Los niños de la frontera

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20
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Tiempo de Lectura: 00 min

Valeria Luiselli ha creado una novela sobre migración que invita a la denuncia y reflexión.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Año con año, miles de niños centroamericanos huyen de la violencia que azota a sus países y cruzan en solitario la frontera de México con Estados Unidos en busca de un refugio. La travesía, compuesta por más de dos mil kilómetros de trayecto, representa un viaje mortífero para muchos de ellos. Son pocos los que logran atravesar el río Bravo y el paisaje hostil de los desiertos sureños de Estados Unidos, una ruta directa a los centros de detención de migrantes.

Valeria Luiselli ha seguido de cerca esta realidad a través de su literatura, sobre todo desde el verano de 2014, luego del estallido de la crisis migratoria en la que más de 60 mil niños indocumentados desbordaron la capacidad del sistema judicial estadounidense. Como intérprete en las cortes migratorias de Nueva York —ciudad en la que vive desde hace varios años—, Luiselli ha traducido los testimonios de estos niños indocumentados con el fin de encontrar actores legales que los defiendan de la deportación que tienen en contra, y creando como escritora y académica una obra de denuncia y reflexión.

Primero lo hizo con Los niños perdidos (2016), libro de ensayos que la convirtió en la primera mexicana en recibir el National Book Award y con el que denunció la realidad que viven las comunidades migrantes, y ahora lo hace con Desierto sonoro (2019), su segunda novela, pero la primera escrita enteramente en inglés y traducida al español por Sexto Piso.

“Me interesaba pensar el papel que juega o puede jugar la ficción ante un mundo complejo, lleno de violencia y segregación. La manera en que lo cotidiano y lo normal se puede resignificar al ser observado desde un ángulo ligeramente movido, pero también y, sobre todo, la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la violencia y la brutalidad del mundo adulto”, dijo Luiselli a Gatopardo, el pasado octubre poco antes de presentar su nuevo libro en Kurimanzutto.

[caption id="attachment_242898" align="alignnone" width="620"]

desierto sonoro valeria luiselli

"Me interesaba la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la brutalidad del mundo adulto" - Valeria Luiselli[/caption]

La novela, titulada originalmente Lost Children Archive y publicada a inicios de 2019 en Estados Unidos, narra el viaje en carretera de una pareja de documentalistas infelizmente casados y sus dos hijos por el territorio norteamericano. El viaje emprendido, y la búsqueda de las historias de los niños que están siendo detenidos y deportados en la frontera, inicia en las cortes de inmigración de Nueva York y se desplaza hacia alguno de sus nodos en las regiones fronterizas del sur. Un desplazamiento, sí, de este a oeste y de norte a sur, pero también una exploración que, en el tránsito y a través de los ojos de sus personajes, mira de manera fresca ese territorio que durante años ha normalizado la violencia a la tierra y su gente.

“La pregunta inicial de este proyecto era cómo construir una narración con personajes con los que no nos tuviéramos que relacionar todo el tiempo como lectores voyeur, sino que nos prestaran sus cuerpos y sus miradas para ver a través de ellos y, a partir de ese desplazamiento, extrañar aquello que consideramos normal”, dice Luiselli.

A fin de cuentas, Desierto sonoro es una novela sobre migración, infancia, violencia política y mitos fundacionales que a veces funcionan para sostenerla, pero también, y ante todo, sobre gente que tiene que desplazarse por un territorio, una lengua y una identidad para salir al encuentro con el otro. “Pienso sobre todo en esa dimensión de la novela, la que describe no tanto la familiaridad de un mundo, sino su normalización. Un mundo que se vuelve violento hacia ciertas partes de su población, pero que, al ser dislocado, se revela incomprensible y absurdo”, dice Luiselli.

En un mundo con brújula orientada al norte, viajar al sur tiene una connotación reivindicativa. Es girar la mirada como quien rota un mapa para observar de nueva cuenta al mundo y revelar verdades, quizás invisibles, pero más profundas sobre la historia, la violencia política y los lazos familiares.

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Valeria Luiselli ha creado una novela sobre migración que invita a la denuncia y reflexión.

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Año con año, miles de niños centroamericanos huyen de la violencia que azota a sus países y cruzan en solitario la frontera de México con Estados Unidos en busca de un refugio. La travesía, compuesta por más de dos mil kilómetros de trayecto, representa un viaje mortífero para muchos de ellos. Son pocos los que logran atravesar el río Bravo y el paisaje hostil de los desiertos sureños de Estados Unidos, una ruta directa a los centros de detención de migrantes.

Valeria Luiselli ha seguido de cerca esta realidad a través de su literatura, sobre todo desde el verano de 2014, luego del estallido de la crisis migratoria en la que más de 60 mil niños indocumentados desbordaron la capacidad del sistema judicial estadounidense. Como intérprete en las cortes migratorias de Nueva York —ciudad en la que vive desde hace varios años—, Luiselli ha traducido los testimonios de estos niños indocumentados con el fin de encontrar actores legales que los defiendan de la deportación que tienen en contra, y creando como escritora y académica una obra de denuncia y reflexión.

Primero lo hizo con Los niños perdidos (2016), libro de ensayos que la convirtió en la primera mexicana en recibir el National Book Award y con el que denunció la realidad que viven las comunidades migrantes, y ahora lo hace con Desierto sonoro (2019), su segunda novela, pero la primera escrita enteramente en inglés y traducida al español por Sexto Piso.

“Me interesaba pensar el papel que juega o puede jugar la ficción ante un mundo complejo, lleno de violencia y segregación. La manera en que lo cotidiano y lo normal se puede resignificar al ser observado desde un ángulo ligeramente movido, pero también y, sobre todo, la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la violencia y la brutalidad del mundo adulto”, dijo Luiselli a Gatopardo, el pasado octubre poco antes de presentar su nuevo libro en Kurimanzutto.

