Carta Editorial
Vivimos en un mundo de imágenes que evocan sagas de ciencia ficción: bosques carbonizados, sequías extendidas, socavones en la tierra, una isla de basura que flota en el océano, ríos que se tiñen de colores sintéticos y migraciones a consecuencia de cataclismos. Éstas no son distopías imaginadas. Son escenas de los tiempos que vivimos y que no deberíamos normalizar. Catástrofes que deberían inquietarnos, no los futuros que presenta la cultura pop, donde las amenazas venían de otros mundos o eran monstruos gigantescos, producto de un desastre nuclear. Hoy la perspectiva comienza a cambiar: la gran amenaza somos —siempre hemos sido— nosotros.
Las alertas del cambio climático han sonado desde hace muchísimo tiempo. Lo han relatado ambientalistas como la física india Vandana Shiva, autora de Las guerras del agua. Pero los poderes político-económicos de nuestros tiempos no han sabido escucharlas, mucho menos reaccionar a la altura de las circunstancias. De modo que el resultado es una crisis atravesada por una desigualdad histórica, geográfica y social. Baste tan sólo un ejemplo: el 16% más rico del planeta es responsable del 38% de las emisiones de carbono, mientras que la mitad menos adinerada emite menos del 50%. Como resultado de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se celebró en Glasglow en noviembre pasado (COP26), escuchamos el llamado: el calentamiento global se está acelerando y sus repercusiones son inminentes. El futuro no puede esperar. Con este espíritu arrancamos esta primera edición del 2022 y nuestra segunda cobertura dedicada al medio ambiente. Un número que inició en vísperas de la COP26 y para el que convocamos a periodistas, escritores, fotógrafos e ilustradores de la región a repensar una aproximación al cambio climático. Nuestros ejes fueron los mismos que los de la cumbre: la transición energética, la protección de hábitats naturales y comunidades locales, la agricultura sustentable y, sobre todo, la adaptación y mitigación. Pero había que salir de nuestras ciudades en México, Colombia y Argentina para llevarlo a cabo; había que revisar viejas coberturas, novelas, libros y reportes para aproximarnos desde el periodismo narrativo y el ensayo, en medio de una pandemia que no deja de sorprendernos.En este número, Juan Mayorga hace un recuento de la COP26, de los cabos sueltos en los Acuerdos de Glasgow y de la parsimonia burocrática con que “las Partes” han respondido a la crisis. En esta línea, como bien apunta Jesús Carrillo en su texto de investigación, el proyecto energético más importante del gobierno mexicano, la construcción de una refinería, además de la posible desaparición del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático —que el presidente López Obrador anunció en diciembre pasado—, nos hacen intuir que la crisis ambiental no es una preocupación primordial de la Cuarta Transformación. Gabriela Damián y Jorge Comensal escriben sobre cómo el futuro ha tenido que replantearse en géneros como la ficción especulativa y en corrientes muy específicas como el cli-fi (una palabra compuesta para denominar la “climate fiction”); nuevos modelos literarios proponen búsquedas de acción, en las que, por ejemplo, ya no es necesario salir a terraformar otros mundos, sino luchar por el que habitamos. Enrique Giner de los Ríos hace lo propio desde el arte contemporáneo: escribe de cómo se ha replanteado el concepto del “paisaje” que busca mirar y apropiarse de una naturaleza ahora víctima de los procesos industriales. En el golfo de California, el periodista Alejandro Melgoza hace una crónica sobre un roadtrip que realizó, con la variante Ómicron en el camino, junto con el fotógrafo Felipe Luna por el “acuario del mundo” —como lo llamó Jacques Cousteau—; para este reportaje sostuvo conversaciones con ambientalistas y locales con quienes revisó los sintomas palpables de la crisis climática: en este caso, la vulnerabilidad de las poblaciones marinas y el blanqueamiento de corales, que los ha ido debilitando a tal grado que parecen estatuas de porcelana rotas. En el centro de México, Diana Amador escribe de las extinciones locales, concretamente, de una especie pequeñísima, imposible de mirar a la luz del día: las luciérnagas. Los bosques de Tlaxcala, famosos por el turismo centrado en el avistamiento de esta especie, se están apagando. La inestabilidad de las altas temperaturas, los incendios y las sequías están acabando con la humedad que les permite existir.Terminamos el recorrido por el país en el sureste, con apoyo de la Fundación W. K. Kellogg y junto con el