Carta Editorial
Esta es la puerta de entrada a páginas sembradas con preguntas elementales, esas que son tan fáciles de pasar por alto en el día a día.
Carlos Alberto Dawlowfki, de 75 años, sostiene en brazos a su nieto Joaquín, de dos meses. Es miércoles, está por llegar el otoño en Buenos Aires, y en principio nada le impediría llevar a Joaquín de paseo al parque. Es lo que querría hacer, pero tiene un pendiente. Sobre la mesa de la estancia están las bolsas de sándwiches que ese día, como viene haciendo desde hace un año, debe repartir entre los manifestantes —jubilados, como él— reunidos en las inmediaciones del Congreso argentino. Entonces, no es tal cual un pendiente: lo que Carlos tiene es un compromiso con compañeros de protesta, de lucha. Un día, quizá, Joaquín conocerá y apreciará esa lección de vida por parte de su abuelo.
La escena doméstica completa, con su carga de ternura y pesadumbre a partes iguales, la pueden leer en las páginas que siguen, de la pluma de Laura Guarinoni. Pero antes se colocarán, queridos lectores, a mitad del acontecimiento que explica el sentido de grave responsabilidad de Carlos: la enorme marcha del 12 de marzo de 2025, en la que contingentes de adultos mayores, acompañados de hinchas de diversos clubes de futbol (no es casual que Diego Armando Maradona dijera en 1992 que “hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados”), fueron repelidos con violencia inaudita por los cuerpos de seguridad del Estado argentino. En ese choque fue mandado al hospital, casi muerto, el fotoperiodista Pablo Grillo, que se convirtió en un símbolo (uno más, en esta historia repleta de ellos), y cuya historia, por cierto, cuenta a detalle Tali Goldman en nuestro sitio web.
Es verdad que la crisis de las pensiones, particularmente en el añejo modelo llamado “de reparto” —o sea, las pensiones que financian los trabajadores en activo mediante los impuestos y cuotas patronales—, es cosa seria y pone en jaque a países del mundo entero. La política fiscal no tiene una solución fácil ante el gran problema demográfico: cada vez hay menos jóvenes y más pensionados. El Estado de bienestar se tambalea. Pero el ensañamiento que el Gobierno argentino ha demostrado hacia este grupo poblacional tan vulnerable, so pretexto del ajuste económico, es un caso aparte. En sus primeros 14 meses en la silla presidencial, Javier Milei ahorró cerca de 1 000 millones de dólares achicando los fondos asignados a las pensiones. Solo en un rubro recortó más: en obra pública. El resultado es lo que con justeza se puede calificar de trance humanitario. ¿Por qué se tomó esa decisión, más política que financiera? Algo habrá tenido que ver la proverbial indiferencia de la sociedad masificada hacia el sufrimiento de los viejos, efecto enceguecedor de la gerascofobia, el miedo a envejecer, como lo nombra Eugenio Semino, un especialista y defensor de la tercera edad entrevistado por Laura Guarinoni. Y por ese costado la historia deja de ser solo argentina o latinoamericana y alude a todo ciudadano, sea del país que sea y ocupe el casillero que le haya tocado en suerte. Laura hizo la pregunta esencial: ¿cómo se envejece en el mero epicentro de un terremoto social?
Otra Laura, Castellanos, vieja amiga de Gatopardo, se hizo hace 17 años otra pregunta básica: ¿de qué madera está hecho Jaime Maussan, periodista empecinado como pocos (es una virtud) y explorador (con la mente) de la vida extraterrestre, que a nadie resulta indiferente? Al intentar responder escribió un perfil que se convirtió en un clásico en la historia de esta revista. En esta edición revisitó a Maussan y fue testigo del raro fenómeno de la vindicación (o de algo muy similar, juzguen ustedes, lectores), por gracia de uno de los grandes aliados subestimados del periodismo: la suerte pura y llana. Laura se colocó en la posición exacta para retratar a su personaje en un momento de gloria y su reverso inconfesable: el estrés. Ya sea que idolatren o desprecien al ufólogo más famoso de este lado de la galaxia, en este texto encontrarán razones para matizar su postura y, lo mejor, sin preguntas fáciles como: ¿hay vida en Marte? o ¿es cierto que hay otros mundos, pero están en este?
Juan Manuel Mannarino logró otro hecho excepcional, bien consignado y exprimido aquí: se sentó a tomar un café con César Aira, el escritor de los 125 libros publicados, cosechador de admiración, pero más bien de extrañeza (una perla en el actual panorama literario, tan proclive al juego seguro), y un ganador confiable de ese otro Premio Nobel de literatura que consiste en siempre estar en las quinielas del Nobel y nunca ganarlo. Después de una entrevista para la televisión sueca realizada hace poco más de un año, que le produjo un “íntimo bochorno”, Aira decidió dejar de prodigarse en charlas públicas. Pero quizá debía una última explicación: ¿qué significa que un escritor como él deje de escribir, sin causa de fuerza mayor de por medio?
Si son lectores de Gatopardo desde hace tiempo es probable que identifiquen nuestro esfuerzo por tratar los temas medioambientales de la manera más humana y multidimensional posible. Aquí les presentamos una historia de apagones y cortes de energía eléctrica con una sorprendente relación causal con lo meteorológico; una especie de trama estilo efecto mariposa confinada a los límites de Ecuador, aunque con lecciones que debería aprender cualquier país de la región. ¿Cómo puede una nación crecer económicamente y garantizar los derechos de sus pobladores, desde la educación hasta la salud, si no tiene asegurado el suministro de energía? En su reportaje, Alexis Serrano Carmona se limita a intentar responder a esta otra pregunta, más modesta, menos retórica y mucho más urgente para millones de personas: ¿cuándo vendrá el próximo apagón?
Ojalá disfruten estas páginas sembradas con preguntas elementales, esas que son tan fáciles de pasar por alto en el día a día.