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Selma Dabbagh: “¿Por qué somos los palestinos una subcategoría de la humanidad?”

Selma Dabbagh: “¿Por qué somos los palestinos una subcategoría de la humanidad?”

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
La novelista británico-palestina, durante su participación en el Hay Festival Querétaro. Foto: Laura Panqueva
12
.
10
.
25
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

¿El oficio propiamente literario contiene los caminos de toda acción y reivindicación política, o el activismo (sobre todo si es provocado por los rigores de una violencia sin límite en contra de tu propio pueblo) exige un espacio de total exclusividad? Selma Dabbagh, la novelista británico-paletina, explica su postura en esta entrevista.

En los últimos dos años, la novelista británico-palestina Selma Dabbagh no ha podido dedicarse a escribir ficción como acostumbraba. La naturaleza del genocidio en Gaza, habilitado por la aquiescencia de países como el Reino Unido, no le permite enfocarse de lleno en el oficio literario. Ahora trabaja con organizaciones de derechos humanos que defienden el papel político de la cultura ante esta barbarie.

En entrevista con Gatopardo durante el reciente Hay Festival Querétaro, la autora de la celebrada novela Out of it (Bloomsbury, 2011), que gira en torno a la trashumancia de familias palestinas, reflexiona sobre la persecución de su pueblo como una constante que atraviesa el alma y la conciencia; sobre una búsqueda de identidad que, al realizarse a mitad de la diáspora, está unida irremediablemente a la búsqueda de la tierra.

¿Cuál es el vínculo entre tu literatura y tus raíces palestinas?

Cuando empecé, cerca de [cumplir] los 30, no lo hice pensando que tenía que ser sobre Palestina. Los personajes, más bien, surgieron de la ficción. Durante ese periodo, sin embargo, hubo una serie de arrestos de palestinos en Londres y tuve este sentimiento de que no importa dónde estén, los palestinos siempre serán perseguidos. Entonces, vinieron a mí dos personajes: uno que representa a ese tipo de individuos que sienten que le fallaron a la revolución [el movimiento de liberación palestino] porque la abandonaron; y otro que representa a los que creen que la revolución les falló.

¿Esas historias están relacionadas con la búsqueda de tu propia identidad?

Escribí una novela con historias de palestinos en diferentes partes del mundo, que están conectados desde la injusticia permanente. ¿Cómo participa esa relación emocional en nuestras vidas? ¿Es algo que se mantiene siempre o que decidimos bloquear, como si no tuviera nada que ver con la propia existencia? Mi conclusión es que no puedes apartarlo de tu vida, porque otras personas lo ven en ti. Somos una diáspora, con una suerte de idealización de otros lugares, intentando construir una identidad. Pero los palestinos no tenemos Estado, no tenemos tierra a la que podemos acceder; entonces, es más una idea de cómo deberíamos ser, desde una posición muy solitaria.

Los ataques militares de Israel en Gaza, desde octubre de 2023, han violado leyes internacionales de derechos humanos, dando lugar a crímenes atroces. ¿Cómo reaccionar ante esta catástrofe?

Es abrumador. Ves día a día, mes a mes, año a año, los bombardeos indiscriminados y la complicidad de otros países, como Inglaterra, que envían armas. No es solo una violación que tiene que ver con tu país, es reconocer que gobiernos, como el mío, están activamente participando. Eso me disocia del lugar en el que vivo en Londres y de la gente que me rodea. Como escritora, pienso que debo hacer de mi activismo una urgencia.

¿De qué forma participa tu literatura?

Sinceramente, no he podido darle espacio a mi ficción porque hay otros proyectos en los que me he enfocado. Ahora trabajo con organizaciones de derechos humanos o centros culturales que buscan hacer algo para apoyar a la población palestina que sufre el horror todos los días. Además, publico un blog una vez al mes, en el que intento explicar lo que está pasando en Gaza. Suelo escribir ficción cuando me siento contenta. Estoy trabajando en un libro, pero desde que comenzó el asedio en Gaza no he podido avanzar, quizá en otras circunstancias me hubiera tomado meses lo que me ha tomado años.

¿Cómo ha sido el posicionamiento del mundo de la cultura en Inglaterra frente al genocidio?

Es tan deprimente ver cómo se ha tratado de forma tan desigual la situación de Ucrania con respecto a la de Gaza. En algunas instituciones de arte tienen banderas, y no estoy diciendo que esté mal, pero la gente tiene miedo de manifestarse por Palestina porque puede perder su puesto. Es un sentimiento muy oscuro. Todo ese blanqueamiento. ¿Por qué somos los palestinos una subcategoría de la humanidad?

¿Cuál es el papel que debe asumir la cultura y la literatura en este momento?

