Estamos a unas semanas del Mundial de Fútbol. Todos sabemos que es un meganegocio corporativo y, sin embargo, cada cuatro años, nos entregamos a sus torneos con los ojos cerrados. Qatar es el primer país del Medio Oriente en albergar una Copa, que busca posicionarse como una nación pujante en la región. Un país no futbolero, petrolero, donde hubo que levantar estadios desde cero en medio del desierto. ¿Qué gana Qatar organizando un Mundial de Fútbol?
La semana previa al Mundial de Fútbol de Brasil 2014, el comediante inglés John Oliver realizó un informe en su programa Last Week Tonight en el que intentaba explicarle al público estadounidense la importancia mundial de los mundiales. Al dirigirse a una audiencia mucho más interiorizada en el béisbol, básquetbol o fútbol americano que en el fútbol, Oliver tenía a favor el poder de la perspectiva, la posibilidad de tomar unos pasos de distancia y analizar desde cero este fenómeno que el mundo en general —y Latinoamérica en especial— tiene incorporado y naturalizado como una especie de religión.
El fútbol tiene sus propios dioses, liturgia y catedrales; tiene sus fieles, un papa, obispos, auspiciantes, lobistas, cardenales; tiene un flujo sobrehumano de poder, entretenimiento y dinero. En Latinoamérica, todo esto ya lo sabemos. Al igual que sucede con otras religiones predominantes, acá se puede ser ateo o agnóstico con relación al fútbol, pero es casi imposible vivir ajeno a sus consecuencias, y esta situación se magnifica y evidencia cada cuatro años, en el mes del Mundial.
En el informe, Oliver plantea su dilema moral. Por un lado, el Mundial es su evento favorito. Por el otro, está organizado por la FIFA. Dice Oliver: “Para los espectadores estadounidenses que quizá no la conozcan, la FIFA, Fédération Internationale de Football Association, es una organización cómicamente grotesca”, y luego da un breve muestrario para justificar esta afirmación. En el Mundial de 2010, la FIFA forzó a Sudáfrica, el país anfitrión, a aceptar la creación de las “FIFA World Cup Courts”. Estos tribunales, creados con el supuesto fin de cuidar a los extranjeros en un país inseguro, tenían la facultad de hacer juicios sumarios, condenar y apresar personas durante la copa del mundo. En el de 2014, la FIFA forzó al Gobierno brasilero a derogar la ley que prohibía el consumo de bebidas alcohólicas en estadios de fútbol, ya que Budweiser era uno de sus principales auspiciantes. “Lo siento si suena un poco arrogante, pero nuestro derecho a vender cerveza no es negociable”, dijo Jérôme Valcke, por entonces secretario general de la FIFA.
Por otra parte, la FIFA exige exoneración de impuestos para su organización a los países anfitriones, pero en una entrevista, el entonces presidente de la FIFA, Joseph Blatter, aseguró sin pestañear que esta es una organización sin fines de lucro y que si tienen más de mil millones de dólares en el banco es solo a modo de reserva. Sobre el final del informe, Oliver dice: “A esta altura, espero ya haber demostrado que la FIFA es abominable, y, sin embargo, este es su gran poder: ¡Estoy realmente emocionadísimo porque la Copa del Mundo va a empezar la semana que viene!”.
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¡Se lesionó Messi y se perdería el Mundial! En los últimos meses, cada tanto aparece este meme. La imagen simula ser una captura de pantalla de un portal de noticias, con el titular en letras tamaño catástrofe, una foto de Lionel Messi tomándose una pierna en un entrenamiento y un texto que dice: “Conmoción mundial: El crack argentino sintió un fuerte pinchazo en los ligamentos cruzados de la pierna izquierda y qué cagazo te pegaste al leer esto, hermano”.
Este meme se hizo viral en Argentina, de inicio, durante los primeros días de junio, el mes en el que históricamente empiezan los mundiales desde 1930. Supongo que la gente habrá sentido una especie de vacío durante ese período en el que normalmente se juega la Copa del Mundo. A esta altura se podría decir que los mundiales tienen un poder casi metafísico: la suspensión de la vida normal durante un mes, cada cuatro años. Por supuesto, la suspensión no es total ni es de todas las vidas, pero seguramente alcance a ser lo que los científicos llaman “un cambio significativo”, algo suficiente como para llevar a cabo un estudio, en un país futbolero, sobre la variación en los índices de robos, asesinatos, despidos, protestas callejeras, incendios, abortos, ruptura de parejas, incremento o declive en la aceptación de la imagen presidencial, venta de cerveza, televisores y helados, bautismos, frecuencia sexual, suicidios, felicidad autopercibida.