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"Me interesaba la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la brutalidad del mundo adulto" - Valeria Luiselli[/caption]

La novela, titulada originalmente Lost Children Archive y publicada a inicios de 2019 en Estados Unidos, narra el viaje en carretera de una pareja de documentalistas infelizmente casados y sus dos hijos por el territorio norteamericano. El viaje emprendido, y la búsqueda de las historias de los niños que están siendo detenidos y deportados en la frontera, inicia en las cortes de inmigración de Nueva York y se desplaza hacia alguno de sus nodos en las regiones fronterizas del sur. Un desplazamiento, sí, de este a oeste y de norte a sur, pero también una exploración que, en el tránsito y a través de los ojos de sus personajes, mira de manera fresca ese territorio que durante años ha normalizado la violencia a la tierra y su gente.

“La pregunta inicial de este proyecto era cómo construir una narración con personajes con los que no nos tuviéramos que relacionar todo el tiempo como lectores voyeur, sino que nos prestaran sus cuerpos y sus miradas para ver a través de ellos y, a partir de ese desplazamiento, extrañar aquello que consideramos normal”, dice Luiselli.

A fin de cuentas, Desierto sonoro es una novela sobre migración, infancia, violencia política y mitos fundacionales que a veces funcionan para sostenerla, pero también, y ante todo, sobre gente que tiene que desplazarse por un territorio, una lengua y una identidad para salir al encuentro con el otro. “Pienso sobre todo en esa dimensión de la novela, la que describe no tanto la familiaridad de un mundo, sino su normalización. Un mundo que se vuelve violento hacia ciertas partes de su población, pero que, al ser dislocado, se revela incomprensible y absurdo”, dice Luiselli.

En un mundo con brújula orientada al norte, viajar al sur tiene una connotación reivindicativa. Es girar la mirada como quien rota un mapa para observar de nueva cuenta al mundo y revelar verdades, quizás invisibles, pero más profundas sobre la historia, la violencia política y los lazos familiares.

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Valeria Luiselli ha creado una novela sobre migración que invita a la denuncia y reflexión.

Año con año, miles de niños centroamericanos huyen de la violencia que azota a sus países y cruzan en solitario la frontera de México con Estados Unidos en busca de un refugio. La travesía, compuesta por más de dos mil kilómetros de trayecto, representa un viaje mortífero para muchos de ellos. Son pocos los que logran atravesar el río Bravo y el paisaje hostil de los desiertos sureños de Estados Unidos, una ruta directa a los centros de detención de migrantes.

Valeria Luiselli ha seguido de cerca esta realidad a través de su literatura, sobre todo desde el verano de 2014, luego del estallido de la crisis migratoria en la que más de 60 mil niños indocumentados desbordaron la capacidad del sistema judicial estadounidense. Como intérprete en las cortes migratorias de Nueva York —ciudad en la que vive desde hace varios años—, Luiselli ha traducido los testimonios de estos niños indocumentados con el fin de encontrar actores legales que los defiendan de la deportación que tienen en contra, y creando como escritora y académica una obra de denuncia y reflexión.

Primero lo hizo con Los niños perdidos (2016), libro de ensayos que la convirtió en la primera mexicana en recibir el National Book Award y con el que denunció la realidad que viven las comunidades migrantes, y ahora lo hace con Desierto sonoro (2019), su segunda novela, pero la primera escrita enteramente en inglés y traducida al español por Sexto Piso.

“Me interesaba pensar el papel que juega o puede jugar la ficción ante un mundo complejo, lleno de violencia y segregación. La manera en que lo cotidiano y lo normal se puede resignificar al ser observado desde un ángulo ligeramente movido, pero también y, sobre todo, la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la violencia y la brutalidad del mundo adulto”, dijo Luiselli a Gatopardo, el pasado octubre poco antes de presentar su nuevo libro en Kurimanzutto.

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"Me interesaba la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la brutalidad del mundo adulto" - Valeria Luiselli[/caption]

La novela, titulada originalmente Lost Children Archive y publicada a inicios de 2019 en Estados Unidos, narra el viaje en carretera de una pareja de documentalistas infelizmente casados y sus dos hijos por el territorio norteamericano. El viaje emprendido, y la búsqueda de las historias de los niños que están siendo detenidos y deportados en la frontera, inicia en las cortes de inmigración de Nueva York y se desplaza hacia alguno de sus nodos en las regiones fronterizas del sur. Un desplazamiento, sí, de este a oeste y de norte a sur, pero también una exploración que, en el tránsito y a través de los ojos de sus personajes, mira de manera fresca ese territorio que durante años ha normalizado la violencia a la tierra y su gente.

“La pregunta inicial de este proyecto era cómo construir una narración con personajes con los que no nos tuviéramos que relacionar todo el tiempo como lectores voyeur, sino que nos prestaran sus cuerpos y sus miradas para ver a través de ellos y, a partir de ese desplazamiento, extrañar aquello que consideramos normal”, dice Luiselli.

A fin de cuentas, Desierto sonoro es una novela sobre migración, infancia, violencia política y mitos fundacionales que a veces funcionan para sostenerla, pero también, y ante todo, sobre gente que tiene que desplazarse por un territorio, una lengua y una identidad para salir al encuentro con el otro. “Pienso sobre todo en esa dimensión de la novela, la que describe no tanto la familiaridad de un mundo, sino su normalización. Un mundo que se vuelve violento hacia ciertas partes de su población, pero que, al ser dislocado, se revela incomprensible y absurdo”, dice Luiselli.

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Valeria Luiselli ha creado una novela sobre migración que invita a la denuncia y reflexión.

Año con año, miles de niños centroamericanos huyen de la violencia que azota a sus países y cruzan en solitario la frontera de México con Estados Unidos en busca de un refugio. La travesía, compuesta por más de dos mil kilómetros de trayecto, representa un viaje mortífero para muchos de ellos. Son pocos los que logran atravesar el río Bravo y el paisaje hostil de los desiertos sureños de Estados Unidos, una ruta directa a los centros de detención de migrantes.