Si eres una escritora y tienes un perfil público, estás en la capacidad de pensar qué hacer. Quiero decir, esto no es un “problema complejo”, esto es un genocidio declarado por varias instituciones internacionales como la Corte Internacional de Justicia[1]. Entonces, cuando personas que pertenecen al mundo del arte y la cultura dicen que no son políticas, a mí me frustra. Me pregunto: ¿cuál es el punto de su trabajo: entretener o hacer pensar a la gente sobre lo que somos como seres humanos?

Foto de Susannah Baker-Smith

¿Cómo manejas, a nivel personal, la cantidad de información y de imágenes que circula todos los días sobre Gaza?

No he terminado de resolver cómo darle un balance a las redes sociales. Creo que hay mucho contenido y, en parte, es bueno, porque ha dado acceso a la información desde Gaza, que de otra manera Israel controlaría, y lo hace asesinando reporteros o imposibilitando la entrada de otros medios internacionales. Las redes sociales nos ayudan a llegar a esas voces de manera inmediata, pero al mismo tiempo pueden desensibilizar sobre el horror. Tenemos que encontrar maneras para trabajar juntos y tener más contacto físico. Demostraciones, reuniones, espacios donde hable la gente. Es importante vincular lo uno con lo otro para que sea más efectivo.

William Robinson escribió: “Gaza es un ejemplo aterrador que refleja los posibles futuros para personas a las que el capital no necesita”. ¿Estás de acuerdo?

Dicen que “Gaza es el experimento de los más ricos del planeta”, y estoy totalmente de acuerdo. [Se refieren al] hecho de querer apropiarse de los recursos de una tierra: Trump hablando de sus planes de construir casas [para] turistas en el frente de playa. Todo esto es grotesco. Se trata de una limpieza étnica, ese es su principal impulso: cómo deshacerse de estas personas, quitarles sus tierras y sus recursos. Parece que hay yacimientos de gas y petróleo muy grandes en las aguas territoriales, y que existe un acuerdo entre los israelíes y los egipcios al respecto. Quiere decir que si tienes el poder militar, puedes sitiar a personas que no tienen el mismo poder, privarlas de todos los alimentos o del acceso; demonizarlas, retenerlas y quitarles todo. Es como si fuera un campo de prueba. El gobierno de Israel es bastante abierto al decir que quiere expandirse, quiere su bandera allí. Puede actuar con tanta impunidad y gran parte del mundo guarda silencio al respecto. Lo que hay que encontrar, en este momento, son formas de conectar lo que sucede en Gaza con otros movimientos como el Black Lives Matter, para comprender la naturaleza y la dinámica del racismo.

¿De qué forma el arte palestino se ha convertido en un símbolo de lucha y resistencia?

Existe una amplia variedad de cine, arte y literatura palestina, incluso antes del genocidio. Se preguntarán: ¿cómo es posible que hayan producido tanto, sin ni siquiera tener un lugar para vivir? Y creo que es esta naturaleza que tenemos, esta historia que queremos contar.

{{ linea }}

[1] Nota de los editores: el organismo que ha declarado que Israel ha cometido un genocidio contra los palestinos en la Franja de Gaza es, en realidad, la Comisión Internacional Independiente de Investigación de las Naciones Unidas sobre los territorios palestinos ocupados. En la Corte Internacional de Justicia se lleva a cabo un procedimiento a raíz de una denuncia en contra de Israel por genocidio.

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Selma Dabbagh: “¿Por qué somos los palestinos una subcategoría de la humanidad?”

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12
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¿El oficio propiamente literario contiene los caminos de toda acción y reivindicación política, o el activismo (sobre todo si es provocado por los rigores de una violencia sin límite en contra de tu propio pueblo) exige un espacio de total exclusividad? Selma Dabbagh, la novelista británico-paletina, explica su postura en esta entrevista.

En los últimos dos años, la novelista británico-palestina Selma Dabbagh no ha podido dedicarse a escribir ficción como acostumbraba. La naturaleza del genocidio en Gaza, habilitado por la aquiescencia de países como el Reino Unido, no le permite enfocarse de lleno en el oficio literario. Ahora trabaja con organizaciones de derechos humanos que defienden el papel político de la cultura ante esta barbarie.

En entrevista con Gatopardo durante el reciente Hay Festival Querétaro, la autora de la celebrada novela Out of it (Bloomsbury, 2011), que gira en torno a la trashumancia de familias palestinas, reflexiona sobre la persecución de su pueblo como una constante que atraviesa el alma y la conciencia; sobre una búsqueda de identidad que, al realizarse a mitad de la diáspora, está unida irremediablemente a la búsqueda de la tierra.

¿Cuál es el vínculo entre tu literatura y tus raíces palestinas?