En este sentido, hay un montón de cosas que pasaron en junio y julio de este año que no habrían pasado si la FIFA no hubiera alterado la fecha del Mundial en pos de calmar su insaciable sed de negocios. Ahora, unas semanas antes de que comience, el meme sobre la lesión de Messi está propagándose nuevamente. Es un misterio quién está detrás de su lanzamiento, pero su poder viral radica en la idea de que es la peor noticia que hoy pueden recibir los argentinos, la más temida, un suceso capaz de romper la burbuja balsámica en la que todos esperamos sumergirnos a partir de noviembre.
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Hasta el futbolero más fanático sabe que los mundiales se han convertido en un meganegocio turbio corporativo; sin embargo, cada cuatro años, nos entregamos a este evento como corderitos felices. John Oliver explica este pacto mediante la teoría de las salchichas: si te gusta mucho algo, no intentes saber cómo lo hicieron. Ustedes nos dan los mundiales y nosotros los consumimos sin hacer muchas preguntas, ese es el acuerdo implícito entre la FIFA y la gente. Ahora bien, ¿es un acuerdo inquebrantable? Como todo dador de alivio y placer, la FIFA conoce sus superpoderes, y con el Mundial de Qatar 2022 parece haberlos puesto a prueba. Uno podría imaginar una escena en la mesa oval de las oficinas de la FIFA en Zúrich y a los directivos debatiendo: ¿no les parece demasiado evidente la tramoya de hacer el Mundial en Qatar? Contras: es un país sin tradición futbolera, sin estadios, sin la infraestructura necesaria para un evento de este tipo, con violaciones flagrantes a derechos de trabajadores, mujeres y comunidad LGBT, y además se va a tener que jugar sobre fin de año porque en junio hacen 45 °C a la sombra. Pros: hay billones de petrodólares. Prevenciones: está claro que tenemos ese pacto con la gente, pero ¿al menos no tendríamos que disimular un poco? Respuesta: bueno, diremos que las playas son lindas, que los qataríes son buena gente, que esto sirve para fortalecer la paz, quizá podamos construir algunas escuelas.
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La designación de Qatar como sede del Mundial de 2022 no fue gratuita para los directivos de la FIFA. La historia es conocida, pero hagamos un breve repaso. El 2 de diciembre de 2010 se realizó una votación para designar las sedes de los mundiales de 2018 y 2022. La primera fue para Rusia y la segunda, ante la sorpresa general, fue para Qatar. Estados Unidos era el gran candidato para 2022, y frente la sospecha de que le habían robado la sede en la cara, puso al FBI a investigar el caso. El primero en caer fue el estadounidense Chuck Blazer, secretario general de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol, un hombre que, entre otras cosas, no había presentado una declaración impositiva en diecisiete años y tenía un departamento en la Trump Tower de Nueva York para uso exclusivo de sus gatos. Entonces el FBI le dio a Blazer dos opciones: o vas a prisión por evasión fiscal o te convertís en nuestro informante. En los siguientes años, con Blazer como espía, el FBI juntó tanta evidencia sobre los negocios ilegales de la FIFA como para justificar la aplicación de la Ley RICO, la misma que había usado para combatir al crimen organizado durante la década del setenta, es decir, trató a la FIFA como a una mafia.
Si bien la sospecha de votos comprados para el Mundial de Qatar 2022 fue el detonante que puso en marcha la investigación, la acusación de la Fiscalía de Nueva York, en virtud de la prueba reunida, se terminó centrando en los casos de sobornos, fraude y lavado de dinero relacionados a la televisación, comercialización y patrocinios de los eventos FIFA que se llevaron a cabo en América, en especial la Copa América de 2015 y 2016. Catorce personas, entre ellas miembros de la FIFA y empresarios relacionados con medios televisivos, fueron acusados formalmente. El 27 de mayo de 2015, mediante una acción conjunta entre el FBI y la policía suiza, detuvieron a varios altos directivos de la FIFA en un hotel en Zúrich. Todos lo vimos en los noticieros: hombres de traje tapados por sábanas blancas de hotel como fantasmas. El FIFAgate había estallado. Cinco días más tarde, el todopoderoso presidente Joseph Blatter renunció a su cargo.
