No items found.
No items found.
No items found.
No items found.
Ambiente en los exteriores de la Embajada de México, luego de la decisión de conceder asilo político al ex Presidente Jorge Glas, por parte del Gobierno de ese país. Quito, viernes 5 de marzo del 2024. Fotografía de Rolando Enríquez/REUTERS.
Agentes de Inteligencia interceptaron conversaciones del exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, y afirman que había un plan de fuga; él es uno de varios simpatizantes de Rafael Correa que han buscado la protección de México.
La celda donde se encuentra el exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, mide menos de tres metros cuadrados. Es una estructura de hormigón, y apenas unos centímetros separan la cama del retrete. El espacio es tan reducido que solo pueden darse unos pasos antes de llegar a la puerta de barrotes de acero. El exfuncionario llegó aquí solo unas horas después de que México le había otorgado el asilo diplomático, el pasado viernes 5 de abril.
Eran cerca de las 22:00 horas cuando el tránsito en las avenidas Naciones Unidas y Seis de Diciembre se detuvo en Quito. Las dos vías rodean los tres accesos de la embajada de México, al norte de la capital ecuatoriana. Para esas horas, sin importar la protección diplomática, la Presidencia de Ecuador había ordenado la ejecución de una operación policial para lograr su captura inmediata.
Tres vehículos blindados y con las ventanas polarizadas se abrieron paso rápidamente, y bloquearon todas las salidas del edificio. De inmediato, agentes, vestidos de negro y con fusiles de asalto bajaron de los carros. Todos tenían capuchas, cascos y pistolas. Incluso portaban escudos antimotines.
De pronto se escucharon dos estruendos. Era el golpe de un martillo de acero contra la puerta de la embajada. La gente que caminaba por el lugar se alejó rápidamente. Al menos veinte policías de grupos tácticos incursionaron en la sede diplomática. Algunos ingresaron por la puerta y otros saltaron los muros de dos metros de altura. Fueron ellos los primeros en llegar hasta la habitación en donde se encontraba Jorge Glas, uno de los rostros más visibles del Movimiento Revolución Ciudadana, partido fundado por el expresidente ecuatoriano Rafael Correa.
Uno de los uniformados que participó en la operación policial contó a Gatopardo que el político ecuatoriano se quedó inmóvil e intentó rehusarse a la detención, pero no tuvo tiempo. Los policías lo tomaron de la ropa y lo arrastraron fuera de la habitación y hasta el interior de uno de los autos blindados que ya se encontraba dentro de la embajada.
Apenas Glas estuvo dentro del vehículo, los uniformados salieron de la sede y se marcharon hacia la Unidad Judicial de Flagrancias de Quito. El auto salió del recinto diplomático a gran velocidad, mientras se escuchaban los gritos del jefe de la misión consular de México en Ecuador, Roberto Canseco. “No, no, no se lo lleven, por favor”, decía mientras forcejeaba con otros policías que lo apartaron de los vehículos blindados.
¿Por qué México dio asilo al exvicepresidente?
Glas no es el primer aliado del correísmo que tramita su asilo político en México. El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha recibido al menos a diez exfuncionarios cercanos a Rafael Correa.
Uno de los primeros en arribar al país, en abril de 2019, fue Ricardo Patiño, excanciller de Ecuador. Le siguieron ese mismo año la expresidenta de la Asamblea, Gabriela Rivadeneira, y los exasambleístas Soledad Buendía, Carlos Viteri Gualinga y Luis Molina. En ese mismo grupo también estuvo Edwin Jarrín, expresidente del Consejo de Participación Ciudadana de Ecuador, y esposo de Buendía.
Todos ellos se habían refugiado previamente en la Embajada de México, en Quito, y hoy cuentan con asilo político. Otros nombres clave del correísmo que residen en el país son la exlegisladora Viviana Bonilla, y el exministro de Transporte y Obras Públicas, Walter Solís. Los dos llegaron en 2021, tras ser procesados y condenados por el caso “Sobornos”, que involucra una red de corrupción para el financiamiento de campañas electorales del movimiento correísta. Hoy están refugiados en México.
El mismo estatus tienen la exasambleísta Sofía Espín, investigada por el delito de oferta de tráfico de influencias; y el exsuperintendente de Comunicación, Carlos Ochoa, procesado por falsificación de documentos públicos.
Todos son figuras importantes del correísmo. Ellos fundaron el movimiento y abandonaron Ecuador entre 2018 y 2019. Desde entonces, México se ha convertido en el centro de operaciones del partido de Rafael Correa. Incluso, en México se han realizado convenciones con el expresidente, quien también tiene condenas en su país. Es en México en donde Correa se ha reunido con los candidatos presidenciales de las dos últimas elecciones Andrés Arauz (2021) y Luisa González (2023).
La relación entre el gobierno de López Obrador y el movimiento correísta es estrecha. De hecho, la tensión con Ecuador creció tras las últimas declaraciones del presidente mexicano sobre las elecciones presidenciales pasadas en el país andino: señaló que el magnicidio del candidato presidencial, Fernando Villavicencio, perjudicó a Luisa González, candidata presidencial del Movimiento Revolución Ciudadana.
¿Por qué entraron a la embajada de México en Ecuador?
Agentes de Inteligencia de Ecuador informaron que existía un plan para sacar a Glas de la sede diplomática y llevarlo hasta el aeropuerto para que huyera del país. Lo tenían monitoreado días antes de lo ocurrido. Las conversaciones que el exvicepresidente mantenía con sus aliados en México fueron interceptadas, y así se obtuvo información de una posible fuga. “Pero todo estaba armado”, “le estamos esperando en México”, “estábamos por salir”, fueron las frases que encendieron las alarmas del gobierno ecuatoriano. Así lo confirmó públicamente el mismo secretario de la Presidencia de Ecuador, Roberto Izurieta.
Por eso, la Cancillería del país andino justificó la incursión armada a la embajada, ante un “riesgo real de fuga inminente”. Fue este hecho el que desató un quiebre en la relación entre las dos naciones, y un rechazo internacional hacia Ecuador.
Las sospechas de la posible fuga de Glas no eran recientes. En marzo pasado, los cuerpos de Inteligencia de las Fuerzas Armadas ecuatorianas también tuvieron datos de un posible escape del exvicepresidente por tierra. Por eso, el 12 de marzo, los militares ordenaron resguardar todas las fronteras terrestres del país. Según los uniformados ecuatorianos, el objetivo de Glas era salir hacia México para evadir los procesos judiciales que enfrenta por actos de corrupción.
De hecho, su ingreso a la embajada mexicana, el 17 de diciembre de 2023, coincidió con una orden de la Fiscalía para su localización y captura. El funcionario del correísmo alegó sentirse inseguro y pidió protección diplomática. Desde ese momento México lo recibió bajo la figura de “huésped”. En total, Glas estuvo dentro de la embajada 110 días.