Cuando empecé, cerca de [cumplir] los 30, no lo hice pensando que tenía que ser sobre Palestina. Los personajes, más bien, surgieron de la ficción. Durante ese periodo, sin embargo, hubo una serie de arrestos de palestinos en Londres y tuve este sentimiento de que no importa dónde estén, los palestinos siempre serán perseguidos. Entonces, vinieron a mí dos personajes: uno que representa a ese tipo de individuos que sienten que le fallaron a la revolución [el movimiento de liberación palestino] porque la abandonaron; y otro que representa a los que creen que la revolución les falló.

¿Esas historias están relacionadas con la búsqueda de tu propia identidad?

Escribí una novela con historias de palestinos en diferentes partes del mundo, que están conectados desde la injusticia permanente. ¿Cómo participa esa relación emocional en nuestras vidas? ¿Es algo que se mantiene siempre o que decidimos bloquear, como si no tuviera nada que ver con la propia existencia? Mi conclusión es que no puedes apartarlo de tu vida, porque otras personas lo ven en ti. Somos una diáspora, con una suerte de idealización de otros lugares, intentando construir una identidad. Pero los palestinos no tenemos Estado, no tenemos tierra a la que podemos acceder; entonces, es más una idea de cómo deberíamos ser, desde una posición muy solitaria.

Los ataques militares de Israel en Gaza, desde octubre de 2023, han violado leyes internacionales de derechos humanos, dando lugar a crímenes atroces. ¿Cómo reaccionar ante esta catástrofe?

Es abrumador. Ves día a día, mes a mes, año a año, los bombardeos indiscriminados y la complicidad de otros países, como Inglaterra, que envían armas. No es solo una violación que tiene que ver con tu país, es reconocer que gobiernos, como el mío, están activamente participando. Eso me disocia del lugar en el que vivo en Londres y de la gente que me rodea. Como escritora, pienso que debo hacer de mi activismo una urgencia.

¿De qué forma participa tu literatura?

Sinceramente, no he podido darle espacio a mi ficción porque hay otros proyectos en los que me he enfocado. Ahora trabajo con organizaciones de derechos humanos o centros culturales que buscan hacer algo para apoyar a la población palestina que sufre el horror todos los días. Además, publico un blog una vez al mes, en el que intento explicar lo que está pasando en Gaza. Suelo escribir ficción cuando me siento contenta. Estoy trabajando en un libro, pero desde que comenzó el asedio en Gaza no he podido avanzar, quizá en otras circunstancias me hubiera tomado meses lo que me ha tomado años.

¿Cómo ha sido el posicionamiento del mundo de la cultura en Inglaterra frente al genocidio?

Es tan deprimente ver cómo se ha tratado de forma tan desigual la situación de Ucrania con respecto a la de Gaza. En algunas instituciones de arte tienen banderas, y no estoy diciendo que esté mal, pero la gente tiene miedo de manifestarse por Palestina porque puede perder su puesto. Es un sentimiento muy oscuro. Todo ese blanqueamiento. ¿Por qué somos los palestinos una subcategoría de la humanidad?

¿Cuál es el papel que debe asumir la cultura y la literatura en este momento?

Si eres una escritora y tienes un perfil público, estás en la capacidad de pensar qué hacer. Quiero decir, esto no es un “problema complejo”, esto es un genocidio declarado por varias instituciones internacionales como la Corte Internacional de Justicia[1]. Entonces, cuando personas que pertenecen al mundo del arte y la cultura dicen que no son políticas, a mí me frustra. Me pregunto: ¿cuál es el punto de su trabajo: entretener o hacer pensar a la gente sobre lo que somos como seres humanos?

Foto de Susannah Baker-Smith

¿Cómo manejas, a nivel personal, la cantidad de información y de imágenes que circula todos los días sobre Gaza?

No he terminado de resolver cómo darle un balance a las redes sociales. Creo que hay mucho contenido y, en parte, es bueno, porque ha dado acceso a la información desde Gaza, que de otra manera Israel controlaría, y lo hace asesinando reporteros o imposibilitando la entrada de otros medios internacionales. Las redes sociales nos ayudan a llegar a esas voces de manera inmediata, pero al mismo tiempo pueden desensibilizar sobre el horror. Tenemos que encontrar maneras para trabajar juntos y tener más contacto físico. Demostraciones, reuniones, espacios donde hable la gente. Es importante vincular lo uno con lo otro para que sea más efectivo.

William Robinson escribió: “Gaza es un ejemplo aterrador que refleja los posibles futuros para personas a las que el capital no necesita”. ¿Estás de acuerdo?