Valeria Luiselli ha seguido de cerca esta realidad a través de su literatura, sobre todo desde el verano de 2014, luego del estallido de la crisis migratoria en la que más de 60 mil niños indocumentados desbordaron la capacidad del sistema judicial estadounidense. Como intérprete en las cortes migratorias de Nueva York —ciudad en la que vive desde hace varios años—, Luiselli ha traducido los testimonios de estos niños indocumentados con el fin de encontrar actores legales que los defiendan de la deportación que tienen en contra, y creando como escritora y académica una obra de denuncia y reflexión.

Primero lo hizo con Los niños perdidos (2016), libro de ensayos que la convirtió en la primera mexicana en recibir el National Book Award y con el que denunció la realidad que viven las comunidades migrantes, y ahora lo hace con Desierto sonoro (2019), su segunda novela, pero la primera escrita enteramente en inglés y traducida al español por Sexto Piso.

“Me interesaba pensar el papel que juega o puede jugar la ficción ante un mundo complejo, lleno de violencia y segregación. La manera en que lo cotidiano y lo normal se puede resignificar al ser observado desde un ángulo ligeramente movido, pero también y, sobre todo, la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la violencia y la brutalidad del mundo adulto”, dijo Luiselli a Gatopardo, el pasado octubre poco antes de presentar su nuevo libro en Kurimanzutto.

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"Me interesaba la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la brutalidad del mundo adulto" - Valeria Luiselli[/caption]

La novela, titulada originalmente Lost Children Archive y publicada a inicios de 2019 en Estados Unidos, narra el viaje en carretera de una pareja de documentalistas infelizmente casados y sus dos hijos por el territorio norteamericano. El viaje emprendido, y la búsqueda de las historias de los niños que están siendo detenidos y deportados en la frontera, inicia en las cortes de inmigración de Nueva York y se desplaza hacia alguno de sus nodos en las regiones fronterizas del sur. Un desplazamiento, sí, de este a oeste y de norte a sur, pero también una exploración que, en el tránsito y a través de los ojos de sus personajes, mira de manera fresca ese territorio que durante años ha normalizado la violencia a la tierra y su gente.

“La pregunta inicial de este proyecto era cómo construir una narración con personajes con los que no nos tuviéramos que relacionar todo el tiempo como lectores voyeur, sino que nos prestaran sus cuerpos y sus miradas para ver a través de ellos y, a partir de ese desplazamiento, extrañar aquello que consideramos normal”, dice Luiselli.

A fin de cuentas, Desierto sonoro es una novela sobre migración, infancia, violencia política y mitos fundacionales que a veces funcionan para sostenerla, pero también, y ante todo, sobre gente que tiene que desplazarse por un territorio, una lengua y una identidad para salir al encuentro con el otro. “Pienso sobre todo en esa dimensión de la novela, la que describe no tanto la familiaridad de un mundo, sino su normalización. Un mundo que se vuelve violento hacia ciertas partes de su población, pero que, al ser dislocado, se revela incomprensible y absurdo”, dice Luiselli.

En un mundo con brújula orientada al norte, viajar al sur tiene una connotación reivindicativa. Es girar la mirada como quien rota un mapa para observar de nueva cuenta al mundo y revelar verdades, quizás invisibles, pero más profundas sobre la historia, la violencia política y los lazos familiares.

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Año con año, miles de niños centroamericanos huyen de la violencia que azota a sus países y cruzan en solitario la frontera de México con Estados Unidos en busca de un refugio. La travesía, compuesta por más de dos mil kilómetros de trayecto, representa un viaje mortífero para muchos de ellos. Son pocos los que logran atravesar el río Bravo y el paisaje hostil de los desiertos sureños de Estados Unidos, una ruta directa a los centros de detención de migrantes.

Valeria Luiselli ha seguido de cerca esta realidad a través de su literatura, sobre todo desde el verano de 2014, luego del estallido de la crisis migratoria en la que más de 60 mil niños indocumentados desbordaron la capacidad del sistema judicial estadounidense. Como intérprete en las cortes migratorias de Nueva York —ciudad en la que vive desde hace varios años—, Luiselli ha traducido los testimonios de estos niños indocumentados con el fin de encontrar actores legales que los defiendan de la deportación que tienen en contra, y creando como escritora y académica una obra de denuncia y reflexión.

Primero lo hizo con Los niños perdidos (2016), libro de ensayos que la convirtió en la primera mexicana en recibir el National Book Award y con el que denunció la realidad que viven las comunidades migrantes, y ahora lo hace con Desierto sonoro (2019), su segunda novela, pero la primera escrita enteramente en inglés y traducida al español por Sexto Piso.

“Me interesaba pensar el papel que juega o puede jugar la ficción ante un mundo complejo, lleno de violencia y segregación. La manera en que lo cotidiano y lo normal se puede resignificar al ser observado desde un ángulo ligeramente movido, pero también y, sobre todo, la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la violencia y la brutalidad del mundo adulto”, dijo Luiselli a Gatopardo, el pasado octubre poco antes de presentar su nuevo libro en Kurimanzutto.

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"Me interesaba la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la brutalidad del mundo adulto" - Valeria Luiselli[/caption]

La novela, titulada originalmente Lost Children Archive y publicada a inicios de 2019 en Estados Unidos, narra el viaje en carretera de una pareja de documentalistas infelizmente casados y sus dos hijos por el territorio norteamericano. El viaje emprendido, y la búsqueda de las historias de los niños que están siendo detenidos y deportados en la frontera, inicia en las cortes de inmigración de Nueva York y se desplaza hacia alguno de sus nodos en las regiones fronterizas del sur. Un desplazamiento, sí, de este a oeste y de norte a sur, pero también una exploración que, en el tránsito y a través de los ojos de sus personajes, mira de manera fresca ese territorio que durante años ha normalizado la violencia a la tierra y su gente.

“La pregunta inicial de este proyecto era cómo construir una narración con personajes con los que no nos tuviéramos que relacionar todo el tiempo como lectores voyeur, sino que nos prestaran sus cuerpos y sus miradas para ver a través de ellos y, a partir de ese desplazamiento, extrañar aquello que consideramos normal”, dice Luiselli.