En ese tiempo y con ese estatus, el exfuncionario pudo evitar ir a la cárcel, luego de que un juez ordenara su prisión preventiva en enero por el delito de peculado. Este proceso judicial se abrió por una malversación de fondos públicos en la fallida reconstrucción de la provincia costera de Manabí, luego del terremoto ocurrido en 2016.
También te puede interesar leer: "Rebobinar: formas de negar la historia reciente de Argentina".
Sin embargo, esta no es la única causa judicial que pesa sobre este político ecuatoriano. Glas ocupó importantes cargos durante el gobierno de Rafael Correa. Fue su hombre de confianza y fungió como ministro de Telecomunicaciones, de los sectores estratégicos y, en el último periodo del mandatario, fue su vicepresidente. Ocupó este mismo cargo durante la administración de Lenín Moreno, hasta que la Fiscalía lo procesó por actos de corrupción.
Glas ha sido declarado culpable por la Corte Nacional de Ecuador en dos ocasiones. Recibió una condena de seis años de cárcel por el delito de asociación ilícita, en la trama de corrupción de Odebrecht; y ocho años por cohecho en el denominado caso “Sobornos”.
Por estos casos, Glas estuvo en prisión cinco años y logró salir en noviembre de 2022, gracias a una medida cautelar que le otorgó el juez Emerson Curipallo. Este fallo fue cuestionado en su momento, porque el magistrado era de una jurisdicción distinta a la que llevó el proceso. Actualmente, el juez Curipallo está detenido y es procesado por, presuntamente, ser parte de una red de funcionarios judiciales que dictaban fallos favorables a detenidos a cambio de dinero. La Fiscalía de Ecuador llama a este proceso el caso “Metástasis”.
Glas carga sobre sus hombros otras dos investigaciones más. La primera por presuntas irregularidades en la adjudicación del contrato para la extracción de petróleo en el Campo Singue, en la región amazónica de Ecuador. Y la segunda por una denuncia por acoso verbal y sicológico presentada por su exasistente personal, Soledad Padilla. Todos los cargos han sido negados por Glas y sus aliados correístas, quienes afirman que el exvicepresidente es un perseguido político. Incluso, Correa el sábado dejó de lado su cumpleaños para salir en medios internacionales y defender a Glas y pedir sanciones para Ecuador.
En cambio, para el actual gobierno ecuatoriano del presidente Daniel Noboa, todos estos procesos judiciales eran razones suficientes para no otorgarle el asilo diplomático. La canciller de Ecuador, Gabriela Sommerfeld, dijo que en reiteradas ocasiones y visitas oficiales había expresado a la embajada mexicana que no procedía de manera alguna la concesión de asilo diplomático a Jorge Glas.
Estas solicitudes se realizaron con base en los estatutos de la convención de Caracas de 1954, y de la convención de Montevideo de 1933. “Establecen claramente que no es lícito conceder asilo a personas condenadas o procesadas por delitos comunes y por tribunales competentes”, señaló Sommerfeld en una conferencia de prensa, después de que la comunidad internacional rechazara la irrupción en la embajada de México. Agregó que “ningún delincuente puede ser considerado un perseguido político, cuando ha sido condenado con sentencia ejecutoriada, y con disposición de captura emitida por las autoridades judiciales".
Todo esto desencadenó en una crisis diplomática entre las dos naciones, cuyo último episodio fue la salida de la representación mexicana de Ecuador, y el cierre de todos los servicios consulares. Ecuador también ha retirado su cuerpo diplomático de México, a pesar que actualmente no tenía un embajador nombrado oficialmente por el presidente Noboa.
Mientras tanto, el exvicepresidente Jorge Glas está recluido en la cárcel La Roca, de Guayaquil, una de las prisiones de máxima seguridad que tiene Ecuador. El lunes ocho de abril lo encontraron inconsciente en la pequeña habitación y fue trasladado al hospital. Según los informes oficiales sufrió una descompensación por rehusarse a comer. Otro reporte indica que sufrió una sobredosis de ansiolíticos, antidepresivos y sedantes. Al día siguiente regresó a su pequeña celda, en espera de que el recurso de habeas corpus interpuesto por sus abogados le permita cumplir el asilo político que había obtenido.
Agentes de Inteligencia interceptaron conversaciones del exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, y afirman que había un plan de fuga; él es uno de varios simpatizantes de Rafael Correa que han buscado la protección de México.
La celda donde se encuentra el exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, mide menos de tres metros cuadrados. Es una estructura de hormigón, y apenas unos centímetros separan la cama del retrete. El espacio es tan reducido que solo pueden darse unos pasos antes de llegar a la puerta de barrotes de acero. El exfuncionario llegó aquí solo unas horas después de que México le había otorgado el asilo diplomático, el pasado viernes 5 de abril.
Eran cerca de las 22:00 horas cuando el tránsito en las avenidas Naciones Unidas y Seis de Diciembre se detuvo en Quito. Las dos vías rodean los tres accesos de la embajada de México, al norte de la capital ecuatoriana. Para esas horas, sin importar la protección diplomática, la Presidencia de Ecuador había ordenado la ejecución de una operación policial para lograr su captura inmediata.
Tres vehículos blindados y con las ventanas polarizadas se abrieron paso rápidamente, y bloquearon todas las salidas del edificio. De inmediato, agentes, vestidos de negro y con fusiles de asalto bajaron de los carros. Todos tenían capuchas, cascos y pistolas. Incluso portaban escudos antimotines.
De pronto se escucharon dos estruendos. Era el golpe de un martillo de acero contra la puerta de la embajada. La gente que caminaba por el lugar se alejó rápidamente. Al menos veinte policías de grupos tácticos incursionaron en la sede diplomática. Algunos ingresaron por la puerta y otros saltaron los muros de dos metros de altura. Fueron ellos los primeros en llegar hasta la habitación en donde se encontraba Jorge Glas, uno de los rostros más visibles del Movimiento Revolución Ciudadana, partido fundado por el expresidente ecuatoriano Rafael Correa.
Uno de los uniformados que participó en la operación policial contó a Gatopardo que el político ecuatoriano se quedó inmóvil e intentó rehusarse a la detención, pero no tuvo tiempo. Los policías lo tomaron de la ropa y lo arrastraron fuera de la habitación y hasta el interior de uno de los autos blindados que ya se encontraba dentro de la embajada.
Apenas Glas estuvo dentro del vehículo, los uniformados salieron de la sede y se marcharon hacia la Unidad Judicial de Flagrancias de Quito. El auto salió del recinto diplomático a gran velocidad, mientras se escuchaban los gritos del jefe de la misión consular de México en Ecuador, Roberto Canseco. “No, no, no se lo lleven, por favor”, decía mientras forcejeaba con otros policías que lo apartaron de los vehículos blindados.