Dicen que “Gaza es el experimento de los más ricos del planeta”, y estoy totalmente de acuerdo. [Se refieren al] hecho de querer apropiarse de los recursos de una tierra: Trump hablando de sus planes de construir casas [para] turistas en el frente de playa. Todo esto es grotesco. Se trata de una limpieza étnica, ese es su principal impulso: cómo deshacerse de estas personas, quitarles sus tierras y sus recursos. Parece que hay yacimientos de gas y petróleo muy grandes en las aguas territoriales, y que existe un acuerdo entre los israelíes y los egipcios al respecto. Quiere decir que si tienes el poder militar, puedes sitiar a personas que no tienen el mismo poder, privarlas de todos los alimentos o del acceso; demonizarlas, retenerlas y quitarles todo. Es como si fuera un campo de prueba. El gobierno de Israel es bastante abierto al decir que quiere expandirse, quiere su bandera allí. Puede actuar con tanta impunidad y gran parte del mundo guarda silencio al respecto. Lo que hay que encontrar, en este momento, son formas de conectar lo que sucede en Gaza con otros movimientos como el Black Lives Matter, para comprender la naturaleza y la dinámica del racismo.

¿De qué forma el arte palestino se ha convertido en un símbolo de lucha y resistencia?

Existe una amplia variedad de cine, arte y literatura palestina, incluso antes del genocidio. Se preguntarán: ¿cómo es posible que hayan producido tanto, sin ni siquiera tener un lugar para vivir? Y creo que es esta naturaleza que tenemos, esta historia que queremos contar.

{{ linea }}

[1] Nota de los editores: el organismo que ha declarado que Israel ha cometido un genocidio contra los palestinos en la Franja de Gaza es, en realidad, la Comisión Internacional Independiente de Investigación de las Naciones Unidas sobre los territorios palestinos ocupados. En la Corte Internacional de Justicia se lleva a cabo un procedimiento a raíz de una denuncia en contra de Israel por genocidio.

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¿El oficio propiamente literario contiene los caminos de toda acción y reivindicación política, o el activismo (sobre todo si es provocado por los rigores de una violencia sin límite en contra de tu propio pueblo) exige un espacio de total exclusividad? Selma Dabbagh, la novelista británico-paletina, explica su postura en esta entrevista.

En los últimos dos años, la novelista británico-palestina Selma Dabbagh no ha podido dedicarse a escribir ficción como acostumbraba. La naturaleza del genocidio en Gaza, habilitado por la aquiescencia de países como el Reino Unido, no le permite enfocarse de lleno en el oficio literario. Ahora trabaja con organizaciones de derechos humanos que defienden el papel político de la cultura ante esta barbarie.

En entrevista con Gatopardo durante el reciente Hay Festival Querétaro, la autora de la celebrada novela Out of it (Bloomsbury, 2011), que gira en torno a la trashumancia de familias palestinas, reflexiona sobre la persecución de su pueblo como una constante que atraviesa el alma y la conciencia; sobre una búsqueda de identidad que, al realizarse a mitad de la diáspora, está unida irremediablemente a la búsqueda de la tierra.

¿Cuál es el vínculo entre tu literatura y tus raíces palestinas?

Cuando empecé, cerca de [cumplir] los 30, no lo hice pensando que tenía que ser sobre Palestina. Los personajes, más bien, surgieron de la ficción. Durante ese periodo, sin embargo, hubo una serie de arrestos de palestinos en Londres y tuve este sentimiento de que no importa dónde estén, los palestinos siempre serán perseguidos. Entonces, vinieron a mí dos personajes: uno que representa a ese tipo de individuos que sienten que le fallaron a la revolución [el movimiento de liberación palestino] porque la abandonaron; y otro que representa a los que creen que la revolución les falló.

¿Esas historias están relacionadas con la búsqueda de tu propia identidad?

Escribí una novela con historias de palestinos en diferentes partes del mundo, que están conectados desde la injusticia permanente. ¿Cómo participa esa relación emocional en nuestras vidas? ¿Es algo que se mantiene siempre o que decidimos bloquear, como si no tuviera nada que ver con la propia existencia? Mi conclusión es que no puedes apartarlo de tu vida, porque otras personas lo ven en ti. Somos una diáspora, con una suerte de idealización de otros lugares, intentando construir una identidad. Pero los palestinos no tenemos Estado, no tenemos tierra a la que podemos acceder; entonces, es más una idea de cómo deberíamos ser, desde una posición muy solitaria.

Los ataques militares de Israel en Gaza, desde octubre de 2023, han violado leyes internacionales de derechos humanos, dando lugar a crímenes atroces. ¿Cómo reaccionar ante esta catástrofe?

Es abrumador. Ves día a día, mes a mes, año a año, los bombardeos indiscriminados y la complicidad de otros países, como Inglaterra, que envían armas. No es solo una violación que tiene que ver con tu país, es reconocer que gobiernos, como el mío, están activamente participando. Eso me disocia del lugar en el que vivo en Londres y de la gente que me rodea. Como escritora, pienso que debo hacer de mi activismo una urgencia.

¿De qué forma participa tu literatura?