Puede parecer paradójico que haya sido Estados Unidos, un país al que el fútbol le importa poco y nada, el principal responsable de derribar a la cúpula. Pero si se lo mira bien, para derrocar a la FIFA hacía falta un país poderoso y ajeno al fútbol, tanto a su emoción como a sus negociados, un país que estuviera por fuera del pacto de las salchichas.
No sé si Hollywood está preparando una película sobre el FIFAgate, pero en ese caso es probable que los héroes sean los fiscales e investigadores estadounidenses. Y no es ilógico que así sea, pero también hay que decir que, luego de las espectaculares detenciones de Zúrich, las cosas se fueron acomodando, como casi siempre sucede. Ninguno de los altos mandos europeos fue condenado a prisión. Blatter y Michel Platini, máximos exponentes de la FIFA, tan solo recibieron una suspensión de ocho años para ocupar cargos deportivos debido a “cobros desleales” y “conflictos de interés”, por parte de la Comisión de Ética de la FIFA. Estados Unidos, por su parte, fue designado —junto con México y Canadá— como sede para el Mundial de 2026 y gana cada vez más poder dentro del mundo del fútbol.
Desde 2015, el presidente de la FIFA es el abogado italosuizo Gianni Infantino, un hombre de perfil más simpático y conciliador que el de sus antecesores, pero que ocupó altos cargos directivos en la UEFA y la FIFA desde 2007, es decir, se trata de alguien que no podía ignorar completamente lo que pasaba a su alrededor. Queda en el aire, entonces, una sensación de gatopardismo, “cambiar para que nada cambie”. Después de todo, el Mundial de Qatar 2022 va a empezar dentro de pocos días.
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Qatar tiene una superficie quince veces menor a la de Uruguay y es uno de los países más ricos del mundo gracias a sus reservas de gas. Según datos del Banco Mundial, en 2021 el PIB per cápita de Qatar fue de 51 810 euros, lo que lo ubica en el puesto trece del ranking. ¿Qué gana Qatar al organizar un Mundial?
Danyel Reiche es profesor especializado en deportes y política y lidera la Comisión de Investigación sobre el Mundial de Qatar 2022 de la Universidad de Georgetown. En una nota publicada por la agencia de noticias The Media Line, Reiche dice que la ganancia para Qatar tiene más que ver con la política exterior que con el ingreso directo de dinero. Qatar será el primer país de Medio Oriente en albergar una Copa del Mundo, y con esto busca posicionarse como un país moderno y pujante dentro de la región, algo así como el Singapur de Medio Oriente. También es importante como una herramienta de seguridad nacional. “Me atrevería a decir que sin la Copa del Mundo y las inversiones deportivas que lo pusieron en el foco internacional, Qatar quizá hubiera sido invadido por Arabia Saudita”, dice Reiche.
Ahora bien, está búsqueda de reconocimiento de la comunidad internacional también puso a Qatar como centro de atención de las organizaciones de derechos humanos, un terreno en el que hay al menos tres actores que durante los últimos doce años se vieron involucrados en un juego de tironeos y negociaciones: el Gobierno de Qatar, la FIFA y las multinacionales que la auspician.
Comparado con asuntos de derechos humanos de gran relevancia, el debate sobre el consumo de alcohol en los estadios resulta un tema menor. La venta de bebidas alcohólicas en Qatar está restringida y se puede realizar en muy pocos lugares. Desde un principio, el Gobierno qatarí había asegurado que, por respeto a sus leyes y costumbres, no iba a permitir la venta de alcohol en los estadios. Pero como ya sabemos por el caso de Brasil 2014, Budweiser es uno de los principales auspiciantes de la FIFA y ya tienen experiencia en cambiar leyes de países para favorecer la venta de sus productos. Dos meses y medio antes del inicio del Mundial, Qatar y la FIFA/Budweiser anunciaron el siguiente acuerdo: los espectadores podrán comprar cerveza desde tres horas antes del inicio del partido y luego de que este haya terminado, pero no durante el partido. Además, Budweiser podrá vender cerveza de 6:30 p. m. a 1:00 a. m. en la “zona de fanáticos” de la FIFA, una especie de predio festivo en el centro de Doha. “Estamos trabajando en estrecha colaboración con la FIFA, que está gestionando la relación con las autoridades de Qatar, para garantizar que nuestras activaciones para el torneo se ejecuten con respeto y en cumplimiento de las normas y reglamentos locales”, dijo un portavoz de Budweiser.