¿Por qué México dio asilo al exvicepresidente?
Glas no es el primer aliado del correísmo que tramita su asilo político en México. El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha recibido al menos a diez exfuncionarios cercanos a Rafael Correa.
Uno de los primeros en arribar al país, en abril de 2019, fue Ricardo Patiño, excanciller de Ecuador. Le siguieron ese mismo año la expresidenta de la Asamblea, Gabriela Rivadeneira, y los exasambleístas Soledad Buendía, Carlos Viteri Gualinga y Luis Molina. En ese mismo grupo también estuvo Edwin Jarrín, expresidente del Consejo de Participación Ciudadana de Ecuador, y esposo de Buendía.
Todos ellos se habían refugiado previamente en la Embajada de México, en Quito, y hoy cuentan con asilo político. Otros nombres clave del correísmo que residen en el país son la exlegisladora Viviana Bonilla, y el exministro de Transporte y Obras Públicas, Walter Solís. Los dos llegaron en 2021, tras ser procesados y condenados por el caso “Sobornos”, que involucra una red de corrupción para el financiamiento de campañas electorales del movimiento correísta. Hoy están refugiados en México.
El mismo estatus tienen la exasambleísta Sofía Espín, investigada por el delito de oferta de tráfico de influencias; y el exsuperintendente de Comunicación, Carlos Ochoa, procesado por falsificación de documentos públicos.
Todos son figuras importantes del correísmo. Ellos fundaron el movimiento y abandonaron Ecuador entre 2018 y 2019. Desde entonces, México se ha convertido en el centro de operaciones del partido de Rafael Correa. Incluso, en México se han realizado convenciones con el expresidente, quien también tiene condenas en su país. Es en México en donde Correa se ha reunido con los candidatos presidenciales de las dos últimas elecciones Andrés Arauz (2021) y Luisa González (2023).
La relación entre el gobierno de López Obrador y el movimiento correísta es estrecha. De hecho, la tensión con Ecuador creció tras las últimas declaraciones del presidente mexicano sobre las elecciones presidenciales pasadas en el país andino: señaló que el magnicidio del candidato presidencial, Fernando Villavicencio, perjudicó a Luisa González, candidata presidencial del Movimiento Revolución Ciudadana.
¿Por qué entraron a la embajada de México en Ecuador?
Agentes de Inteligencia de Ecuador informaron que existía un plan para sacar a Glas de la sede diplomática y llevarlo hasta el aeropuerto para que huyera del país. Lo tenían monitoreado días antes de lo ocurrido. Las conversaciones que el exvicepresidente mantenía con sus aliados en México fueron interceptadas, y así se obtuvo información de una posible fuga. “Pero todo estaba armado”, “le estamos esperando en México”, “estábamos por salir”, fueron las frases que encendieron las alarmas del gobierno ecuatoriano. Así lo confirmó públicamente el mismo secretario de la Presidencia de Ecuador, Roberto Izurieta.
Por eso, la Cancillería del país andino justificó la incursión armada a la embajada, ante un “riesgo real de fuga inminente”. Fue este hecho el que desató un quiebre en la relación entre las dos naciones, y un rechazo internacional hacia Ecuador.
Las sospechas de la posible fuga de Glas no eran recientes. En marzo pasado, los cuerpos de Inteligencia de las Fuerzas Armadas ecuatorianas también tuvieron datos de un posible escape del exvicepresidente por tierra. Por eso, el 12 de marzo, los militares ordenaron resguardar todas las fronteras terrestres del país. Según los uniformados ecuatorianos, el objetivo de Glas era salir hacia México para evadir los procesos judiciales que enfrenta por actos de corrupción.
De hecho, su ingreso a la embajada mexicana, el 17 de diciembre de 2023, coincidió con una orden de la Fiscalía para su localización y captura. El funcionario del correísmo alegó sentirse inseguro y pidió protección diplomática. Desde ese momento México lo recibió bajo la figura de “huésped”. En total, Glas estuvo dentro de la embajada 110 días.
En ese tiempo y con ese estatus, el exfuncionario pudo evitar ir a la cárcel, luego de que un juez ordenara su prisión preventiva en enero por el delito de peculado. Este proceso judicial se abrió por una malversación de fondos públicos en la fallida reconstrucción de la provincia costera de Manabí, luego del terremoto ocurrido en 2016.
También te puede interesar leer: "Rebobinar: formas de negar la historia reciente de Argentina".
Sin embargo, esta no es la única causa judicial que pesa sobre este político ecuatoriano. Glas ocupó importantes cargos durante el gobierno de Rafael Correa. Fue su hombre de confianza y fungió como ministro de Telecomunicaciones, de los sectores estratégicos y, en el último periodo del mandatario, fue su vicepresidente. Ocupó este mismo cargo durante la administración de Lenín Moreno, hasta que la Fiscalía lo procesó por actos de corrupción.
Glas ha sido declarado culpable por la Corte Nacional de Ecuador en dos ocasiones. Recibió una condena de seis años de cárcel por el delito de asociación ilícita, en la trama de corrupción de Odebrecht; y ocho años por cohecho en el denominado caso “Sobornos”.
Por estos casos, Glas estuvo en prisión cinco años y logró salir en noviembre de 2022, gracias a una medida cautelar que le otorgó el juez Emerson Curipallo. Este fallo fue cuestionado en su momento, porque el magistrado era de una jurisdicción distinta a la que llevó el proceso. Actualmente, el juez Curipallo está detenido y es procesado por, presuntamente, ser parte de una red de funcionarios judiciales que dictaban fallos favorables a detenidos a cambio de dinero. La Fiscalía de Ecuador llama a este proceso el caso “Metástasis”.
Glas carga sobre sus hombros otras dos investigaciones más. La primera por presuntas irregularidades en la adjudicación del contrato para la extracción de petróleo en el Campo Singue, en la región amazónica de Ecuador. Y la segunda por una denuncia por acoso verbal y sicológico presentada por su exasistente personal, Soledad Padilla. Todos los cargos han sido negados por Glas y sus aliados correístas, quienes afirman que el exvicepresidente es un perseguido político. Incluso, Correa el sábado dejó de lado su cumpleaños para salir en medios internacionales y defender a Glas y pedir sanciones para Ecuador.
En cambio, para el actual gobierno ecuatoriano del presidente Daniel Noboa, todos estos procesos judiciales eran razones suficientes para no otorgarle el asilo diplomático. La canciller de Ecuador, Gabriela Sommerfeld, dijo que en reiteradas ocasiones y visitas oficiales había expresado a la embajada mexicana que no procedía de manera alguna la concesión de asilo diplomático a Jorge Glas.