Sinceramente, no he podido darle espacio a mi ficción porque hay otros proyectos en los que me he enfocado. Ahora trabajo con organizaciones de derechos humanos o centros culturales que buscan hacer algo para apoyar a la población palestina que sufre el horror todos los días. Además, publico un blog una vez al mes, en el que intento explicar lo que está pasando en Gaza. Suelo escribir ficción cuando me siento contenta. Estoy trabajando en un libro, pero desde que comenzó el asedio en Gaza no he podido avanzar, quizá en otras circunstancias me hubiera tomado meses lo que me ha tomado años.

¿Cómo ha sido el posicionamiento del mundo de la cultura en Inglaterra frente al genocidio?

Es tan deprimente ver cómo se ha tratado de forma tan desigual la situación de Ucrania con respecto a la de Gaza. En algunas instituciones de arte tienen banderas, y no estoy diciendo que esté mal, pero la gente tiene miedo de manifestarse por Palestina porque puede perder su puesto. Es un sentimiento muy oscuro. Todo ese blanqueamiento. ¿Por qué somos los palestinos una subcategoría de la humanidad?

¿Cuál es el papel que debe asumir la cultura y la literatura en este momento?

Si eres una escritora y tienes un perfil público, estás en la capacidad de pensar qué hacer. Quiero decir, esto no es un “problema complejo”, esto es un genocidio declarado por varias instituciones internacionales como la Corte Internacional de Justicia[1]. Entonces, cuando personas que pertenecen al mundo del arte y la cultura dicen que no son políticas, a mí me frustra. Me pregunto: ¿cuál es el punto de su trabajo: entretener o hacer pensar a la gente sobre lo que somos como seres humanos?

Foto de Susannah Baker-Smith

¿Cómo manejas, a nivel personal, la cantidad de información y de imágenes que circula todos los días sobre Gaza?

No he terminado de resolver cómo darle un balance a las redes sociales. Creo que hay mucho contenido y, en parte, es bueno, porque ha dado acceso a la información desde Gaza, que de otra manera Israel controlaría, y lo hace asesinando reporteros o imposibilitando la entrada de otros medios internacionales. Las redes sociales nos ayudan a llegar a esas voces de manera inmediata, pero al mismo tiempo pueden desensibilizar sobre el horror. Tenemos que encontrar maneras para trabajar juntos y tener más contacto físico. Demostraciones, reuniones, espacios donde hable la gente. Es importante vincular lo uno con lo otro para que sea más efectivo.

William Robinson escribió: “Gaza es un ejemplo aterrador que refleja los posibles futuros para personas a las que el capital no necesita”. ¿Estás de acuerdo?

Dicen que “Gaza es el experimento de los más ricos del planeta”, y estoy totalmente de acuerdo. [Se refieren al] hecho de querer apropiarse de los recursos de una tierra: Trump hablando de sus planes de construir casas [para] turistas en el frente de playa. Todo esto es grotesco. Se trata de una limpieza étnica, ese es su principal impulso: cómo deshacerse de estas personas, quitarles sus tierras y sus recursos. Parece que hay yacimientos de gas y petróleo muy grandes en las aguas territoriales, y que existe un acuerdo entre los israelíes y los egipcios al respecto. Quiere decir que si tienes el poder militar, puedes sitiar a personas que no tienen el mismo poder, privarlas de todos los alimentos o del acceso; demonizarlas, retenerlas y quitarles todo. Es como si fuera un campo de prueba. El gobierno de Israel es bastante abierto al decir que quiere expandirse, quiere su bandera allí. Puede actuar con tanta impunidad y gran parte del mundo guarda silencio al respecto. Lo que hay que encontrar, en este momento, son formas de conectar lo que sucede en Gaza con otros movimientos como el Black Lives Matter, para comprender la naturaleza y la dinámica del racismo.

¿De qué forma el arte palestino se ha convertido en un símbolo de lucha y resistencia?

Existe una amplia variedad de cine, arte y literatura palestina, incluso antes del genocidio. Se preguntarán: ¿cómo es posible que hayan producido tanto, sin ni siquiera tener un lugar para vivir? Y creo que es esta naturaleza que tenemos, esta historia que queremos contar.

{{ linea }}

[1] Nota de los editores: el organismo que ha declarado que Israel ha cometido un genocidio contra los palestinos en la Franja de Gaza es, en realidad, la Comisión Internacional Independiente de Investigación de las Naciones Unidas sobre los territorios palestinos ocupados. En la Corte Internacional de Justicia se lleva a cabo un procedimiento a raíz de una denuncia en contra de Israel por genocidio.

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En los últimos dos años, la novelista británico-palestina Selma Dabbagh no ha podido dedicarse a escribir ficción como acostumbraba. La naturaleza del genocidio en Gaza, habilitado por la aquiescencia de países como el Reino Unido, no le permite enfocarse de lleno en el oficio literario. Ahora trabaja con organizaciones de derechos humanos que defienden el papel político de la cultura ante esta barbarie.