A fin de cuentas, Desierto sonoro es una novela sobre migración, infancia, violencia política y mitos fundacionales que a veces funcionan para sostenerla, pero también, y ante todo, sobre gente que tiene que desplazarse por un territorio, una lengua y una identidad para salir al encuentro con el otro. “Pienso sobre todo en esa dimensión de la novela, la que describe no tanto la familiaridad de un mundo, sino su normalización. Un mundo que se vuelve violento hacia ciertas partes de su población, pero que, al ser dislocado, se revela incomprensible y absurdo”, dice Luiselli.

En un mundo con brújula orientada al norte, viajar al sur tiene una connotación reivindicativa. Es girar la mirada como quien rota un mapa para observar de nueva cuenta al mundo y revelar verdades, quizás invisibles, pero más profundas sobre la historia, la violencia política y los lazos familiares.

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Valeria Luiselli ha creado una novela sobre migración que invita a la denuncia y reflexión.

Año con año, miles de niños centroamericanos huyen de la violencia que azota a sus países y cruzan en solitario la frontera de México con Estados Unidos en busca de un refugio. La travesía, compuesta por más de dos mil kilómetros de trayecto, representa un viaje mortífero para muchos de ellos. Son pocos los que logran atravesar el río Bravo y el paisaje hostil de los desiertos sureños de Estados Unidos, una ruta directa a los centros de detención de migrantes.

Valeria Luiselli ha seguido de cerca esta realidad a través de su literatura, sobre todo desde el verano de 2014, luego del estallido de la crisis migratoria en la que más de 60 mil niños indocumentados desbordaron la capacidad del sistema judicial estadounidense. Como intérprete en las cortes migratorias de Nueva York —ciudad en la que vive desde hace varios años—, Luiselli ha traducido los testimonios de estos niños indocumentados con el fin de encontrar actores legales que los defiendan de la deportación que tienen en contra, y creando como escritora y académica una obra de denuncia y reflexión.

Primero lo hizo con Los niños perdidos (2016), libro de ensayos que la convirtió en la primera mexicana en recibir el National Book Award y con el que denunció la realidad que viven las comunidades migrantes, y ahora lo hace con Desierto sonoro (2019), su segunda novela, pero la primera escrita enteramente en inglés y traducida al español por Sexto Piso.

“Me interesaba pensar el papel que juega o puede jugar la ficción ante un mundo complejo, lleno de violencia y segregación. La manera en que lo cotidiano y lo normal se puede resignificar al ser observado desde un ángulo ligeramente movido, pero también y, sobre todo, la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la violencia y la brutalidad del mundo adulto”, dijo Luiselli a Gatopardo, el pasado octubre poco antes de presentar su nuevo libro en Kurimanzutto.

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La novela, titulada originalmente Lost Children Archive y publicada a inicios de 2019 en Estados Unidos, narra el viaje en carretera de una pareja de documentalistas infelizmente casados y sus dos hijos por el territorio norteamericano. El viaje emprendido, y la búsqueda de las historias de los niños que están siendo detenidos y deportados en la frontera, inicia en las cortes de inmigración de Nueva York y se desplaza hacia alguno de sus nodos en las regiones fronterizas del sur. Un desplazamiento, sí, de este a oeste y de norte a sur, pero también una exploración que, en el tránsito y a través de los ojos de sus personajes, mira de manera fresca ese territorio que durante años ha normalizado la violencia a la tierra y su gente.

“La pregunta inicial de este proyecto era cómo construir una narración con personajes con los que no nos tuviéramos que relacionar todo el tiempo como lectores voyeur, sino que nos prestaran sus cuerpos y sus miradas para ver a través de ellos y, a partir de ese desplazamiento, extrañar aquello que consideramos normal”, dice Luiselli.

A fin de cuentas, Desierto sonoro es una novela sobre migración, infancia, violencia política y mitos fundacionales que a veces funcionan para sostenerla, pero también, y ante todo, sobre gente que tiene que desplazarse por un territorio, una lengua y una identidad para salir al encuentro con el otro. “Pienso sobre todo en esa dimensión de la novela, la que describe no tanto la familiaridad de un mundo, sino su normalización. Un mundo que se vuelve violento hacia ciertas partes de su población, pero que, al ser dislocado, se revela incomprensible y absurdo”, dice Luiselli.

En un mundo con brújula orientada al norte, viajar al sur tiene una connotación reivindicativa. Es girar la mirada como quien rota un mapa para observar de nueva cuenta al mundo y revelar verdades, quizás invisibles, pero más profundas sobre la historia, la violencia política y los lazos familiares.

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Año con año, miles de niños centroamericanos huyen de la violencia que azota a sus países y cruzan en solitario la frontera de México con Estados Unidos en busca de un refugio. La travesía, compuesta por más de dos mil kilómetros de trayecto, representa un viaje mortífero para muchos de ellos. Son pocos los que logran atravesar el río Bravo y el paisaje hostil de los desiertos sureños de Estados Unidos, una ruta directa a los centros de detención de migrantes.

Valeria Luiselli ha seguido de cerca esta realidad a través de su literatura, sobre todo desde el verano de 2014, luego del estallido de la crisis migratoria en la que más de 60 mil niños indocumentados desbordaron la capacidad del sistema judicial estadounidense. Como intérprete en las cortes migratorias de Nueva York —ciudad en la que vive desde hace varios años—, Luiselli ha traducido los testimonios de estos niños indocumentados con el fin de encontrar actores legales que los defiendan de la deportación que tienen en contra, y creando como escritora y académica una obra de denuncia y reflexión.

Primero lo hizo con Los niños perdidos (2016), libro de ensayos que la convirtió en la primera mexicana en recibir el National Book Award y con el que denunció la realidad que viven las comunidades migrantes, y ahora lo hace con Desierto sonoro (2019), su segunda novela, pero la primera escrita enteramente en inglés y traducida al español por Sexto Piso.