Estas solicitudes se realizaron con base en los estatutos de la convención de Caracas de 1954, y de la convención de Montevideo de 1933. “Establecen claramente que no es lícito conceder asilo a personas condenadas o procesadas por delitos comunes y por tribunales competentes”, señaló Sommerfeld en una conferencia de prensa, después de que la comunidad internacional rechazara la irrupción en la embajada de México. Agregó que “ningún delincuente puede ser considerado un perseguido político, cuando ha sido condenado con sentencia ejecutoriada, y con disposición de captura emitida por las autoridades judiciales".
Todo esto desencadenó en una crisis diplomática entre las dos naciones, cuyo último episodio fue la salida de la representación mexicana de Ecuador, y el cierre de todos los servicios consulares. Ecuador también ha retirado su cuerpo diplomático de México, a pesar que actualmente no tenía un embajador nombrado oficialmente por el presidente Noboa.
Mientras tanto, el exvicepresidente Jorge Glas está recluido en la cárcel La Roca, de Guayaquil, una de las prisiones de máxima seguridad que tiene Ecuador. El lunes ocho de abril lo encontraron inconsciente en la pequeña habitación y fue trasladado al hospital. Según los informes oficiales sufrió una descompensación por rehusarse a comer. Otro reporte indica que sufrió una sobredosis de ansiolíticos, antidepresivos y sedantes. Al día siguiente regresó a su pequeña celda, en espera de que el recurso de habeas corpus interpuesto por sus abogados le permita cumplir el asilo político que había obtenido.
Ambiente en los exteriores de la Embajada de México, luego de la decisión de conceder asilo político al ex Presidente Jorge Glas, por parte del Gobierno de ese país. Quito, viernes 5 de marzo del 2024. Fotografía de Rolando Enríquez/REUTERS.
Agentes de Inteligencia interceptaron conversaciones del exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, y afirman que había un plan de fuga; él es uno de varios simpatizantes de Rafael Correa que han buscado la protección de México.
La celda donde se encuentra el exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, mide menos de tres metros cuadrados. Es una estructura de hormigón, y apenas unos centímetros separan la cama del retrete. El espacio es tan reducido que solo pueden darse unos pasos antes de llegar a la puerta de barrotes de acero. El exfuncionario llegó aquí solo unas horas después de que México le había otorgado el asilo diplomático, el pasado viernes 5 de abril.
Eran cerca de las 22:00 horas cuando el tránsito en las avenidas Naciones Unidas y Seis de Diciembre se detuvo en Quito. Las dos vías rodean los tres accesos de la embajada de México, al norte de la capital ecuatoriana. Para esas horas, sin importar la protección diplomática, la Presidencia de Ecuador había ordenado la ejecución de una operación policial para lograr su captura inmediata.
Tres vehículos blindados y con las ventanas polarizadas se abrieron paso rápidamente, y bloquearon todas las salidas del edificio. De inmediato, agentes, vestidos de negro y con fusiles de asalto bajaron de los carros. Todos tenían capuchas, cascos y pistolas. Incluso portaban escudos antimotines.
De pronto se escucharon dos estruendos. Era el golpe de un martillo de acero contra la puerta de la embajada. La gente que caminaba por el lugar se alejó rápidamente. Al menos veinte policías de grupos tácticos incursionaron en la sede diplomática. Algunos ingresaron por la puerta y otros saltaron los muros de dos metros de altura. Fueron ellos los primeros en llegar hasta la habitación en donde se encontraba Jorge Glas, uno de los rostros más visibles del Movimiento Revolución Ciudadana, partido fundado por el expresidente ecuatoriano Rafael Correa.
Uno de los uniformados que participó en la operación policial contó a Gatopardo que el político ecuatoriano se quedó inmóvil e intentó rehusarse a la detención, pero no tuvo tiempo. Los policías lo tomaron de la ropa y lo arrastraron fuera de la habitación y hasta el interior de uno de los autos blindados que ya se encontraba dentro de la embajada.
Apenas Glas estuvo dentro del vehículo, los uniformados salieron de la sede y se marcharon hacia la Unidad Judicial de Flagrancias de Quito. El auto salió del recinto diplomático a gran velocidad, mientras se escuchaban los gritos del jefe de la misión consular de México en Ecuador, Roberto Canseco. “No, no, no se lo lleven, por favor”, decía mientras forcejeaba con otros policías que lo apartaron de los vehículos blindados.
¿Por qué México dio asilo al exvicepresidente?
Glas no es el primer aliado del correísmo que tramita su asilo político en México. El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha recibido al menos a diez exfuncionarios cercanos a Rafael Correa.
Uno de los primeros en arribar al país, en abril de 2019, fue Ricardo Patiño, excanciller de Ecuador. Le siguieron ese mismo año la expresidenta de la Asamblea, Gabriela Rivadeneira, y los exasambleístas Soledad Buendía, Carlos Viteri Gualinga y Luis Molina. En ese mismo grupo también estuvo Edwin Jarrín, expresidente del Consejo de Participación Ciudadana de Ecuador, y esposo de Buendía.
Todos ellos se habían refugiado previamente en la Embajada de México, en Quito, y hoy cuentan con asilo político. Otros nombres clave del correísmo que residen en el país son la exlegisladora Viviana Bonilla, y el exministro de Transporte y Obras Públicas, Walter Solís. Los dos llegaron en 2021, tras ser procesados y condenados por el caso “Sobornos”, que involucra una red de corrupción para el financiamiento de campañas electorales del movimiento correísta. Hoy están refugiados en México.
El mismo estatus tienen la exasambleísta Sofía Espín, investigada por el delito de oferta de tráfico de influencias; y el exsuperintendente de Comunicación, Carlos Ochoa, procesado por falsificación de documentos públicos.
Todos son figuras importantes del correísmo. Ellos fundaron el movimiento y abandonaron Ecuador entre 2018 y 2019. Desde entonces, México se ha convertido en el centro de operaciones del partido de Rafael Correa. Incluso, en México se han realizado convenciones con el expresidente, quien también tiene condenas en su país. Es en México en donde Correa se ha reunido con los candidatos presidenciales de las dos últimas elecciones Andrés Arauz (2021) y Luisa González (2023).
La relación entre el gobierno de López Obrador y el movimiento correísta es estrecha. De hecho, la tensión con Ecuador creció tras las últimas declaraciones del presidente mexicano sobre las elecciones presidenciales pasadas en el país andino: señaló que el magnicidio del candidato presidencial, Fernando Villavicencio, perjudicó a Luisa González, candidata presidencial del Movimiento Revolución Ciudadana.
¿Por qué entraron a la embajada de México en Ecuador?
Agentes de Inteligencia de Ecuador informaron que existía un plan para sacar a Glas de la sede diplomática y llevarlo hasta el aeropuerto para que huyera del país. Lo tenían monitoreado días antes de lo ocurrido. Las conversaciones que el exvicepresidente mantenía con sus aliados en México fueron interceptadas, y así se obtuvo información de una posible fuga. “Pero todo estaba armado”, “le estamos esperando en México”, “estábamos por salir”, fueron las frases que encendieron las alarmas del gobierno ecuatoriano. Así lo confirmó públicamente el mismo secretario de la Presidencia de Ecuador, Roberto Izurieta.