equipo de la Unidad de Investigaciones Periodísticas de la UNAM, conformado por jóvenes estudiantes. Acompañados del periodista maya Benjamín Pat, escriben sobre la resiliencia de los mayas de la región y sus acciones en defensa del ecosistema, en contra de los proyectos inmobiliarios que los han desplazado de las costas y privatizado las playas que deberían de ser de todos.Del sur del continente tenemos una historia sobre agroecología en Argentina, el país latinoamericano que más agroquímicos utiliza por persona. Juan Manuel Mannarino y el fotógrafo Félix Busso recorrieron el gran cinturón frutihortícola del Cono Sur y entrevistaron a los líderes de dos colectivos campesinos que estrechan lazos para recuperar el campo y hacer frente a los agroquímicos que queman el suelo. Los campesinos son una de las poblaciones más vulnerables a los efectos del cambio climático y para quienes defender el territorio es defender la vida con dignidad. Finalmente, desde Colombia, cerramos con los refugiados climáticos, los parias de este siglo; un fenómeno invisible hasta ahora. En ese país, como en el resto de América Latina, no hay dependencia gubernamental que esté contabilizando las migraciones a causa del clima. Daniel Rivera Marín, ganador de un premio Gabo, cuenta las vivencias de aquellos que, en asentamientos irregulares, al pie de las costas u otros cuerpos de agua, han tenido que abandonar sus tierras de origen por desastres climatológicos. Para 2050 se estima que 216 millones de personas en el mundo tendrán que abondonar sus hogares. ¿Estamos preparados para esto?
Las luciérnagas se apagan: el desastre ambiental en Tlaxcala
Los bosques de luciérnagas se están apagando. Las causas se encuentran en muchos lados: el turismo sin regulación, las sequías, los incendios, la agricultura y la contaminación lumínica de las ciudades. Lo que ocurre en Tlaxcala es un fenómeno conocido como “extinción local”. Detrás está el cambio climático: el aumento del calor está siendo catastrófico para una especie pequeña que depende de la humedad y la oscuridad para sobrevivir.
El cambio climático y la crisis del agua
A inicios del milenio, Vandana Shiva, una de las pensadoras indias más provocadoras en temas relacionados con el medio ambiente, escribió sobre la histórica erosión del acceso al agua en el mundo, haciendo énfasis en la destrucción del planeta y el término “refugiados ambientales” para hablar de comunidades desplazadas como consecuencia de las inundaciones, las sequías y los cultivos muertos. Veinte años después, su aproximación es más vigente que nunca: la economía basada en combustibles fósiles determinará el futuro del agua y, por ende, el futuro de la toda vida.
Refugiados climáticos: los parias de este siglo
Las altas temperaturas están detrás los últimos desastres naturales en América Latina: incendios forestales, vendavales, inundaciones y deslizamientos. Eventos como el del huracán Iota se han vuelto cada vez más fuertes y frecuentes. En Colombia, por ejemplo, ninguna dependencia gubernamental está contabilizando a los refugiados climáticos. Es un fenómeno invisible. Para 2050 se estima que cerca de 216 millones de personas en el mundo tendrán que abandonar sus tierras por cuenta del clima.
Ideas para volver al futuro
La manera en la que respondemos al cambio climático involucra una injusticia fundamental: quienes toman las decisiones ante la emergencia no son la generación que tendrá que vivir con las consecuencias de lo que hagamos en el presente. Los jóvenes y menores de edad carecen de participación en todas las institutiones formales. ¿Quiénes los están escuchando? ¿Qué decisiones tomaríamos si realmente defendiéramos sus intereses?
La utopía que nos alcanzó
Uno de los autores de ciencia ficción más leídos, Kim Stanley Robinson, dedicó años de su vida a escribir sobre la posibilidad de terraformar Marte y habitarlo. Hace poco abandonó el tema y le dio a su escritura una dirección radicalmente opuesta. La conciencia sobre el cambio climático ha provocado que la postura ética que toman los autores determine el tipo de ficción que crean: en el presente y el futuro próximo, lo indispensable será salvar la Tierra; sus novelas dejan atrás al planeta rojo para concentrarse en lo urgente: el nuestro.
Los menús del futuro están por escribirse
El futuro nos llama a cambiar nuestra forma de vivir, lo que implica también nuestra forma de alimentarnos. Preguntarnos cómo reinventar nuestra dieta para reducir nuestra huella de carbono es una tarea a nivel mundial y, en México, la Fundación Herdez investiga los menús por venir.