“Me interesaba pensar el papel que juega o puede jugar la ficción ante un mundo complejo, lleno de violencia y segregación. La manera en que lo cotidiano y lo normal se puede resignificar al ser observado desde un ángulo ligeramente movido, pero también y, sobre todo, la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la violencia y la brutalidad del mundo adulto”, dijo Luiselli a Gatopardo, el pasado octubre poco antes de presentar su nuevo libro en Kurimanzutto.

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La novela, titulada originalmente Lost Children Archive y publicada a inicios de 2019 en Estados Unidos, narra el viaje en carretera de una pareja de documentalistas infelizmente casados y sus dos hijos por el territorio norteamericano. El viaje emprendido, y la búsqueda de las historias de los niños que están siendo detenidos y deportados en la frontera, inicia en las cortes de inmigración de Nueva York y se desplaza hacia alguno de sus nodos en las regiones fronterizas del sur. Un desplazamiento, sí, de este a oeste y de norte a sur, pero también una exploración que, en el tránsito y a través de los ojos de sus personajes, mira de manera fresca ese territorio que durante años ha normalizado la violencia a la tierra y su gente.

“La pregunta inicial de este proyecto era cómo construir una narración con personajes con los que no nos tuviéramos que relacionar todo el tiempo como lectores voyeur, sino que nos prestaran sus cuerpos y sus miradas para ver a través de ellos y, a partir de ese desplazamiento, extrañar aquello que consideramos normal”, dice Luiselli.

A fin de cuentas, Desierto sonoro es una novela sobre migración, infancia, violencia política y mitos fundacionales que a veces funcionan para sostenerla, pero también, y ante todo, sobre gente que tiene que desplazarse por un territorio, una lengua y una identidad para salir al encuentro con el otro. “Pienso sobre todo en esa dimensión de la novela, la que describe no tanto la familiaridad de un mundo, sino su normalización. Un mundo que se vuelve violento hacia ciertas partes de su población, pero que, al ser dislocado, se revela incomprensible y absurdo”, dice Luiselli.

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Valeria Luiselli ha seguido de cerca esta realidad a través de su literatura, sobre todo desde el verano de 2014, luego del estallido de la crisis migratoria en la que más de 60 mil niños indocumentados desbordaron la capacidad del sistema judicial estadounidense. Como intérprete en las cortes migratorias de Nueva York —ciudad en la que vive desde hace varios años—, Luiselli ha traducido los testimonios de estos niños indocumentados con el fin de encontrar actores legales que los defiendan de la deportación que tienen en contra, y creando como escritora y académica una obra de denuncia y reflexión.

Primero lo hizo con Los niños perdidos (2016), libro de ensayos que la convirtió en la primera mexicana en recibir el National Book Award y con el que denunció la realidad que viven las comunidades migrantes, y ahora lo hace con Desierto sonoro (2019), su segunda novela, pero la primera escrita enteramente en inglés y traducida al español por Sexto Piso.

“Me interesaba pensar el papel que juega o puede jugar la ficción ante un mundo complejo, lleno de violencia y segregación. La manera en que lo cotidiano y lo normal se puede resignificar al ser observado desde un ángulo ligeramente movido, pero también y, sobre todo, la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la violencia y la brutalidad del mundo adulto”, dijo Luiselli a Gatopardo, el pasado octubre poco antes de presentar su nuevo libro en Kurimanzutto.

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La novela, titulada originalmente Lost Children Archive y publicada a inicios de 2019 en Estados Unidos, narra el viaje en carretera de una pareja de documentalistas infelizmente casados y sus dos hijos por el territorio norteamericano. El viaje emprendido, y la búsqueda de las historias de los niños que están siendo detenidos y deportados en la frontera, inicia en las cortes de inmigración de Nueva York y se desplaza hacia alguno de sus nodos en las regiones fronterizas del sur. Un desplazamiento, sí, de este a oeste y de norte a sur, pero también una exploración que, en el tránsito y a través de los ojos de sus personajes, mira de manera fresca ese territorio que durante años ha normalizado la violencia a la tierra y su gente.

“La pregunta inicial de este proyecto era cómo construir una narración con personajes con los que no nos tuviéramos que relacionar todo el tiempo como lectores voyeur, sino que nos prestaran sus cuerpos y sus miradas para ver a través de ellos y, a partir de ese desplazamiento, extrañar aquello que consideramos normal”, dice Luiselli.

A fin de cuentas, Desierto sonoro es una novela sobre migración, infancia, violencia política y mitos fundacionales que a veces funcionan para sostenerla, pero también, y ante todo, sobre gente que tiene que desplazarse por un territorio, una lengua y una identidad para salir al encuentro con el otro. “Pienso sobre todo en esa dimensión de la novela, la que describe no tanto la familiaridad de un mundo, sino su normalización. Un mundo que se vuelve violento hacia ciertas partes de su población, pero que, al ser dislocado, se revela incomprensible y absurdo”, dice Luiselli.

En un mundo con brújula orientada al norte, viajar al sur tiene una connotación reivindicativa. Es girar la mirada como quien rota un mapa para observar de nueva cuenta al mundo y revelar verdades, quizás invisibles, pero más profundas sobre la historia, la violencia política y los lazos familiares.

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Los niños de la frontera

Los niños de la frontera

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
13
.
01
.
20
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

Valeria Luiselli ha creado una novela sobre migración que invita a la denuncia y reflexión.

Año con año, miles de niños centroamericanos huyen de la violencia que azota a sus países y cruzan en solitario la frontera de México con Estados Unidos en busca de un refugio. La travesía, compuesta por más de dos mil kilómetros de trayecto, representa un viaje mortífero para muchos de ellos. Son pocos los que logran atravesar el río Bravo y el paisaje hostil de los desiertos sureños de Estados Unidos, una ruta directa a los centros de detención de migrantes.

Valeria Luiselli ha seguido de cerca esta realidad a través de su literatura, sobre todo desde el verano de 2014, luego del estallido de la crisis migratoria en la que más de 60 mil niños indocumentados desbordaron la capacidad del sistema judicial estadounidense. Como intérprete en las cortes migratorias de Nueva York —ciudad en la que vive desde hace varios años—, Luiselli ha traducido los testimonios de estos niños indocumentados con el fin de encontrar actores legales que los defiendan de la deportación que tienen en contra, y creando como escritora y académica una obra de denuncia y reflexión.