Por eso, la Cancillería del país andino justificó la incursión armada a la embajada, ante un “riesgo real de fuga inminente”. Fue este hecho el que desató un quiebre en la relación entre las dos naciones, y un rechazo internacional hacia Ecuador.
Las sospechas de la posible fuga de Glas no eran recientes. En marzo pasado, los cuerpos de Inteligencia de las Fuerzas Armadas ecuatorianas también tuvieron datos de un posible escape del exvicepresidente por tierra. Por eso, el 12 de marzo, los militares ordenaron resguardar todas las fronteras terrestres del país. Según los uniformados ecuatorianos, el objetivo de Glas era salir hacia México para evadir los procesos judiciales que enfrenta por actos de corrupción.
De hecho, su ingreso a la embajada mexicana, el 17 de diciembre de 2023, coincidió con una orden de la Fiscalía para su localización y captura. El funcionario del correísmo alegó sentirse inseguro y pidió protección diplomática. Desde ese momento México lo recibió bajo la figura de “huésped”. En total, Glas estuvo dentro de la embajada 110 días.
En ese tiempo y con ese estatus, el exfuncionario pudo evitar ir a la cárcel, luego de que un juez ordenara su prisión preventiva en enero por el delito de peculado. Este proceso judicial se abrió por una malversación de fondos públicos en la fallida reconstrucción de la provincia costera de Manabí, luego del terremoto ocurrido en 2016.
También te puede interesar leer: "Rebobinar: formas de negar la historia reciente de Argentina".
Sin embargo, esta no es la única causa judicial que pesa sobre este político ecuatoriano. Glas ocupó importantes cargos durante el gobierno de Rafael Correa. Fue su hombre de confianza y fungió como ministro de Telecomunicaciones, de los sectores estratégicos y, en el último periodo del mandatario, fue su vicepresidente. Ocupó este mismo cargo durante la administración de Lenín Moreno, hasta que la Fiscalía lo procesó por actos de corrupción.
Glas ha sido declarado culpable por la Corte Nacional de Ecuador en dos ocasiones. Recibió una condena de seis años de cárcel por el delito de asociación ilícita, en la trama de corrupción de Odebrecht; y ocho años por cohecho en el denominado caso “Sobornos”.
Por estos casos, Glas estuvo en prisión cinco años y logró salir en noviembre de 2022, gracias a una medida cautelar que le otorgó el juez Emerson Curipallo. Este fallo fue cuestionado en su momento, porque el magistrado era de una jurisdicción distinta a la que llevó el proceso. Actualmente, el juez Curipallo está detenido y es procesado por, presuntamente, ser parte de una red de funcionarios judiciales que dictaban fallos favorables a detenidos a cambio de dinero. La Fiscalía de Ecuador llama a este proceso el caso “Metástasis”.
Glas carga sobre sus hombros otras dos investigaciones más. La primera por presuntas irregularidades en la adjudicación del contrato para la extracción de petróleo en el Campo Singue, en la región amazónica de Ecuador. Y la segunda por una denuncia por acoso verbal y sicológico presentada por su exasistente personal, Soledad Padilla. Todos los cargos han sido negados por Glas y sus aliados correístas, quienes afirman que el exvicepresidente es un perseguido político. Incluso, Correa el sábado dejó de lado su cumpleaños para salir en medios internacionales y defender a Glas y pedir sanciones para Ecuador.
En cambio, para el actual gobierno ecuatoriano del presidente Daniel Noboa, todos estos procesos judiciales eran razones suficientes para no otorgarle el asilo diplomático. La canciller de Ecuador, Gabriela Sommerfeld, dijo que en reiteradas ocasiones y visitas oficiales había expresado a la embajada mexicana que no procedía de manera alguna la concesión de asilo diplomático a Jorge Glas.
Estas solicitudes se realizaron con base en los estatutos de la convención de Caracas de 1954, y de la convención de Montevideo de 1933. “Establecen claramente que no es lícito conceder asilo a personas condenadas o procesadas por delitos comunes y por tribunales competentes”, señaló Sommerfeld en una conferencia de prensa, después de que la comunidad internacional rechazara la irrupción en la embajada de México. Agregó que “ningún delincuente puede ser considerado un perseguido político, cuando ha sido condenado con sentencia ejecutoriada, y con disposición de captura emitida por las autoridades judiciales".
Todo esto desencadenó en una crisis diplomática entre las dos naciones, cuyo último episodio fue la salida de la representación mexicana de Ecuador, y el cierre de todos los servicios consulares. Ecuador también ha retirado su cuerpo diplomático de México, a pesar que actualmente no tenía un embajador nombrado oficialmente por el presidente Noboa.
Mientras tanto, el exvicepresidente Jorge Glas está recluido en la cárcel La Roca, de Guayaquil, una de las prisiones de máxima seguridad que tiene Ecuador. El lunes ocho de abril lo encontraron inconsciente en la pequeña habitación y fue trasladado al hospital. Según los informes oficiales sufrió una descompensación por rehusarse a comer. Otro reporte indica que sufrió una sobredosis de ansiolíticos, antidepresivos y sedantes. Al día siguiente regresó a su pequeña celda, en espera de que el recurso de habeas corpus interpuesto por sus abogados le permita cumplir el asilo político que había obtenido.
Agentes de Inteligencia interceptaron conversaciones del exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, y afirman que había un plan de fuga; él es uno de varios simpatizantes de Rafael Correa que han buscado la protección de México.
La celda donde se encuentra el exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, mide menos de tres metros cuadrados. Es una estructura de hormigón, y apenas unos centímetros separan la cama del retrete. El espacio es tan reducido que solo pueden darse unos pasos antes de llegar a la puerta de barrotes de acero. El exfuncionario llegó aquí solo unas horas después de que México le había otorgado el asilo diplomático, el pasado viernes 5 de abril.
Eran cerca de las 22:00 horas cuando el tránsito en las avenidas Naciones Unidas y Seis de Diciembre se detuvo en Quito. Las dos vías rodean los tres accesos de la embajada de México, al norte de la capital ecuatoriana. Para esas horas, sin importar la protección diplomática, la Presidencia de Ecuador había ordenado la ejecución de una operación policial para lograr su captura inmediata.
Tres vehículos blindados y con las ventanas polarizadas se abrieron paso rápidamente, y bloquearon todas las salidas del edificio. De inmediato, agentes, vestidos de negro y con fusiles de asalto bajaron de los carros. Todos tenían capuchas, cascos y pistolas. Incluso portaban escudos antimotines.