Tratemos por un momento de imaginar todo el proceso para llegar al texto final de ese contrato: la negociación por los lugares, las horas, los precios, el trabajo de los traductores, el pedido de respeto por las costumbres locales, un mensaje encubierto de la FIFA para las autoridades qataríes: si quieren a la comunidad internacional van a tener que aguantarse a sus borrachos.
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El 18 de enero de 2020, Amnistía Internacional publicó un informe sobre la situación de los trabajadores migrantes de cara a la Copa del Mundo de 2022. Según este informe, en Qatar no están permitidos los partidos políticos, las mujeres sufren discriminaciones flagrantes y las personas homosexuales son perseguidas y maltratadas. Con relación a la situación de las mujeres, un informe de Human Rights Watch de 2021 concluyó que “el sistema discriminatorio de tutela masculina que se aplica en Qatar niega a las mujeres el derecho a tomar decisiones clave sobre sus vidas, ya que [...] deben conseguir el permiso de sus tutores masculinos para casarse, estudiar en el extranjero con becas del Gobierno, acceder a muchos empleos gubernamentales, viajar al extranjero hasta cierta edad y recibir algunas formas de atención de la salud reproductiva”.
Con relación a los derechos de la comunidad LGBT, Human Rights Watch documentó seis casos de palizas graves y repetidas y cinco casos de acoso sexual bajo custodia policial entre 2019 y 2022. Las fuerzas de seguridad detuvieron a personas en lugares públicos basándose en su expresión de género y registraron ilegalmente sus teléfonos. Como requisito para su liberación, ordenaron que las mujeres transgénero detenidas asistieran a sesiones de terapia de conversión en un centro de “apoyo conductual” patrocinado por el Gobierno. Con respecto a este asunto, también hubo un acuerdo entre las autoridades qataríes y la FIFA. En Qatar, la homosexualidad, que en su código penal está definida como “sodomía”, está absolutamente prohibida. Sin embargo, el director del comité organizador de la Copa del Mundo, Nasser Al-Khater, confirmó este año que su país recibirá a los aficionados de la comunidad LGBT y que permitirá su asistencia a los partidos, aunque exigió que no haya “demostraciones públicas de afecto”.
De los temas relacionados con los derechos humanos, el que más atención mediática recibió fue el de las condiciones laborales de los migrantes, directamente relacionadas con las obras para el Mundial Qatar 2022. La población de Qatar está compuesta por 350 000 locales y más de dos millones de migrantes que son el motor (o más bien el combustible) de la economía. En 2010, cuando fue designado como sede del Mundial de 2022, Qatar anunció la construcción de siete estadios de fútbol (algunos de ellos con sistema de aire acondicionado), hoteles, un aeropuerto y hasta una nueva ciudad. Para llevar a cabo esta tarea se necesitaban mucho dinero y mucha mano de obra. El flujo de trabajadores, en su mayoría de países pobres de Asia como India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka, creció exponencialmente. La relación entre los empleadores y estos empleados se regía por el kafala, un sistema que exige que los trabajadores migrantes no calificados tengan un “patrocinador”, por lo general su empleador, que pasa a ser el encargado de su visa, permiso de trabajo, pasaporte, y, en la práctica, de su vida misma.
El informe de Amnistía Internacional muestra el testimonio de trabajadores que dan cuenta del régimen de semiesclavitud al que eran sometidos. El problema empieza en el país de origen. Muchos trabajadores pagan entre quinientos y 4 300 dólares a las agencias de contratación para asegurarse trabajos de sueldos altos en Qatar, por lo que ya llegan al país endeudados. Una vez allí, muchos encuentran que la remuneración y las condiciones de vida son muy distintas a las que les han prometido: sueldos impagos o atrasados, jornadas de doce horas bajo el sol, vivienda en los llamados “campos de trabajo”, donde duermen apilados de a ocho o diez en pequeñas habitaciones. Bajo el sistema de kafala, los empleados no pueden cambiar de trabajo ni volver a su país sin autorización de su patrocinador. El patrocinador, en cambio, puede cortar el vínculo a discreción, lo que deja a los patrocinados como inmigrantes ilegales y sin dinero para regresar a su país.
