le concedió seis meses más después de que, por ley canónica, presentara su renuncia por edad avanzada el 6 de junio de 2017, la cual fue aceptada ayer 6 de diciembre. En los usos y costumbres del Vaticano, seis meses es un mensaje: “no te aguantamos”. Lo normal es dejar al obispo uno, dos años más después de los 75. Algunos tienen mucha suerte, como Juan Sandoval Íñiguez, que se quedó casi cuatro años más al frente de Guadalajara después de la edad de retiro. A Onésimo Cepeda, primer obispo de Ecatepec, apenas le dieron 44 días. A Norberto, 180.Norberto Rivera Carrera tenía un antagonista en el episcopado mexicano. Se llamaba Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla. Aguiar Retes ahora pasa a ser el cardenal primado de México por los siguientes ocho o diez años (tiene 67 de edad), a menos, claro, que ocurran tres cosas: la muerte, un cargo en la curia romana o el papado, pero por ahora parecen remotas.Aguiar Retes es el obispo mexicano con más oficio y roce político. En 2006, como secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), organizó una pasarela con los candidatos presidenciales, a quienes emplazó a comprometerse con las reformas estructurales. Unos meses después fue elegido presidente de la CEM, y ahí permaneció los seis años del sexenio de Felipe Calderón. Su llegada a la Arquidiócesis de México en vísperas de las elecciones de 2018 confirma el interés del papa en la sucesión presidencial mexicana y lo sitúa como el interlocutor de la Iglesia con los candidatos y el poder civil.A diferencia del papa Francisco, su amigo personal, Aguiar Retes no es un obispo de barrio. Recorrió un camino más tradicional: rector del seminario de Tepic, estudios en Roma, obispo de diócesis cada vez más relevantes (Texcoco, Tlalnepantla, México) y sobre todo cargos en las conferencias de prelados: secretario general y luego presidente de la CEM, vicepresidente y luego presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Es un obispo de oficinas, no de calles. Su trayectoria es una carrera, y esa mera palabra, “carrera”, se mira con suspicacia. En el Vaticano de Francisco no hay peor insulto que carrerista, que se lanza contra sacerdotes y obispos más preocupados por los cargos que por seguir el Evangelio.

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Se va. Norberto Rivera Carrera deja la Arquidiócesis de México por la puerta trasera. El Vaticano sólo le concedió seis meses más después de que, por ley canónica, presentara su renuncia por edad avanzada el 6 de junio de 2017, la cual fue aceptada ayer 6 de diciembre. En los usos y costumbres del Vaticano, seis meses es un mensaje: “no te aguantamos”. Lo normal es dejar al obispo uno, dos años más después de los 75. Algunos tienen mucha suerte, como Juan Sandoval Íñiguez, que se quedó casi cuatro años más al frente de Guadalajara después de la edad de retiro. A Onésimo Cepeda, primer obispo de Ecatepec, apenas le dieron 44 días. A Norberto, 180.Norberto Rivera Carrera tenía un antagonista en el episcopado mexicano. Se llamaba Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla. Aguiar Retes ahora pasa a ser el cardenal primado de México por los siguientes ocho o diez años (tiene 67 de edad), a menos, claro, que ocurran tres cosas: la muerte, un cargo en la curia romana o el papado, pero por ahora parecen remotas.Aguiar Retes es el obispo mexicano con más oficio y roce político. En 2006, como secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), organizó una pasarela con los candidatos presidenciales, a quienes emplazó a comprometerse con las reformas estructurales. Unos meses después fue elegido presidente de la CEM, y ahí permaneció los seis años del sexenio de Felipe Calderón. Su llegada a la Arquidiócesis de México en vísperas de las elecciones de 2018 confirma el interés del papa en la sucesión presidencial mexicana y lo sitúa como el interlocutor de la Iglesia con los candidatos y el poder civil.A diferencia del papa Francisco, su amigo personal, Aguiar Retes no es un obispo de barrio. Recorrió un camino más tradicional: rector del seminario de Tepic, estudios en Roma, obispo de diócesis cada vez más relevantes (Texcoco, Tlalnepantla, México) y sobre todo cargos en las conferencias de prelados: secretario general y luego presidente de la CEM, vicepresidente y luego presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Es un obispo de oficinas, no de calles. Su trayectoria es una carrera, y esa mera palabra, “carrera”, se mira con suspicacia. En el Vaticano de Francisco no hay peor insulto que carrerista, que se lanza contra sacerdotes y obispos más preocupados por los cargos que por seguir el Evangelio.

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Se va. Norberto Rivera Carrera deja la Arquidiócesis de México por la puerta trasera. El Vaticano sólo le concedió seis meses más después de que, por ley canónica, presentara su renuncia por edad avanzada el 6 de junio de 2017, la cual fue aceptada ayer 6 de diciembre. En los usos y costumbres del Vaticano, seis meses es un mensaje: “no te aguantamos”. Lo normal es dejar al obispo uno, dos años más después de los 75. Algunos tienen mucha suerte, como Juan Sandoval Íñiguez, que se quedó casi cuatro años más al frente de Guadalajara después de la edad de retiro. A Onésimo Cepeda, primer obispo de Ecatepec, apenas le dieron 44 días. A Norberto, 180.Norberto Rivera Carrera tenía un antagonista en el episcopado mexicano. Se llamaba Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla. Aguiar Retes ahora pasa a ser el cardenal primado de México por los siguientes ocho o diez años (tiene 67 de edad), a menos, claro, que ocurran tres cosas: la muerte, un cargo en la curia romana o el papado, pero por ahora parecen remotas.Aguiar Retes es el obispo mexicano con más oficio y roce político. En 2006, como secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), organizó una pasarela con los candidatos presidenciales, a quienes emplazó a comprometerse con las reformas estructurales. Unos meses después fue elegido presidente de la CEM, y ahí permaneció los seis años del sexenio de Felipe Calderón. Su llegada a la Arquidiócesis de México en vísperas de las elecciones de 2018 confirma el interés del papa en la sucesión presidencial mexicana y lo sitúa como el interlocutor de la Iglesia con los candidatos y el poder civil.A diferencia del papa Francisco, su amigo personal, Aguiar Retes no es un obispo de barrio. Recorrió un camino más tradicional: rector del seminario de Tepic, estudios en Roma, obispo de diócesis cada vez más relevantes (Texcoco, Tlalnepantla, México) y sobre todo cargos en las conferencias de prelados: secretario general y luego presidente de la CEM, vicepresidente y luego presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Es un obispo de oficinas, no de calles. Su trayectoria es una carrera, y esa mera palabra, “carrera”, se mira con suspicacia. En el Vaticano de Francisco no hay peor insulto que carrerista, que se lanza contra sacerdotes y obispos más preocupados por los cargos que por seguir el Evangelio.

