En reconocimiento a su trayectoria y labor en el desarrollo y promoción de este deporte en el país, el empresario Alfredo Harp Helú fue seleccionado como uno de los nuevos “inmortales” del Salón de la Fama de Beisbol Mexicano.
El pasado viernes 17 de febrero se dieron a conocer los nuevos integrantes del Salón de la Fama del Beisbol Mexicano. Entre los nombres de los nuevos inducidos, destaca el del empresario y filántropo Alfredo Harp Helú. Su inclusión se debe a una propuesta hecha por Antonio de Valdés, presidente del Comité Elector de dicha institución, la cual fue aceptada de manera unánime por la asamblea. Esta designación convirtió a Harp Helú en uno de los nueve “inmortales” que integran la clase 2023.
Este reconocimiento es uno de los más importantes en el beisbol de México, y es otorgado a aquellas personas que han dejado una huella significativa en la historia de este deporte en nuestro país. Alfredo Harp Helú se une a una lista selecta que incluye a figuras legendarias como Vinicio Castilla, Fernando Valenzuela y Roberto “Beto” Ávila.
Sin duda alguna, esta inducción es un merecido homenaje a la trayectoria y pasión de Harp Helú, ya que su visión y liderazgo han sido fundamentales para el éxito de los Diablos Rojos del México y para el crecimiento del beisbol nacional.
Impulsor del beisbol
Apasionado del beisbol desde su niñez, Alfredo Harp Helú es una de las personas clave de este deporte en México como un impulsor constante de su desarrollo. En el año 1994 el empresario y filántropo adquirió a los Diablos Rojos del México, equipo que ha ganado dieciséis campeonatos de la Liga Mexicana de Beisbol y un campeonato de la Serie del Caribe en 2014. También es propietario de los Guerreros de Oaxaca, equipo que compró en 1996.
Pero su contribución va más allá de su papel como dirigente de dos equipos de la Liga Mexicana de Beisbol, ya que en 2004 fundó en Oaxaca la Academia de Beisbol de Alto Rendimiento Alfredo Harp Helú, con el objetivo de reclutar y formar a jóvenes talentos de entre catorce y diecisiete años para ayudarlos a convertirse en jugadores profesionales.
“El beisbol, una de mis grandes pasiones, me resulta un buen parámetro para comparar la vida”, ha escrito Harp Helú. Es tal su afición por “el rey de los deportes” que, en 2003, el empresario tituló a su autobiografía Vivir y morir jugando beisbol. En ella cuenta que su amor por este deporte nació luego de haber asistido a un juego de los Diablos Rojos del México en el antiguo estadio del Parque del Seguro Social. “Pepe [Sayeg] también pasaba por mí los domingos y lo acompañaba a jugar beisbol, era un buen pitcher y lanzaba muchas curvas que le permitían ponchar a muchos rivales. Con él y Carlos Helú asistimos al parque de beisbol a ver jugar a los Diablos Rojos, mi equipo de siempre. Desde pequeño escuchaba los juegos por la radio, jamás imaginé siquiera que algún día me convertiría en uno de los propietarios del equipo”, relata en el segundo capítulo de su libro.
Harp Helú también se convirtió en el primer empresario mexicano en invertir en un equipo de las Grandes Ligas de Beisbol de Estados Unidos, luego de que en 2012 se volviera accionista de los Padres de San Diego.
Entre sus proyectos recientes destacan la inauguración el Estadio de Beisbol Alfredo Harp Helú en la Ciudad de México, construcción que terminó el peregrinaje de los Diablos Rojos del México, pues durante décadas el equipo tuvo que jugar en diferentes sedes. Este estadio busca, además, “servir a otras necesidades, más allá de la deportiva”. El complejo tiene un aforo “de más de veinte mil espectadores” y algunas de las rejas perimetrales fueron una de las últimas intervenciones en edificios públicos del artista oaxaqueño Francisco Toledo.
Inmortalizar el beisbol
A todo esto se suma otra obra financiada por Harp Helú, también inaugurada en 2019, el Museo del Salón de la Fama del Beisbol Mexicano en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, que alberga la memoria física del deporte. En la actualidad Harp Helú funge como patrocinador de este Salón de la Fama.
Fundado en 1939 por Alejandro Aguilar Reyes “fray Nano” —fundador de la Liga Mexicana de Beisbol y del diario deportivo La Afición—, el Salón de la Fama del Beisbol Mexicano es un proyecto dedicado a reconocer y honrar a los jugadores, entrenadores, managers, umpires (árbitros), directivos, cronistas y otros personajes sobresalientes de la historia del beisbol nacional.
Aguilar Reyes promovió la creación de este espacio inspirándose en el Templo de los Inmortales de Cooperstown, el Salón de la Fama del Beisbol de Estados Unidos. Para aquella primera selección convocó a una votación a través del diario que dirigía, y de ahí surgieron los nombres de leyendas como Lucas Juárez, Antonio Delfín “Lañiza”, Julio Molina, Leonardo “Najo” Alanís y Fernando “Cocuite” Barradas.
En ochenta y cuatro años de existencia, se han inducido a más de doscientas personas; además de jugadores, en la lista se encuentran siete managers, once umpires, veintitrés directivos y veintiún cronistas.
La misión del museo de esta institución deportiva es recopilar, preservar y exhibir la historia del beisbol mexicano. En este sitio se localiza el “santuario”, un espacio donde se encuentran placas de cristal con los rostros de los miembros del Salón de la Fama y una síntesis biográfica con los logros que les valieron la “inmortalidad”.
“Es un lugar que reconoce los talentos del Rey de los Deportes en nuestro país”, es el mensaje de Alfredo Harp Helú, quien ahora es también merecido miembro del mismo.