Primero lo hizo con Los niños perdidos (2016), libro de ensayos que la convirtió en la primera mexicana en recibir el National Book Award y con el que denunció la realidad que viven las comunidades migrantes, y ahora lo hace con Desierto sonoro (2019), su segunda novela, pero la primera escrita enteramente en inglés y traducida al español por Sexto Piso.

“Me interesaba pensar el papel que juega o puede jugar la ficción ante un mundo complejo, lleno de violencia y segregación. La manera en que lo cotidiano y lo normal se puede resignificar al ser observado desde un ángulo ligeramente movido, pero también y, sobre todo, la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la violencia y la brutalidad del mundo adulto”, dijo Luiselli a Gatopardo, el pasado octubre poco antes de presentar su nuevo libro en Kurimanzutto.

[caption id="attachment_242898" align="alignnone" width="620"]

desierto sonoro valeria luiselli

"Me interesaba la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la brutalidad del mundo adulto" - Valeria Luiselli[/caption]

La novela, titulada originalmente Lost Children Archive y publicada a inicios de 2019 en Estados Unidos, narra el viaje en carretera de una pareja de documentalistas infelizmente casados y sus dos hijos por el territorio norteamericano. El viaje emprendido, y la búsqueda de las historias de los niños que están siendo detenidos y deportados en la frontera, inicia en las cortes de inmigración de Nueva York y se desplaza hacia alguno de sus nodos en las regiones fronterizas del sur. Un desplazamiento, sí, de este a oeste y de norte a sur, pero también una exploración que, en el tránsito y a través de los ojos de sus personajes, mira de manera fresca ese territorio que durante años ha normalizado la violencia a la tierra y su gente.

“La pregunta inicial de este proyecto era cómo construir una narración con personajes con los que no nos tuviéramos que relacionar todo el tiempo como lectores voyeur, sino que nos prestaran sus cuerpos y sus miradas para ver a través de ellos y, a partir de ese desplazamiento, extrañar aquello que consideramos normal”, dice Luiselli.

A fin de cuentas, Desierto sonoro es una novela sobre migración, infancia, violencia política y mitos fundacionales que a veces funcionan para sostenerla, pero también, y ante todo, sobre gente que tiene que desplazarse por un territorio, una lengua y una identidad para salir al encuentro con el otro. “Pienso sobre todo en esa dimensión de la novela, la que describe no tanto la familiaridad de un mundo, sino su normalización. Un mundo que se vuelve violento hacia ciertas partes de su población, pero que, al ser dislocado, se revela incomprensible y absurdo”, dice Luiselli.

En un mundo con brújula orientada al norte, viajar al sur tiene una connotación reivindicativa. Es girar la mirada como quien rota un mapa para observar de nueva cuenta al mundo y revelar verdades, quizás invisibles, pero más profundas sobre la historia, la violencia política y los lazos familiares.

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Valeria Luiselli ha creado una novela sobre migración que invita a la denuncia y reflexión.

Año con año, miles de niños centroamericanos huyen de la violencia que azota a sus países y cruzan en solitario la frontera de México con Estados Unidos en busca de un refugio. La travesía, compuesta por más de dos mil kilómetros de trayecto, representa un viaje mortífero para muchos de ellos. Son pocos los que logran atravesar el río Bravo y el paisaje hostil de los desiertos sureños de Estados Unidos, una ruta directa a los centros de detención de migrantes.

Valeria Luiselli ha seguido de cerca esta realidad a través de su literatura, sobre todo desde el verano de 2014, luego del estallido de la crisis migratoria en la que más de 60 mil niños indocumentados desbordaron la capacidad del sistema judicial estadounidense. Como intérprete en las cortes migratorias de Nueva York —ciudad en la que vive desde hace varios años—, Luiselli ha traducido los testimonios de estos niños indocumentados con el fin de encontrar actores legales que los defiendan de la deportación que tienen en contra, y creando como escritora y académica una obra de denuncia y reflexión.

Primero lo hizo con Los niños perdidos (2016), libro de ensayos que la convirtió en la primera mexicana en recibir el National Book Award y con el que denunció la realidad que viven las comunidades migrantes, y ahora lo hace con Desierto sonoro (2019), su segunda novela, pero la primera escrita enteramente en inglés y traducida al español por Sexto Piso.

“Me interesaba pensar el papel que juega o puede jugar la ficción ante un mundo complejo, lleno de violencia y segregación. La manera en que lo cotidiano y lo normal se puede resignificar al ser observado desde un ángulo ligeramente movido, pero también y, sobre todo, la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la violencia y la brutalidad del mundo adulto”, dijo Luiselli a Gatopardo, el pasado octubre poco antes de presentar su nuevo libro en Kurimanzutto.

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"Me interesaba la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la brutalidad del mundo adulto" - Valeria Luiselli[/caption]

La novela, titulada originalmente Lost Children Archive y publicada a inicios de 2019 en Estados Unidos, narra el viaje en carretera de una pareja de documentalistas infelizmente casados y sus dos hijos por el territorio norteamericano. El viaje emprendido, y la búsqueda de las historias de los niños que están siendo detenidos y deportados en la frontera, inicia en las cortes de inmigración de Nueva York y se desplaza hacia alguno de sus nodos en las regiones fronterizas del sur. Un desplazamiento, sí, de este a oeste y de norte a sur, pero también una exploración que, en el tránsito y a través de los ojos de sus personajes, mira de manera fresca ese territorio que durante años ha normalizado la violencia a la tierra y su gente.

“La pregunta inicial de este proyecto era cómo construir una narración con personajes con los que no nos tuviéramos que relacionar todo el tiempo como lectores voyeur, sino que nos prestaran sus cuerpos y sus miradas para ver a través de ellos y, a partir de ese desplazamiento, extrañar aquello que consideramos normal”, dice Luiselli.