Mercedes-EQ: una nueva forma de manejo sustentable
La nueva SUV compacta de Mercedes-EQ llega para romper esquemas con tecnología cien por ciento eléctrica y un impactante diseño. Es parte de la estrategia de la marca para crear una industria automotriz cada vez más sustentable.
JLL y su modelo sustentable de éxito
La gestión de proyectos se convierte paso a paso en una disciplina que contribuye a cambiar la forma en la que se conciben y ejecutan los desarrollos inmobiliarios comprometidos con la lucha contra el cambio climático.
El paisaje como ícono
El paisaje como género artístico ha sido siempre una forma de mirar, construir y dialogar con la naturaleza. Catalina Lozano, curadora de arte colombiana, está convencida de que, para representar el paisaje contemporáneo, víctima de la presencia humana, ya no basta la imagen. La ruina y la devastación demandan nuevos procesos creativos.
Campesinos en Argentina luchan por resarcir la tierra
No es un sueño romántico. A la par que se expande el modelo de agroquímicos, la resistencia también. Familias campesinas, de pequeños y medianos productores, estrechan lazos para recuperar el campo en el gran cinturón frutihortícola del Cono Sur. Esta es la historia de dos colectivos de agricultores que se oponen al arado intensivo, a los transgénicos y químicos, que queman el suelo, matan la vida. Y lo hacen a través de la agroecología, para recuperar los suelos, para defender los territorios.
Las metas de México para reducir el cambio climático
En la década pasada México fue un pionero de la legislación ambiental; ahora, con López Obrador, el gobierno federal redujo la ambición de las metas que presentó ante la COP, además de adoptar políticas energéticas que definitivamente socavan la misión de evitar las peores consecuencias del calentamiento global.
Preservar nuestra especie, punto final
El cambio climático es el reto más urgente. El mayor acelerador de pobreza y desigualdad de nuestros tiempos será directa o indirectamente provocado por esta crisis. Si queremos superarla y construir un mundo más justo, atender el problema ambiental debe estar al centro de cualquier causa que nos ocupe.
Los guardianes de Chemuyil: los mayas resguardan la selva
Enclavada en el sur de la Riviera Maya, donde se levantan complejos hoteleros de cinco estrellas entre selvas tupidas y playas de arena blanca, se encuentra Chemuyil. Aquí el furor turístico avanza de manera descomunal: desplaza a los habitantes originarios y vuelve privadas sus playas. Actualmente diez desarrollos podrían extenderse sobre más de 400 hectáreas de áreas naturales. Por eso los mayas se organizan para preservar estos ecosistemas, cruciales en la lucha contra el cambio climático.
El hijo del horticultor
Nos encontramos ante una de las mayores crisis ambientales que ha vivido la humanidad: la extinción de cientos de especies —es decir, su muerte biológica— a causa de la actividad humana. En El próximo desierto, libro de poemas que le valió el Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco 2018 al venezolano Santiago Acosta, se aborda la geografía de esta catástrofe desde una figuración distópica.
Una autopista interespecie para el jaguar
En el sur de Nayarit, en la autopista Guadalajara-Puerto Vallarta (Jala-Compostela-Bahía de Banderas), que atraviesa una de las regiones más importantes de reproducción de jaguares en el Pacífico mexicano, hoy se busca escribir una historia diferente. Una autopista interespecie que permita a los animales cruzar caminos y conecten hábitats adyacentes.
¿Qué camino tomará el plan climático de Guadalajara?
La COP26 reconoció a la metrópolis por su plan de acción para mitigar los efectos del cambio climático. El mérito de Guadalajara, hasta el momento, es tener un plan: una hoja de ruta ambiciosa donde se detallan los pasos a seguir para llegar a la carboneutralidad en 2050. Sin embargo, hay varios retos por cumplir, dado el tamaño y la complejidad del territorio.
Golfo de California: el acuario del mundo se calienta
Desde el exterior se percibe esta imagen perfecta del también conocido como mar de Cortés. El refugio del lobo marino, el tiburón ballena o la ballena jorobada. Romantizado como ejemplo de conservación, ha provocado que lleguen aquí más visitantes e intereses de afuera. Las rachas de calor en el océano, la sobrepesca que irrumpe la cadena trófica y el acoso de las inmobiliarias a los humedales son factores que, en conjunto, vulneran estos litorales que antes fueran dignos de tramas aventureras.