En plena época de fiebre y saturación fílmica y televisiva por los zombies llega una mirada distinta a estas historias por medio del director canadiense Robin Aubert (Tuktuq, 2016). Dentro de la programación de Quebecine 2018, la Muestra de Cine de Quebec, podrá verse Los hambrientos (Les affamés), un giro fresco al tema de los come-humanos, o mejor dicho, a los esfuerzos de los humanos que sobreviven los ataques de estos come-humanos. La 4ª edición de Quebecine se realiza del 15 al 25 de febrero en Cineteca Nacional.
Ganador del premio a Mejor Película Canadiense del pasado Festival Internacional de Cine de Toronto, el 5º largometraje de Aubert ofrece una visión novedosa y reflexiva, con variadas influencias cinematográficas, de una historia de zombies y supervivencia.
“Hacer una película zombie era un sueño. Vino de mi infancia. Ciertamente debido a Dawn of the Dead (1978). El mismo sueño que tengo con las películas occidentales”, explica en entrevista con Gatopardo el director Robin Audert, quien en paralelo a la acción y frenesí de supervivencia de estos personajes incluye dosis de humor y reflexiones que delatan referencias a una también sorprendente variedad de influencias, que van de Antonioni y Bresson hasta Monty Python y George Romero. “Especialmente Leone. En este caso, a esa idea se le sumaron otras. El color verde. El sonido del bosque. Generalmente, cuando escribo una película, conduzco mi automóvil. Me gusta el movimiento. Para esta película, caminé mucho en el bosque”.En un pequeño y remoto pueblo en el norte de Quebec, las cosas ya no son iguales. Los lugareños transformados se han vuelto en contra de sus seres queridos. Un puñado de supervivientes se esconde en el bosque, en busca de otros como ellos. La primera parte de la película nos lleva a conocer historias independientes que se encontrarán, a veces de manera sorpresiva, en la segunda mitad del filme.Los hambrientos ofrece una interesante variedad de curiosos y atractivos personajes, que incluyen a Tania, una hipster sarcástica; Céline, una ruda madre que sabe cómo usar un hacha; Real, un granjero traumatizado perdido en el bosque; y la pequeña huérfana Zoe, una niña que se queda con un grupo de mujeres mayores. “La película decidió más que yo la clase de personajes que se necesitaban. También las personas que conozco me inspiraron para algunos personajes”, agrega.
La película es a la vez divertida, sombría y contemplativa, con una atmósfera tensa que se ve interrumpida por repentinos estallidos de sangre. “El horror para mí va más allá de los saltos de miedo y el final horrible con las notas del piano”, explica Aubert, cuya cinta recuerda la noción de que las películas de género tienen la capacidad natural de abordar temas complejos o disfrazar una conversación sobre asuntos sociales. “Si decides poner tu pensamiento y tus agallas sobre la mesa, el horror se convierte en una manera catártica de expresarte. De decir lo que piensas sobre la sociedad. Me doy cuenta de que cuando haces una película de zombies, subconscientemente estás haciendo una película política”.Las reglas del mundo zombie pueden ser las mismas: los zombis están convirtiendo a todos en uno de ellos, pueden contagiarte con un mordisco y se ven atraídos por el sonido o el movimiento; pero Aubert hace las cosas un poco diferente y señala algunas cuestiones o preocupaciones sociales y contemporáneas.“Soy un poco existencialista. Tal vez es la razón [por la que muestra estas crisis]. En la comunidad de terror, la reflexión del estilo horror-auteur (o películas de post-terror) no se considera horror”, explica el director. “Para muchos de esos geeks, solo hice una película de autor. Bueno, tomé muchas tramas y clichés de horrores para bifurcar en el momento correcto. Parece al principio una película de zombies, pero el ritmo es de viejas películas europeas: Antonioni, Bresson, Tarkovski”.
En Los hambrientos, Aubert llega a desafiar lo que parece ser una característica muy arraigada de Quebec: una natural diversidad social. El terror proviene de la posibilidad de que un grupo intente transformar a todos los demás en criaturas que actúen y se comporten (y piensen y vivan) como ellos. “Creo que representa mi punto de vista sobre el éxodo de la diversidad en Quebec. Como cineasta, mi objetivo no es asustar a la gente cada dos minutos, por si acaso el espectador está durmiendo. Quiero más. Quiero que piense como me gusta pensar cuando voy al teatro. Pero también reírte y quizás hasta tener tiempo de meditar antes de la tormenta”, apunta.Los hambrientos parece apuntar en algunos momentos importantes a que las mujeres son las verdaderas líderes de esta supervivencia, el ser humano más duro y mejor equipado (mental, emocional, físicamente) para sobrevivir. No obstante, para Aubert no había una agenda particular en cuanto a ofrecer en pantalla protagonistas femeninas particularmente fuertes. “Ese tipo de increíbles y admirables mujeres en la película, las conozco en la vida real. Es solo un homenaje sin mensaje, como sea... bueno... tal vez un poco. Sí, tal vez un poco”, reflexiona.Con el sabor de escenarios surrealistas, asesinatos ingeniosamente escenificados y una oscura marca de humor, la más reciente película del escritor y director Robin Aubert tiene suficientes caprichos para salir de Canadá a los mercados internacionales.IV Muestra de Cine de Quebec: Quebecine 201815 al 25 de febreroCineteca Nacionalcinetecanacional.net
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