En entrevista con Gatopardo durante el reciente Hay Festival Querétaro, la autora de la celebrada novela Out of it (Bloomsbury, 2011), que gira en torno a la trashumancia de familias palestinas, reflexiona sobre la persecución de su pueblo como una constante que atraviesa el alma y la conciencia; sobre una búsqueda de identidad que, al realizarse a mitad de la diáspora, está unida irremediablemente a la búsqueda de la tierra.

¿Cuál es el vínculo entre tu literatura y tus raíces palestinas?

Cuando empecé, cerca de [cumplir] los 30, no lo hice pensando que tenía que ser sobre Palestina. Los personajes, más bien, surgieron de la ficción. Durante ese periodo, sin embargo, hubo una serie de arrestos de palestinos en Londres y tuve este sentimiento de que no importa dónde estén, los palestinos siempre serán perseguidos. Entonces, vinieron a mí dos personajes: uno que representa a ese tipo de individuos que sienten que le fallaron a la revolución [el movimiento de liberación palestino] porque la abandonaron; y otro que representa a los que creen que la revolución les falló.

¿Esas historias están relacionadas con la búsqueda de tu propia identidad?

Escribí una novela con historias de palestinos en diferentes partes del mundo, que están conectados desde la injusticia permanente. ¿Cómo participa esa relación emocional en nuestras vidas? ¿Es algo que se mantiene siempre o que decidimos bloquear, como si no tuviera nada que ver con la propia existencia? Mi conclusión es que no puedes apartarlo de tu vida, porque otras personas lo ven en ti. Somos una diáspora, con una suerte de idealización de otros lugares, intentando construir una identidad. Pero los palestinos no tenemos Estado, no tenemos tierra a la que podemos acceder; entonces, es más una idea de cómo deberíamos ser, desde una posición muy solitaria.

Los ataques militares de Israel en Gaza, desde octubre de 2023, han violado leyes internacionales de derechos humanos, dando lugar a crímenes atroces. ¿Cómo reaccionar ante esta catástrofe?

Es abrumador. Ves día a día, mes a mes, año a año, los bombardeos indiscriminados y la complicidad de otros países, como Inglaterra, que envían armas. No es solo una violación que tiene que ver con tu país, es reconocer que gobiernos, como el mío, están activamente participando. Eso me disocia del lugar en el que vivo en Londres y de la gente que me rodea. Como escritora, pienso que debo hacer de mi activismo una urgencia.

¿De qué forma participa tu literatura?

Sinceramente, no he podido darle espacio a mi ficción porque hay otros proyectos en los que me he enfocado. Ahora trabajo con organizaciones de derechos humanos o centros culturales que buscan hacer algo para apoyar a la población palestina que sufre el horror todos los días. Además, publico un blog una vez al mes, en el que intento explicar lo que está pasando en Gaza. Suelo escribir ficción cuando me siento contenta. Estoy trabajando en un libro, pero desde que comenzó el asedio en Gaza no he podido avanzar, quizá en otras circunstancias me hubiera tomado meses lo que me ha tomado años.

¿Cómo ha sido el posicionamiento del mundo de la cultura en Inglaterra frente al genocidio?

Es tan deprimente ver cómo se ha tratado de forma tan desigual la situación de Ucrania con respecto a la de Gaza. En algunas instituciones de arte tienen banderas, y no estoy diciendo que esté mal, pero la gente tiene miedo de manifestarse por Palestina porque puede perder su puesto. Es un sentimiento muy oscuro. Todo ese blanqueamiento. ¿Por qué somos los palestinos una subcategoría de la humanidad?

¿Cuál es el papel que debe asumir la cultura y la literatura en este momento?

Si eres una escritora y tienes un perfil público, estás en la capacidad de pensar qué hacer. Quiero decir, esto no es un “problema complejo”, esto es un genocidio declarado por varias instituciones internacionales como la Corte Internacional de Justicia[1]. Entonces, cuando personas que pertenecen al mundo del arte y la cultura dicen que no son políticas, a mí me frustra. Me pregunto: ¿cuál es el punto de su trabajo: entretener o hacer pensar a la gente sobre lo que somos como seres humanos?

Foto de Susannah Baker-Smith

¿Cómo manejas, a nivel personal, la cantidad de información y de imágenes que circula todos los días sobre Gaza?

No he terminado de resolver cómo darle un balance a las redes sociales. Creo que hay mucho contenido y, en parte, es bueno, porque ha dado acceso a la información desde Gaza, que de otra manera Israel controlaría, y lo hace asesinando reporteros o imposibilitando la entrada de otros medios internacionales. Las redes sociales nos ayudan a llegar a esas voces de manera inmediata, pero al mismo tiempo pueden desensibilizar sobre el horror. Tenemos que encontrar maneras para trabajar juntos y tener más contacto físico. Demostraciones, reuniones, espacios donde hable la gente. Es importante vincular lo uno con lo otro para que sea más efectivo.