De pronto se escucharon dos estruendos. Era el golpe de un martillo de acero contra la puerta de la embajada. La gente que caminaba por el lugar se alejó rápidamente. Al menos veinte policías de grupos tácticos incursionaron en la sede diplomática. Algunos ingresaron por la puerta y otros saltaron los muros de dos metros de altura. Fueron ellos los primeros en llegar hasta la habitación en donde se encontraba Jorge Glas, uno de los rostros más visibles del Movimiento Revolución Ciudadana, partido fundado por el expresidente ecuatoriano Rafael Correa.
Uno de los uniformados que participó en la operación policial contó a Gatopardo que el político ecuatoriano se quedó inmóvil e intentó rehusarse a la detención, pero no tuvo tiempo. Los policías lo tomaron de la ropa y lo arrastraron fuera de la habitación y hasta el interior de uno de los autos blindados que ya se encontraba dentro de la embajada.
Apenas Glas estuvo dentro del vehículo, los uniformados salieron de la sede y se marcharon hacia la Unidad Judicial de Flagrancias de Quito. El auto salió del recinto diplomático a gran velocidad, mientras se escuchaban los gritos del jefe de la misión consular de México en Ecuador, Roberto Canseco. “No, no, no se lo lleven, por favor”, decía mientras forcejeaba con otros policías que lo apartaron de los vehículos blindados.
¿Por qué México dio asilo al exvicepresidente?
Glas no es el primer aliado del correísmo que tramita su asilo político en México. El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha recibido al menos a diez exfuncionarios cercanos a Rafael Correa.
Uno de los primeros en arribar al país, en abril de 2019, fue Ricardo Patiño, excanciller de Ecuador. Le siguieron ese mismo año la expresidenta de la Asamblea, Gabriela Rivadeneira, y los exasambleístas Soledad Buendía, Carlos Viteri Gualinga y Luis Molina. En ese mismo grupo también estuvo Edwin Jarrín, expresidente del Consejo de Participación Ciudadana de Ecuador, y esposo de Buendía.
Todos ellos se habían refugiado previamente en la Embajada de México, en Quito, y hoy cuentan con asilo político. Otros nombres clave del correísmo que residen en el país son la exlegisladora Viviana Bonilla, y el exministro de Transporte y Obras Públicas, Walter Solís. Los dos llegaron en 2021, tras ser procesados y condenados por el caso “Sobornos”, que involucra una red de corrupción para el financiamiento de campañas electorales del movimiento correísta. Hoy están refugiados en México.
El mismo estatus tienen la exasambleísta Sofía Espín, investigada por el delito de oferta de tráfico de influencias; y el exsuperintendente de Comunicación, Carlos Ochoa, procesado por falsificación de documentos públicos.
Todos son figuras importantes del correísmo. Ellos fundaron el movimiento y abandonaron Ecuador entre 2018 y 2019. Desde entonces, México se ha convertido en el centro de operaciones del partido de Rafael Correa. Incluso, en México se han realizado convenciones con el expresidente, quien también tiene condenas en su país. Es en México en donde Correa se ha reunido con los candidatos presidenciales de las dos últimas elecciones Andrés Arauz (2021) y Luisa González (2023).
La relación entre el gobierno de López Obrador y el movimiento correísta es estrecha. De hecho, la tensión con Ecuador creció tras las últimas declaraciones del presidente mexicano sobre las elecciones presidenciales pasadas en el país andino: señaló que el magnicidio del candidato presidencial, Fernando Villavicencio, perjudicó a Luisa González, candidata presidencial del Movimiento Revolución Ciudadana.
¿Por qué entraron a la embajada de México en Ecuador?
Agentes de Inteligencia de Ecuador informaron que existía un plan para sacar a Glas de la sede diplomática y llevarlo hasta el aeropuerto para que huyera del país. Lo tenían monitoreado días antes de lo ocurrido. Las conversaciones que el exvicepresidente mantenía con sus aliados en México fueron interceptadas, y así se obtuvo información de una posible fuga. “Pero todo estaba armado”, “le estamos esperando en México”, “estábamos por salir”, fueron las frases que encendieron las alarmas del gobierno ecuatoriano. Así lo confirmó públicamente el mismo secretario de la Presidencia de Ecuador, Roberto Izurieta.
Por eso, la Cancillería del país andino justificó la incursión armada a la embajada, ante un “riesgo real de fuga inminente”. Fue este hecho el que desató un quiebre en la relación entre las dos naciones, y un rechazo internacional hacia Ecuador.
Las sospechas de la posible fuga de Glas no eran recientes. En marzo pasado, los cuerpos de Inteligencia de las Fuerzas Armadas ecuatorianas también tuvieron datos de un posible escape del exvicepresidente por tierra. Por eso, el 12 de marzo, los militares ordenaron resguardar todas las fronteras terrestres del país. Según los uniformados ecuatorianos, el objetivo de Glas era salir hacia México para evadir los procesos judiciales que enfrenta por actos de corrupción.
De hecho, su ingreso a la embajada mexicana, el 17 de diciembre de 2023, coincidió con una orden de la Fiscalía para su localización y captura. El funcionario del correísmo alegó sentirse inseguro y pidió protección diplomática. Desde ese momento México lo recibió bajo la figura de “huésped”. En total, Glas estuvo dentro de la embajada 110 días.
En ese tiempo y con ese estatus, el exfuncionario pudo evitar ir a la cárcel, luego de que un juez ordenara su prisión preventiva en enero por el delito de peculado. Este proceso judicial se abrió por una malversación de fondos públicos en la fallida reconstrucción de la provincia costera de Manabí, luego del terremoto ocurrido en 2016.
También te puede interesar leer: "Rebobinar: formas de negar la historia reciente de Argentina".
Sin embargo, esta no es la única causa judicial que pesa sobre este político ecuatoriano. Glas ocupó importantes cargos durante el gobierno de Rafael Correa. Fue su hombre de confianza y fungió como ministro de Telecomunicaciones, de los sectores estratégicos y, en el último periodo del mandatario, fue su vicepresidente. Ocupó este mismo cargo durante la administración de Lenín Moreno, hasta que la Fiscalía lo procesó por actos de corrupción.
Glas ha sido declarado culpable por la Corte Nacional de Ecuador en dos ocasiones. Recibió una condena de seis años de cárcel por el delito de asociación ilícita, en la trama de corrupción de Odebrecht; y ocho años por cohecho en el denominado caso “Sobornos”.
Por estos casos, Glas estuvo en prisión cinco años y logró salir en noviembre de 2022, gracias a una medida cautelar que le otorgó el juez Emerson Curipallo. Este fallo fue cuestionado en su momento, porque el magistrado era de una jurisdicción distinta a la que llevó el proceso. Actualmente, el juez Curipallo está detenido y es procesado por, presuntamente, ser parte de una red de funcionarios judiciales que dictaban fallos favorables a detenidos a cambio de dinero. La Fiscalía de Ecuador llama a este proceso el caso “Metástasis”.