Teniendo en cuenta estas condiciones precarias de trabajo y la peligrosidad propia de la construcción, no es de extrañar que las muertes y accidentes graves empezaran a suceder. Según un informe de 2021 del diario inglés The Guardian, más de 6 500 trabajadores murieron en Qatar en los diez años siguientes a que este país fuera designado como sede del Mundial de 2022. “Detrás de las estadísticas hay innumerables historias de familias devastadas que se encontraron sin su principal sostén, luchando por una indemnización y confundidas sobre las circunstancias de la muerte de su ser querido”, dice el informe. El 69% de las muertes de los trabajadores migrantes son catalogadas como “muertes naturales” por las autoridades. Las causas más comunes, aun entre trabajadores jóvenes y sanos, son insuficiencia cardíaca y respiratoria, es decir, causas que eximen a los empleadores de pagar una indemnización.
¿Qué han dicho las autoridades qataríes ante este promedio de doce trabajadores migrantes muertos por semana? Un portavoz sostuvo: “La tasa de mortalidad en estas comunidades está dentro de lo esperado por el tamaño de la población y la demografía. Sin embargo, cada muerte es una tragedia, y no se escatiman esfuerzos para tratar de evitarlas en nuestro país”. ¿Y qué ha dicho la FIFA?: “La frecuencia de accidentes en las obras del Mundial de la FIFA fue baja en comparación con otros grandes proyectos de construcción en todo el mundo”. Tanto Qatar como la FIFA intentan desligar las muertes de los trabajadores migrantes de los trabajos realizados para el Mundial de Fútbol y aseguran que no hay una relación de causalidad. Pero ¿qué credibilidad puede tener un informe médico si es proporcionado por el mismo empleador que es dueño de la visa, el pasaporte y la voluntad de su empleador?
Según Amnistía Internacional, Qatar de a poco fue cediendo ante las críticas internacionales por los derechos de los trabajadores. En 2017, el Gobierno accedió a que los trabajadores migrantes pudieran cambiar de empleo o salir del país sin permiso de su empleador. También facilitó su acceso a la justicia e impuso un salario mínimo. Según el profesor Reiche, “la Copa del Mundo es un propulsor de cambio político en Qatar, porque Qatar quiere el reconocimiento de la comunidad mundial, y el problema de los trabajadores migrantes le empezó a jugar en contra. Le llevó un tiempo a la élite qatarí darse cuenta de que no iban a obtener la reputación e influencia que estaban buscando si no trataban el asunto de los derechos humanos. No están cambiando las leyes laborales porque la población local lo demande, sino por las críticas internacionales a raíz de la atención que trae el Mundial”.
Estas reformas legales sin duda fueron un avance, pero, en la práctica, la asimetría de poder es tan grande que es muy poco lo que los empleados pueden hacer. Los testimonios de los migrantes siguen dando cuenta de las mismas injusticias, ahora levemente maquilladas. “Sin duda Qatar es responsable por esto, pero ¿qué pasa con la FIFA?”, se pregunta el informe de Amnistía Internacional.
En mayo de 2017, la FIFA introdujo su política de derechos humanos, en la cual se establece como requisito que cualquier país que quiera organizar un evento FIFA debe respetar los derechos humanos según los parámetros establecidos por las Naciones Unidas. Sin embargo, advierte el informe, al igual que lo que sucede en Qatar, estas regulaciones tienen más peso en la teoría que en la práctica. Por último, el informe hace un llamado a la solidaridad: “El foco de este Mundial ha traído importantes cambios al sistema laboral de Qatar. Pero todavía queda mucho por hacer. Si todos aumentamos la presión, podemos ayudar a mejorar la vida de los trabajadores migrantes en Qatar, no solo para este Mundial de Fútbol, sino también para después de que termine este evento. Hay mucho más para ganar en Qatar 2022 que un simple trofeo”.
Amnistía Internacional, a través de ese informe, creyó importante recordarnos que Qatar y sus injusticias laborales van a seguir existiendo aún tras el Mundial de Fútbol, y el solo hecho de que hayan tenido que hacerlo da una pauta clara de lo rápido que la comunidad internacional se va a olvidar de este asunto después del domingo 18 de diciembre, cuando se haya proclamado un nuevo campeón y la atención recaiga en otro lado. Para propiciar la divulgación, Amnistía Internacional subió a su cuenta de YouTube un video con una versión didáctica y resumida del informe. Al cierre de este texto, tiene 46 811 visualizaciones (muy pocas si se las compara, por ejemplo, con las 5.1 millones que tuvo un video del usuario Alda Tuiran titulado “Así son las increíbles mascotas de los futbolistas”), y el primer comentario que aparece en la publicación dice: “Es triste que este video no se haya hecho viral”.