William Robinson escribió: “Gaza es un ejemplo aterrador que refleja los posibles futuros para personas a las que el capital no necesita”. ¿Estás de acuerdo?

Dicen que “Gaza es el experimento de los más ricos del planeta”, y estoy totalmente de acuerdo. [Se refieren al] hecho de querer apropiarse de los recursos de una tierra: Trump hablando de sus planes de construir casas [para] turistas en el frente de playa. Todo esto es grotesco. Se trata de una limpieza étnica, ese es su principal impulso: cómo deshacerse de estas personas, quitarles sus tierras y sus recursos. Parece que hay yacimientos de gas y petróleo muy grandes en las aguas territoriales, y que existe un acuerdo entre los israelíes y los egipcios al respecto. Quiere decir que si tienes el poder militar, puedes sitiar a personas que no tienen el mismo poder, privarlas de todos los alimentos o del acceso; demonizarlas, retenerlas y quitarles todo. Es como si fuera un campo de prueba. El gobierno de Israel es bastante abierto al decir que quiere expandirse, quiere su bandera allí. Puede actuar con tanta impunidad y gran parte del mundo guarda silencio al respecto. Lo que hay que encontrar, en este momento, son formas de conectar lo que sucede en Gaza con otros movimientos como el Black Lives Matter, para comprender la naturaleza y la dinámica del racismo.

¿De qué forma el arte palestino se ha convertido en un símbolo de lucha y resistencia?

Existe una amplia variedad de cine, arte y literatura palestina, incluso antes del genocidio. Se preguntarán: ¿cómo es posible que hayan producido tanto, sin ni siquiera tener un lugar para vivir? Y creo que es esta naturaleza que tenemos, esta historia que queremos contar.

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¿El oficio propiamente literario contiene los caminos de toda acción y reivindicación política, o el activismo (sobre todo si es provocado por los rigores de una violencia sin límite en contra de tu propio pueblo) exige un espacio de total exclusividad? Selma Dabbagh, la novelista británico-paletina, explica su postura en esta entrevista.

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En los últimos dos años, la novelista británico-palestina Selma Dabbagh no ha podido dedicarse a escribir ficción como acostumbraba. La naturaleza del genocidio en Gaza, habilitado por la aquiescencia de países como el Reino Unido, no le permite enfocarse de lleno en el oficio literario. Ahora trabaja con organizaciones de derechos humanos que defienden el papel político de la cultura ante esta barbarie.

En entrevista con Gatopardo durante el reciente Hay Festival Querétaro, la autora de la celebrada novela Out of it (Bloomsbury, 2011), que gira en torno a la trashumancia de familias palestinas, reflexiona sobre la persecución de su pueblo como una constante que atraviesa el alma y la conciencia; sobre una búsqueda de identidad que, al realizarse a mitad de la diáspora, está unida irremediablemente a la búsqueda de la tierra.

¿Cuál es el vínculo entre tu literatura y tus raíces palestinas?

Cuando empecé, cerca de [cumplir] los 30, no lo hice pensando que tenía que ser sobre Palestina. Los personajes, más bien, surgieron de la ficción. Durante ese periodo, sin embargo, hubo una serie de arrestos de palestinos en Londres y tuve este sentimiento de que no importa dónde estén, los palestinos siempre serán perseguidos. Entonces, vinieron a mí dos personajes: uno que representa a ese tipo de individuos que sienten que le fallaron a la revolución [el movimiento de liberación palestino] porque la abandonaron; y otro que representa a los que creen que la revolución les falló.

¿Esas historias están relacionadas con la búsqueda de tu propia identidad?

Escribí una novela con historias de palestinos en diferentes partes del mundo, que están conectados desde la injusticia permanente. ¿Cómo participa esa relación emocional en nuestras vidas? ¿Es algo que se mantiene siempre o que decidimos bloquear, como si no tuviera nada que ver con la propia existencia? Mi conclusión es que no puedes apartarlo de tu vida, porque otras personas lo ven en ti. Somos una diáspora, con una suerte de idealización de otros lugares, intentando construir una identidad. Pero los palestinos no tenemos Estado, no tenemos tierra a la que podemos acceder; entonces, es más una idea de cómo deberíamos ser, desde una posición muy solitaria.

Los ataques militares de Israel en Gaza, desde octubre de 2023, han violado leyes internacionales de derechos humanos, dando lugar a crímenes atroces. ¿Cómo reaccionar ante esta catástrofe?

Es abrumador. Ves día a día, mes a mes, año a año, los bombardeos indiscriminados y la complicidad de otros países, como Inglaterra, que envían armas. No es solo una violación que tiene que ver con tu país, es reconocer que gobiernos, como el mío, están activamente participando. Eso me disocia del lugar en el que vivo en Londres y de la gente que me rodea. Como escritora, pienso que debo hacer de mi activismo una urgencia.