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Se va. Norberto Rivera Carrera deja la Arquidiócesis de México por la puerta trasera. El Vaticano sólo le concedió seis meses más después de que, por ley canónica, presentara su renuncia por edad avanzada el 6 de junio de 2017, la cual fue aceptada ayer 6 de diciembre. En los usos y costumbres del Vaticano, seis meses es un mensaje: “no te aguantamos”. Lo normal es dejar al obispo uno, dos años más después de los 75. Algunos tienen mucha suerte, como Juan Sandoval Íñiguez, que se quedó casi cuatro años más al frente de Guadalajara después de la edad de retiro. A Onésimo Cepeda, primer obispo de Ecatepec, apenas le dieron 44 días. A Norberto, 180.Norberto Rivera Carrera tenía un antagonista en el episcopado mexicano. Se llamaba Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla. Aguiar Retes ahora pasa a ser el cardenal primado de México por los siguientes ocho o diez años (tiene 67 de edad), a menos, claro, que ocurran tres cosas: la muerte, un cargo en la curia romana o el papado, pero por ahora parecen remotas.Aguiar Retes es el obispo mexicano con más oficio y roce político. En 2006, como secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), organizó una pasarela con los candidatos presidenciales, a quienes emplazó a comprometerse con las reformas estructurales. Unos meses después fue elegido presidente de la CEM, y ahí permaneció los seis años del sexenio de Felipe Calderón. Su llegada a la Arquidiócesis de México en vísperas de las elecciones de 2018 confirma el interés del papa en la sucesión presidencial mexicana y lo sitúa como el interlocutor de la Iglesia con los candidatos y el poder civil.A diferencia del papa Francisco, su amigo personal, Aguiar Retes no es un obispo de barrio. Recorrió un camino más tradicional: rector del seminario de Tepic, estudios en Roma, obispo de diócesis cada vez más relevantes (Texcoco, Tlalnepantla, México) y sobre todo cargos en las conferencias de prelados: secretario general y luego presidente de la CEM, vicepresidente y luego presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Es un obispo de oficinas, no de calles. Su trayectoria es una carrera, y esa mera palabra, “carrera”, se mira con suspicacia. En el Vaticano de Francisco no hay peor insulto que carrerista, que se lanza contra sacerdotes y obispos más preocupados por los cargos que por seguir el Evangelio.

Carlos Aguiar Retes arzobispo, int

A Aguiar Retes le gustan la pintura, la lectura y la conversación, y tiene amigos en todos los partidos políticos -- más entre panistas y priistas. Hoy además despertó papable. Aunque pareciera remoto que un latinoamericano releve a otro latinoamericano, después de la elección de Bergoglio todo puede suceder. Pero no la tendrá fácil: deberá gobernar una diócesis (la segunda más poblada del mundo después de Manila) con una sangría permanente de creyentes, que se van a otras convicciones religiosas o dejan la fe. Convivirá con un gobierno local que, muy probablemente, simpatice con el matrimonio igualitario y la interrupción del embarazo, derechos ya ganados en la Ciudad de México.Ante el bajo perfil de Francisco Robles Ortega, actual presidente de la CEM, creo que Aguiar Retes se asumirá como la voz más presente de la Iglesia católica en la vida pública. Impulsará su agenda, tradicional y conservadora, al tiempo que le tocará defender a una institución que viene de los escándalos de la Legión de Cristo, el sacerdocio pederasta, y el presunto encubrimiento de su antecesor, Norberto Rivera, de curas abusadores.Norberto Rivera Carrera encabezó la Arquidiócesis de México durante 22 años. Llegó con el respaldo de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y del nuncio Jerónimo Prigione. Su brinco meteórico, de la diócesis de Tehuacán a la Arquidiócesis de México, fue un premio por haber clausurado el Seminario Regional del Sureste (Seresure), un seminario interdiocesano donde sobrevivía la Teología de la Liberación. Desde la Arquidiócesis se hizo amigo de los hombres más ricos del país: Carlos Slim y, sobre todo, Olegario Vázquez Raña. Procuró estar cerca siempre del poder político. Como pastor, dicen los expertos, fue un fracaso.No hay sorpresas con la elección de Carlos Aguiar Retes como Arzobispo de México. Era el más preparado y el más cercano a los afectos del papa. Lo sorpresivo son las formas y los tiempos: tan rápido como para mandar dos mensajes. El primero, al interior de la Iglesia: este papa no comulga con la personalidad ni el estilo de Norberto Rivera. Y otro más hacia fuera: las elecciones de 2018 son importantes para el Vaticano, que las seguirá de cerca a través de Carlos Aguiar Retes.

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