Glas carga sobre sus hombros otras dos investigaciones más. La primera por presuntas irregularidades en la adjudicación del contrato para la extracción de petróleo en el Campo Singue, en la región amazónica de Ecuador. Y la segunda por una denuncia por acoso verbal y sicológico presentada por su exasistente personal, Soledad Padilla. Todos los cargos han sido negados por Glas y sus aliados correístas, quienes afirman que el exvicepresidente es un perseguido político. Incluso, Correa el sábado dejó de lado su cumpleaños para salir en medios internacionales y defender a Glas y pedir sanciones para Ecuador.
En cambio, para el actual gobierno ecuatoriano del presidente Daniel Noboa, todos estos procesos judiciales eran razones suficientes para no otorgarle el asilo diplomático. La canciller de Ecuador, Gabriela Sommerfeld, dijo que en reiteradas ocasiones y visitas oficiales había expresado a la embajada mexicana que no procedía de manera alguna la concesión de asilo diplomático a Jorge Glas.
Estas solicitudes se realizaron con base en los estatutos de la convención de Caracas de 1954, y de la convención de Montevideo de 1933. “Establecen claramente que no es lícito conceder asilo a personas condenadas o procesadas por delitos comunes y por tribunales competentes”, señaló Sommerfeld en una conferencia de prensa, después de que la comunidad internacional rechazara la irrupción en la embajada de México. Agregó que “ningún delincuente puede ser considerado un perseguido político, cuando ha sido condenado con sentencia ejecutoriada, y con disposición de captura emitida por las autoridades judiciales".
Todo esto desencadenó en una crisis diplomática entre las dos naciones, cuyo último episodio fue la salida de la representación mexicana de Ecuador, y el cierre de todos los servicios consulares. Ecuador también ha retirado su cuerpo diplomático de México, a pesar que actualmente no tenía un embajador nombrado oficialmente por el presidente Noboa.
Mientras tanto, el exvicepresidente Jorge Glas está recluido en la cárcel La Roca, de Guayaquil, una de las prisiones de máxima seguridad que tiene Ecuador. El lunes ocho de abril lo encontraron inconsciente en la pequeña habitación y fue trasladado al hospital. Según los informes oficiales sufrió una descompensación por rehusarse a comer. Otro reporte indica que sufrió una sobredosis de ansiolíticos, antidepresivos y sedantes. Al día siguiente regresó a su pequeña celda, en espera de que el recurso de habeas corpus interpuesto por sus abogados le permita cumplir el asilo político que había obtenido.
Ambiente en los exteriores de la Embajada de México, luego de la decisión de conceder asilo político al ex Presidente Jorge Glas, por parte del Gobierno de ese país. Quito, viernes 5 de marzo del 2024. Fotografía de Rolando Enríquez/REUTERS.
Agentes de Inteligencia interceptaron conversaciones del exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, y afirman que había un plan de fuga; él es uno de varios simpatizantes de Rafael Correa que han buscado la protección de México.
La celda donde se encuentra el exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, mide menos de tres metros cuadrados. Es una estructura de hormigón, y apenas unos centímetros separan la cama del retrete. El espacio es tan reducido que solo pueden darse unos pasos antes de llegar a la puerta de barrotes de acero. El exfuncionario llegó aquí solo unas horas después de que México le había otorgado el asilo diplomático, el pasado viernes 5 de abril.
Eran cerca de las 22:00 horas cuando el tránsito en las avenidas Naciones Unidas y Seis de Diciembre se detuvo en Quito. Las dos vías rodean los tres accesos de la embajada de México, al norte de la capital ecuatoriana. Para esas horas, sin importar la protección diplomática, la Presidencia de Ecuador había ordenado la ejecución de una operación policial para lograr su captura inmediata.
Tres vehículos blindados y con las ventanas polarizadas se abrieron paso rápidamente, y bloquearon todas las salidas del edificio. De inmediato, agentes, vestidos de negro y con fusiles de asalto bajaron de los carros. Todos tenían capuchas, cascos y pistolas. Incluso portaban escudos antimotines.
De pronto se escucharon dos estruendos. Era el golpe de un martillo de acero contra la puerta de la embajada. La gente que caminaba por el lugar se alejó rápidamente. Al menos veinte policías de grupos tácticos incursionaron en la sede diplomática. Algunos ingresaron por la puerta y otros saltaron los muros de dos metros de altura. Fueron ellos los primeros en llegar hasta la habitación en donde se encontraba Jorge Glas, uno de los rostros más visibles del Movimiento Revolución Ciudadana, partido fundado por el expresidente ecuatoriano Rafael Correa.
Uno de los uniformados que participó en la operación policial contó a Gatopardo que el político ecuatoriano se quedó inmóvil e intentó rehusarse a la detención, pero no tuvo tiempo. Los policías lo tomaron de la ropa y lo arrastraron fuera de la habitación y hasta el interior de uno de los autos blindados que ya se encontraba dentro de la embajada.
Apenas Glas estuvo dentro del vehículo, los uniformados salieron de la sede y se marcharon hacia la Unidad Judicial de Flagrancias de Quito. El auto salió del recinto diplomático a gran velocidad, mientras se escuchaban los gritos del jefe de la misión consular de México en Ecuador, Roberto Canseco. “No, no, no se lo lleven, por favor”, decía mientras forcejeaba con otros policías que lo apartaron de los vehículos blindados.
¿Por qué México dio asilo al exvicepresidente?
Glas no es el primer aliado del correísmo que tramita su asilo político en México. El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha recibido al menos a diez exfuncionarios cercanos a Rafael Correa.
Uno de los primeros en arribar al país, en abril de 2019, fue Ricardo Patiño, excanciller de Ecuador. Le siguieron ese mismo año la expresidenta de la Asamblea, Gabriela Rivadeneira, y los exasambleístas Soledad Buendía, Carlos Viteri Gualinga y Luis Molina. En ese mismo grupo también estuvo Edwin Jarrín, expresidente del Consejo de Participación Ciudadana de Ecuador, y esposo de Buendía.
Todos ellos se habían refugiado previamente en la Embajada de México, en Quito, y hoy cuentan con asilo político. Otros nombres clave del correísmo que residen en el país son la exlegisladora Viviana Bonilla, y el exministro de Transporte y Obras Públicas, Walter Solís. Los dos llegaron en 2021, tras ser procesados y condenados por el caso “Sobornos”, que involucra una red de corrupción para el financiamiento de campañas electorales del movimiento correísta. Hoy están refugiados en México.
El mismo estatus tienen la exasambleísta Sofía Espín, investigada por el delito de oferta de tráfico de influencias; y el exsuperintendente de Comunicación, Carlos Ochoa, procesado por falsificación de documentos públicos.