¿De qué forma participa tu literatura?

Sinceramente, no he podido darle espacio a mi ficción porque hay otros proyectos en los que me he enfocado. Ahora trabajo con organizaciones de derechos humanos o centros culturales que buscan hacer algo para apoyar a la población palestina que sufre el horror todos los días. Además, publico un blog una vez al mes, en el que intento explicar lo que está pasando en Gaza. Suelo escribir ficción cuando me siento contenta. Estoy trabajando en un libro, pero desde que comenzó el asedio en Gaza no he podido avanzar, quizá en otras circunstancias me hubiera tomado meses lo que me ha tomado años.

¿Cómo ha sido el posicionamiento del mundo de la cultura en Inglaterra frente al genocidio?

Es tan deprimente ver cómo se ha tratado de forma tan desigual la situación de Ucrania con respecto a la de Gaza. En algunas instituciones de arte tienen banderas, y no estoy diciendo que esté mal, pero la gente tiene miedo de manifestarse por Palestina porque puede perder su puesto. Es un sentimiento muy oscuro. Todo ese blanqueamiento. ¿Por qué somos los palestinos una subcategoría de la humanidad?

¿Cuál es el papel que debe asumir la cultura y la literatura en este momento?

Si eres una escritora y tienes un perfil público, estás en la capacidad de pensar qué hacer. Quiero decir, esto no es un “problema complejo”, esto es un genocidio declarado por varias instituciones internacionales como la Corte Internacional de Justicia[1]. Entonces, cuando personas que pertenecen al mundo del arte y la cultura dicen que no son políticas, a mí me frustra. Me pregunto: ¿cuál es el punto de su trabajo: entretener o hacer pensar a la gente sobre lo que somos como seres humanos?

Foto de Susannah Baker-Smith

¿Cómo manejas, a nivel personal, la cantidad de información y de imágenes que circula todos los días sobre Gaza?

No he terminado de resolver cómo darle un balance a las redes sociales. Creo que hay mucho contenido y, en parte, es bueno, porque ha dado acceso a la información desde Gaza, que de otra manera Israel controlaría, y lo hace asesinando reporteros o imposibilitando la entrada de otros medios internacionales. Las redes sociales nos ayudan a llegar a esas voces de manera inmediata, pero al mismo tiempo pueden desensibilizar sobre el horror. Tenemos que encontrar maneras para trabajar juntos y tener más contacto físico. Demostraciones, reuniones, espacios donde hable la gente. Es importante vincular lo uno con lo otro para que sea más efectivo.

William Robinson escribió: “Gaza es un ejemplo aterrador que refleja los posibles futuros para personas a las que el capital no necesita”. ¿Estás de acuerdo?

Dicen que “Gaza es el experimento de los más ricos del planeta”, y estoy totalmente de acuerdo. [Se refieren al] hecho de querer apropiarse de los recursos de una tierra: Trump hablando de sus planes de construir casas [para] turistas en el frente de playa. Todo esto es grotesco. Se trata de una limpieza étnica, ese es su principal impulso: cómo deshacerse de estas personas, quitarles sus tierras y sus recursos. Parece que hay yacimientos de gas y petróleo muy grandes en las aguas territoriales, y que existe un acuerdo entre los israelíes y los egipcios al respecto. Quiere decir que si tienes el poder militar, puedes sitiar a personas que no tienen el mismo poder, privarlas de todos los alimentos o del acceso; demonizarlas, retenerlas y quitarles todo. Es como si fuera un campo de prueba. El gobierno de Israel es bastante abierto al decir que quiere expandirse, quiere su bandera allí. Puede actuar con tanta impunidad y gran parte del mundo guarda silencio al respecto. Lo que hay que encontrar, en este momento, son formas de conectar lo que sucede en Gaza con otros movimientos como el Black Lives Matter, para comprender la naturaleza y la dinámica del racismo.

¿De qué forma el arte palestino se ha convertido en un símbolo de lucha y resistencia?

Existe una amplia variedad de cine, arte y literatura palestina, incluso antes del genocidio. Se preguntarán: ¿cómo es posible que hayan producido tanto, sin ni siquiera tener un lugar para vivir? Y creo que es esta naturaleza que tenemos, esta historia que queremos contar.

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[1] Nota de los editores: el organismo que ha declarado que Israel ha cometido un genocidio contra los palestinos en la Franja de Gaza es, en realidad, la Comisión Internacional Independiente de Investigación de las Naciones Unidas sobre los territorios palestinos ocupados. En la Corte Internacional de Justicia se lleva a cabo un procedimiento a raíz de una denuncia en contra de Israel por genocidio.

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