A fin de cuentas, Desierto sonoro es una novela sobre migración, infancia, violencia política y mitos fundacionales que a veces funcionan para sostenerla, pero también, y ante todo, sobre gente que tiene que desplazarse por un territorio, una lengua y una identidad para salir al encuentro con el otro. “Pienso sobre todo en esa dimensión de la novela, la que describe no tanto la familiaridad de un mundo, sino su normalización. Un mundo que se vuelve violento hacia ciertas partes de su población, pero que, al ser dislocado, se revela incomprensible y absurdo”, dice Luiselli.

En un mundo con brújula orientada al norte, viajar al sur tiene una connotación reivindicativa. Es girar la mirada como quien rota un mapa para observar de nueva cuenta al mundo y revelar verdades, quizás invisibles, pero más profundas sobre la historia, la violencia política y los lazos familiares.

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Valeria Luiselli ha creado una novela sobre migración que invita a la denuncia y reflexión.

Año con año, miles de niños centroamericanos huyen de la violencia que azota a sus países y cruzan en solitario la frontera de México con Estados Unidos en busca de un refugio. La travesía, compuesta por más de dos mil kilómetros de trayecto, representa un viaje mortífero para muchos de ellos. Son pocos los que logran atravesar el río Bravo y el paisaje hostil de los desiertos sureños de Estados Unidos, una ruta directa a los centros de detención de migrantes.

Valeria Luiselli ha seguido de cerca esta realidad a través de su literatura, sobre todo desde el verano de 2014, luego del estallido de la crisis migratoria en la que más de 60 mil niños indocumentados desbordaron la capacidad del sistema judicial estadounidense. Como intérprete en las cortes migratorias de Nueva York —ciudad en la que vive desde hace varios años—, Luiselli ha traducido los testimonios de estos niños indocumentados con el fin de encontrar actores legales que los defiendan de la deportación que tienen en contra, y creando como escritora y académica una obra de denuncia y reflexión.

Primero lo hizo con Los niños perdidos (2016), libro de ensayos que la convirtió en la primera mexicana en recibir el National Book Award y con el que denunció la realidad que viven las comunidades migrantes, y ahora lo hace con Desierto sonoro (2019), su segunda novela, pero la primera escrita enteramente en inglés y traducida al español por Sexto Piso.

“Me interesaba pensar el papel que juega o puede jugar la ficción ante un mundo complejo, lleno de violencia y segregación. La manera en que lo cotidiano y lo normal se puede resignificar al ser observado desde un ángulo ligeramente movido, pero también y, sobre todo, la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la violencia y la brutalidad del mundo adulto”, dijo Luiselli a Gatopardo, el pasado octubre poco antes de presentar su nuevo libro en Kurimanzutto.

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"Me interesaba la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la brutalidad del mundo adulto" - Valeria Luiselli[/caption]

La novela, titulada originalmente Lost Children Archive y publicada a inicios de 2019 en Estados Unidos, narra el viaje en carretera de una pareja de documentalistas infelizmente casados y sus dos hijos por el territorio norteamericano. El viaje emprendido, y la búsqueda de las historias de los niños que están siendo detenidos y deportados en la frontera, inicia en las cortes de inmigración de Nueva York y se desplaza hacia alguno de sus nodos en las regiones fronterizas del sur. Un desplazamiento, sí, de este a oeste y de norte a sur, pero también una exploración que, en el tránsito y a través de los ojos de sus personajes, mira de manera fresca ese territorio que durante años ha normalizado la violencia a la tierra y su gente.

“La pregunta inicial de este proyecto era cómo construir una narración con personajes con los que no nos tuviéramos que relacionar todo el tiempo como lectores voyeur, sino que nos prestaran sus cuerpos y sus miradas para ver a través de ellos y, a partir de ese desplazamiento, extrañar aquello que consideramos normal”, dice Luiselli.

A fin de cuentas, Desierto sonoro es una novela sobre migración, infancia, violencia política y mitos fundacionales que a veces funcionan para sostenerla, pero también, y ante todo, sobre gente que tiene que desplazarse por un territorio, una lengua y una identidad para salir al encuentro con el otro. “Pienso sobre todo en esa dimensión de la novela, la que describe no tanto la familiaridad de un mundo, sino su normalización. Un mundo que se vuelve violento hacia ciertas partes de su población, pero que, al ser dislocado, se revela incomprensible y absurdo”, dice Luiselli.

En un mundo con brújula orientada al norte, viajar al sur tiene una connotación reivindicativa. Es girar la mirada como quien rota un mapa para observar de nueva cuenta al mundo y revelar verdades, quizás invisibles, pero más profundas sobre la historia, la violencia política y los lazos familiares.

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Valeria Luiselli ha creado una novela sobre migración que invita a la denuncia y reflexión.

Año con año, miles de niños centroamericanos huyen de la violencia que azota a sus países y cruzan en solitario la frontera de México con Estados Unidos en busca de un refugio. La travesía, compuesta por más de dos mil kilómetros de trayecto, representa un viaje mortífero para muchos de ellos. Son pocos los que logran atravesar el río Bravo y el paisaje hostil de los desiertos sureños de Estados Unidos, una ruta directa a los centros de detención de migrantes.

Valeria Luiselli ha seguido de cerca esta realidad a través de su literatura, sobre todo desde el verano de 2014, luego del estallido de la crisis migratoria en la que más de 60 mil niños indocumentados desbordaron la capacidad del sistema judicial estadounidense. Como intérprete en las cortes migratorias de Nueva York —ciudad en la que vive desde hace varios años—, Luiselli ha traducido los testimonios de estos niños indocumentados con el fin de encontrar actores legales que los defiendan de la deportación que tienen en contra, y creando como escritora y académica una obra de denuncia y reflexión.

Primero lo hizo con Los niños perdidos (2016), libro de ensayos que la convirtió en la primera mexicana en recibir el National Book Award y con el que denunció la realidad que viven las comunidades migrantes, y ahora lo hace con Desierto sonoro (2019), su segunda novela, pero la primera escrita enteramente en inglés y traducida al español por Sexto Piso.