Todos son figuras importantes del correísmo. Ellos fundaron el movimiento y abandonaron Ecuador entre 2018 y 2019. Desde entonces, México se ha convertido en el centro de operaciones del partido de Rafael Correa. Incluso, en México se han realizado convenciones con el expresidente, quien también tiene condenas en su país. Es en México en donde Correa se ha reunido con los candidatos presidenciales de las dos últimas elecciones Andrés Arauz (2021) y Luisa González (2023).
La relación entre el gobierno de López Obrador y el movimiento correísta es estrecha. De hecho, la tensión con Ecuador creció tras las últimas declaraciones del presidente mexicano sobre las elecciones presidenciales pasadas en el país andino: señaló que el magnicidio del candidato presidencial, Fernando Villavicencio, perjudicó a Luisa González, candidata presidencial del Movimiento Revolución Ciudadana.
¿Por qué entraron a la embajada de México en Ecuador?
Agentes de Inteligencia de Ecuador informaron que existía un plan para sacar a Glas de la sede diplomática y llevarlo hasta el aeropuerto para que huyera del país. Lo tenían monitoreado días antes de lo ocurrido. Las conversaciones que el exvicepresidente mantenía con sus aliados en México fueron interceptadas, y así se obtuvo información de una posible fuga. “Pero todo estaba armado”, “le estamos esperando en México”, “estábamos por salir”, fueron las frases que encendieron las alarmas del gobierno ecuatoriano. Así lo confirmó públicamente el mismo secretario de la Presidencia de Ecuador, Roberto Izurieta.
Por eso, la Cancillería del país andino justificó la incursión armada a la embajada, ante un “riesgo real de fuga inminente”. Fue este hecho el que desató un quiebre en la relación entre las dos naciones, y un rechazo internacional hacia Ecuador.
Las sospechas de la posible fuga de Glas no eran recientes. En marzo pasado, los cuerpos de Inteligencia de las Fuerzas Armadas ecuatorianas también tuvieron datos de un posible escape del exvicepresidente por tierra. Por eso, el 12 de marzo, los militares ordenaron resguardar todas las fronteras terrestres del país. Según los uniformados ecuatorianos, el objetivo de Glas era salir hacia México para evadir los procesos judiciales que enfrenta por actos de corrupción.
De hecho, su ingreso a la embajada mexicana, el 17 de diciembre de 2023, coincidió con una orden de la Fiscalía para su localización y captura. El funcionario del correísmo alegó sentirse inseguro y pidió protección diplomática. Desde ese momento México lo recibió bajo la figura de “huésped”. En total, Glas estuvo dentro de la embajada 110 días.
En ese tiempo y con ese estatus, el exfuncionario pudo evitar ir a la cárcel, luego de que un juez ordenara su prisión preventiva en enero por el delito de peculado. Este proceso judicial se abrió por una malversación de fondos públicos en la fallida reconstrucción de la provincia costera de Manabí, luego del terremoto ocurrido en 2016.
También te puede interesar leer: "Rebobinar: formas de negar la historia reciente de Argentina".
Sin embargo, esta no es la única causa judicial que pesa sobre este político ecuatoriano. Glas ocupó importantes cargos durante el gobierno de Rafael Correa. Fue su hombre de confianza y fungió como ministro de Telecomunicaciones, de los sectores estratégicos y, en el último periodo del mandatario, fue su vicepresidente. Ocupó este mismo cargo durante la administración de Lenín Moreno, hasta que la Fiscalía lo procesó por actos de corrupción.
Glas ha sido declarado culpable por la Corte Nacional de Ecuador en dos ocasiones. Recibió una condena de seis años de cárcel por el delito de asociación ilícita, en la trama de corrupción de Odebrecht; y ocho años por cohecho en el denominado caso “Sobornos”.
Por estos casos, Glas estuvo en prisión cinco años y logró salir en noviembre de 2022, gracias a una medida cautelar que le otorgó el juez Emerson Curipallo. Este fallo fue cuestionado en su momento, porque el magistrado era de una jurisdicción distinta a la que llevó el proceso. Actualmente, el juez Curipallo está detenido y es procesado por, presuntamente, ser parte de una red de funcionarios judiciales que dictaban fallos favorables a detenidos a cambio de dinero. La Fiscalía de Ecuador llama a este proceso el caso “Metástasis”.
Glas carga sobre sus hombros otras dos investigaciones más. La primera por presuntas irregularidades en la adjudicación del contrato para la extracción de petróleo en el Campo Singue, en la región amazónica de Ecuador. Y la segunda por una denuncia por acoso verbal y sicológico presentada por su exasistente personal, Soledad Padilla. Todos los cargos han sido negados por Glas y sus aliados correístas, quienes afirman que el exvicepresidente es un perseguido político. Incluso, Correa el sábado dejó de lado su cumpleaños para salir en medios internacionales y defender a Glas y pedir sanciones para Ecuador.
En cambio, para el actual gobierno ecuatoriano del presidente Daniel Noboa, todos estos procesos judiciales eran razones suficientes para no otorgarle el asilo diplomático. La canciller de Ecuador, Gabriela Sommerfeld, dijo que en reiteradas ocasiones y visitas oficiales había expresado a la embajada mexicana que no procedía de manera alguna la concesión de asilo diplomático a Jorge Glas.
Estas solicitudes se realizaron con base en los estatutos de la convención de Caracas de 1954, y de la convención de Montevideo de 1933. “Establecen claramente que no es lícito conceder asilo a personas condenadas o procesadas por delitos comunes y por tribunales competentes”, señaló Sommerfeld en una conferencia de prensa, después de que la comunidad internacional rechazara la irrupción en la embajada de México. Agregó que “ningún delincuente puede ser considerado un perseguido político, cuando ha sido condenado con sentencia ejecutoriada, y con disposición de captura emitida por las autoridades judiciales".
Todo esto desencadenó en una crisis diplomática entre las dos naciones, cuyo último episodio fue la salida de la representación mexicana de Ecuador, y el cierre de todos los servicios consulares. Ecuador también ha retirado su cuerpo diplomático de México, a pesar que actualmente no tenía un embajador nombrado oficialmente por el presidente Noboa.
Mientras tanto, el exvicepresidente Jorge Glas está recluido en la cárcel La Roca, de Guayaquil, una de las prisiones de máxima seguridad que tiene Ecuador. El lunes ocho de abril lo encontraron inconsciente en la pequeña habitación y fue trasladado al hospital. Según los informes oficiales sufrió una descompensación por rehusarse a comer. Otro reporte indica que sufrió una sobredosis de ansiolíticos, antidepresivos y sedantes. Al día siguiente regresó a su pequeña celda, en espera de que el recurso de habeas corpus interpuesto por sus abogados le permita cumplir el asilo político que había obtenido.
No items found.