“Me interesaba pensar el papel que juega o puede jugar la ficción ante un mundo complejo, lleno de violencia y segregación. La manera en que lo cotidiano y lo normal se puede resignificar al ser observado desde un ángulo ligeramente movido, pero también y, sobre todo, la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la violencia y la brutalidad del mundo adulto”, dijo Luiselli a Gatopardo, el pasado octubre poco antes de presentar su nuevo libro en Kurimanzutto.

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"Me interesaba la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la brutalidad del mundo adulto" - Valeria Luiselli[/caption]

La novela, titulada originalmente Lost Children Archive y publicada a inicios de 2019 en Estados Unidos, narra el viaje en carretera de una pareja de documentalistas infelizmente casados y sus dos hijos por el territorio norteamericano. El viaje emprendido, y la búsqueda de las historias de los niños que están siendo detenidos y deportados en la frontera, inicia en las cortes de inmigración de Nueva York y se desplaza hacia alguno de sus nodos en las regiones fronterizas del sur. Un desplazamiento, sí, de este a oeste y de norte a sur, pero también una exploración que, en el tránsito y a través de los ojos de sus personajes, mira de manera fresca ese territorio que durante años ha normalizado la violencia a la tierra y su gente.

“La pregunta inicial de este proyecto era cómo construir una narración con personajes con los que no nos tuviéramos que relacionar todo el tiempo como lectores voyeur, sino que nos prestaran sus cuerpos y sus miradas para ver a través de ellos y, a partir de ese desplazamiento, extrañar aquello que consideramos normal”, dice Luiselli.

A fin de cuentas, Desierto sonoro es una novela sobre migración, infancia, violencia política y mitos fundacionales que a veces funcionan para sostenerla, pero también, y ante todo, sobre gente que tiene que desplazarse por un territorio, una lengua y una identidad para salir al encuentro con el otro. “Pienso sobre todo en esa dimensión de la novela, la que describe no tanto la familiaridad de un mundo, sino su normalización. Un mundo que se vuelve violento hacia ciertas partes de su población, pero que, al ser dislocado, se revela incomprensible y absurdo”, dice Luiselli.

En un mundo con brújula orientada al norte, viajar al sur tiene una connotación reivindicativa. Es girar la mirada como quien rota un mapa para observar de nueva cuenta al mundo y revelar verdades, quizás invisibles, pero más profundas sobre la historia, la violencia política y los lazos familiares.

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Año con año, miles de niños centroamericanos huyen de la violencia que azota a sus países y cruzan en solitario la frontera de México con Estados Unidos en busca de un refugio. La travesía, compuesta por más de dos mil kilómetros de trayecto, representa un viaje mortífero para muchos de ellos. Son pocos los que logran atravesar el río Bravo y el paisaje hostil de los desiertos sureños de Estados Unidos, una ruta directa a los centros de detención de migrantes.

Valeria Luiselli ha seguido de cerca esta realidad a través de su literatura, sobre todo desde el verano de 2014, luego del estallido de la crisis migratoria en la que más de 60 mil niños indocumentados desbordaron la capacidad del sistema judicial estadounidense. Como intérprete en las cortes migratorias de Nueva York —ciudad en la que vive desde hace varios años—, Luiselli ha traducido los testimonios de estos niños indocumentados con el fin de encontrar actores legales que los defiendan de la deportación que tienen en contra, y creando como escritora y académica una obra de denuncia y reflexión.

Primero lo hizo con Los niños perdidos (2016), libro de ensayos que la convirtió en la primera mexicana en recibir el National Book Award y con el que denunció la realidad que viven las comunidades migrantes, y ahora lo hace con Desierto sonoro (2019), su segunda novela, pero la primera escrita enteramente en inglés y traducida al español por Sexto Piso.

“Me interesaba pensar el papel que juega o puede jugar la ficción ante un mundo complejo, lleno de violencia y segregación. La manera en que lo cotidiano y lo normal se puede resignificar al ser observado desde un ángulo ligeramente movido, pero también y, sobre todo, la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la violencia y la brutalidad del mundo adulto”, dijo Luiselli a Gatopardo, el pasado octubre poco antes de presentar su nuevo libro en Kurimanzutto.

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"Me interesaba la forma en que la imaginación infantil y la ficción pueden funcionar como un dique ante la brutalidad del mundo adulto" - Valeria Luiselli[/caption]

La novela, titulada originalmente Lost Children Archive y publicada a inicios de 2019 en Estados Unidos, narra el viaje en carretera de una pareja de documentalistas infelizmente casados y sus dos hijos por el territorio norteamericano. El viaje emprendido, y la búsqueda de las historias de los niños que están siendo detenidos y deportados en la frontera, inicia en las cortes de inmigración de Nueva York y se desplaza hacia alguno de sus nodos en las regiones fronterizas del sur. Un desplazamiento, sí, de este a oeste y de norte a sur, pero también una exploración que, en el tránsito y a través de los ojos de sus personajes, mira de manera fresca ese territorio que durante años ha normalizado la violencia a la tierra y su gente.

“La pregunta inicial de este proyecto era cómo construir una narración con personajes con los que no nos tuviéramos que relacionar todo el tiempo como lectores voyeur, sino que nos prestaran sus cuerpos y sus miradas para ver a través de ellos y, a partir de ese desplazamiento, extrañar aquello que consideramos normal”, dice Luiselli.

A fin de cuentas, Desierto sonoro es una novela sobre migración, infancia, violencia política y mitos fundacionales que a veces funcionan para sostenerla, pero también, y ante todo, sobre gente que tiene que desplazarse por un territorio, una lengua y una identidad para salir al encuentro con el otro. “Pienso sobre todo en esa dimensión de la novela, la que describe no tanto la familiaridad de un mundo, sino su normalización. Un mundo que se vuelve violento hacia ciertas partes de su población, pero que, al ser dislocado, se revela incomprensible y absurdo”, dice Luiselli.

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